Agujeros contables
Resulta muy divertido especular con los n¨²meros electorales, sobre todo porque de pronto uno ve que cifras de m¨¢s de cinco n¨²meros se le escapan por unos agujeros ante los que ninguna especulaci¨®n es posible. La abstenci¨®n es un excelente consuelo para explicarlos. Parece una residencia segura, de la que siempre pueden regresar los que se han refugiado en ella. Son m¨ªos, dice la esperanza, y ya volver¨¢n. La inquietud podr¨ªa preguntarse por los motivos de esa infidelidad, pero cuando uno ha perdido algo siempre se tranquiliza al descubrir el hipot¨¦tico lugar de su hallazgo, tarea que as¨ª puede quedar a su alcance. Los votantes perezosos tranquilizan mogoll¨®n, y quien ha padecido su desidia puede seguir actuando como si contara con ellos. El PNV, para ilustrarnos, asegura que unos cien mil votantes se le han ido a la abstenci¨®n. S¨²menselos a los que ya ha obtenido, comp¨¢relos con los del resto, y hallar¨¢ usted la raz¨®n de que ese partido se permita continuar con su t¨¢ctica del pi?¨®n fijo. Son suyos y, haga lo que haga, siempre podr¨¢ contar con ellos para que lo saquen de apuros. Pero, ?son realmente suyos?
Resulta igualmente divertido comprobar que han avanzado los que en realidad han retrocedido. Es otro de los aspectos m¨¢gicos de los resultados electorales. Todo depende, claro est¨¢, de c¨®mo establezcamos las comparaciones, y en esto la elecci¨®n suele ser a veces fruto de las sensaciones. Es una sensaci¨®n compartida, por ejemplo, la de que el PSE ha mejorado sus resultados. Y lo ha hecho, ciertamente, si tomamos como referencia las anteriores elecciones auton¨®micas de hace cuatro a?os. Es curioso que sean esas elecciones, las m¨¢s at¨ªpicas jam¨¢s realizadas en estas tierras virginales, las que se est¨¢n tomando como referencia para valorar resultados. Al parecer, se parte de la premisa de que el tipo de convocatoria determina el comportamiento de los votantes, y si esto es irrebatible tendremos que empezar a extraer consecuencias funestas. ?Debemos perder toda esperanza? Miren, por dif¨ªcil que resulte determinar la movilidad de los votos -de d¨®nde vienen estos y a d¨®nde van-, en los ¨²ltimos cuatro a?os se ha producido un movimiento bien claro y perceptible en el ¨¢mbito no nacionalista, y puede hablarse de un trasvase de voto de los populares a los socialistas, que se inici¨® en las ¨²ltimas municipales. La tendencia es clara y la reafirman las elecciones recientes, pero el voto que ten¨ªa ya el PSE no era el de las auton¨®micas de 2001, sino el de las ¨²ltimas generales de 2004, y este punto de referencia resulta desalentador. Si partimos de ¨¦l, el PSE es el partido que m¨¢s votos ha perdido, tanto en t¨¦rminos absolutos como relativos: 67.000 votos. Tambi¨¦n podremos comprobar que el no nacionalismo ha perdido muchos votos, a diferencia del nacionalismo, que los ha conservado.
Perdonen que les aburra con algunos datos para mostrarles que la desmovilizaci¨®n ha sido mayor en el campo no nacionalista. Si incluimos en el voto nacionalista el voto nulo atribuible en 2004 a Batasuna y el obtenido por su enmascarado bauta de nombre sovi¨¦tico en las actuales, a los nacionalistas no se les mueve un pelo, aunque haya podido haber trasvase de votos en su cada vez m¨¢s fragmentado ¨¢mbito: alrededor de 640.000 votos en las de 2004 y 642.000 en las actuales, pese a que en ¨¦stas la abstenci¨®n fue siete puntos superior Por el contrario, PSE y PP pierden 94.000 votos respecto a las de 2004, es decir, un 16,4% de su electorado, cifra muy superior al 7% del diferencial de abstenci¨®n, que, al parecer, la acapararon por completo. No es f¨¢cil precisar a d¨®nde se dirigieron esos votos, aunque es evidente que no fueron al constitucionalismo, lugar de destino en anteriores ocasiones. La historia se repite, ya que est¨¢ tambi¨¦n claro que el fracaso del frente constitucionalista en 2001 s¨®lo es explicable por un desv¨ªo de su propio voto potencial -a la abstenci¨®n o hacia el PNV-EA-. Si, pese a este evidente retroceso, los resultados han sido mejores para los no nacionalistas, la falta de esperanza a¨²n puede hallar resquicios m¨¢gicos que la mitiguen. Pero tendremos que concluir que los obst¨¢culos que encuentra la alternancia en momentos tan cr¨ªticos como las dos ¨²ltimas convocatorias electorales para el Parlamento vasco, no debemos buscarlos en la fuerza del nacionalismo -que es real-, sino en esos ciudadanos que saben votar a los partidos no nacionalistas pero que a la hora de la verdad se achantan, vuelan en humo. Es a esos ciudadanos, y no a los nacionalistas gen¨¦ticos, a los que hay que convencer y conquistar. ?C¨®mo? That is the question.
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