Fuera de s¨ª
El astronauta ruso, igual que la princesa de Dar¨ªo, est¨¢ triste. Se ha pasado la friolera de 193 d¨ªas en el espacio, con la ¨²nica compa?¨ªa de otros dos cosmonautas, una pareja de grillos y varias ratas. Un plan no especialmente estimulante, a no ser por las vistas panor¨¢micas de la oficina donde desempe?aban su trabajo mon¨®tono: vigilar la coyunda de los grillos y analizar las gl¨¢ndulas tiroides de las ratas. Salizh¨¢n Shar¨ªpov, que as¨ª se llama el astronauta ruso, ha regresado a casa tras su largo servicio en la Estaci¨®n Espacial Internacional con la sonrisa un tanto demudada. Ha visto lo que ha visto y por ello es m¨¢s sabio, pero tambi¨¦n un poco m¨¢s esc¨¦ptico sobre la condici¨®n humana. Por eso el cosmonauta, como la princesa de Dar¨ªo, sonr¨ªe con una risa rara que da pena mientras los periodistas (incapaces de apiadarse del pr¨®jimo) le asedian a preguntas: que c¨®mo se lo montaban all¨ª arriba para ¨¦sto y para lo otro y para lo de siempre, que qu¨¦ es lo que se ve desde all¨ª arriba.
Desde all¨ª arriba, ha dicho el cosmonauta atribulado sin dejar de sonre¨ªr tristemente, lo que se ve es el humo de las chimeneas, un inmenso paraguas de smog que impide realizar fotograf¨ªas en buena parte del sudeste asi¨¢tico. La contaminaci¨®n avanza sobre la costra del planeta azul. Y esto a los periodistas, esta constataci¨®n de la obviedad, les ha gustado mucho y han apuntado en sus libretas la afirmaci¨®n del cosmonauta ruso como posible titular. Es curioso. Hace falta que alguien abandone la atm¨®sfera terrestre y se salga de madre y de planeta para que los dem¨¢s le hagamos caso. Es el prestigio de la fotograf¨ªa hecha a distancia. Como los hispanistas que nos cuentan desde Par¨ªs o Londres nuestra historia, el astronauta ha vuelto de su viaje y ha dicho c¨®mo ha visto desde fuera nuestra casa com¨²n.
Cuentan que Baroja hac¨ªa algo parecido: que encend¨ªa la chimenea de su casa de Vera y sal¨ªa a la huerta para ver c¨®mo sal¨ªa el humo; es decir, para verse a s¨ª mismo, desde fuera, contemplando su casa y contemplando el humo de su casa echando humo. Es lo que otro escritor, el poeta Carlos Marzal, ha hecho en su ¨²ltimo libro publicado y que lleva por t¨ªtulo, precisamente, Fuera de m¨ª. Marzal ha decidido salir de su estricta circunstancia personal y ensayar otra voz, una voz colectiva, contra la tradici¨®n rom¨¢ntica y absorbente del yo. Somos s¨®lo en los ojos que nos ven, viene a decir el poeta. Nada es lo que parece, sospechamos, y menos nuestras patrias milenarias.
Por eso es tan higi¨¦nico y tan necesario salir de vez en cuando, salir de nuestro pa¨ªs y hasta, si nos apuran, de nosotros mismos para vernos mejor. Una enajenaci¨®n muy saludable: abandonar un rato nuestra aburrida mismidad eterna. Estar fuera de aqu¨ª y fuera de todo como los cosmonautas que abandonan la tierra, como Baroja saliendo de su casa de Itzea para ver c¨®mo el humo se confunde con el cielo borroso de Vera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.