Homenaje a 5 moscas
CINCO MOSCAS se aburren un domingo y deciden vivir emociones fuertes. "?Por qu¨¦ no vamos de gincana a un mitin de ZP?", propone una. Las otras cuatro la miran con asombro. ?A un mitin? Para eso me quedo en casa viendo la tele; cuarenta millones de espa?oles no pueden equivocarse. Pero la mosca aventurera insiste: "Nos ponemos a la derecha de su mano derecha. La que consiga pasar a la izquierda de su mano izquierda, gana". Es esta una historia triste, porque las cinco moscas murieron.
A la primera, ZP la golpe¨® con el filo de la mano derecha. La mosca pec¨® de inocente. Es el gesto m¨¢s com¨²n de ZP: mover el antebrazo de arriba abajo, con la mano extendida, fileteando el aire con energ¨ªa de karateca, como si estuviera partiendo ladrillos. "Basta ya de hipocres¨ªa", dijo ZP, y ah¨ª qued¨® la primera mosca.
Cuando ZP alardea de principios, lo que sucede con cierta frecuencia, agita el pu?o en el aire a poca altura
A la segunda la atrap¨® en el pu?o, la agit¨® en el aire unos instantes y la dej¨® caer al vac¨ªo. Cuando ZP alardea de principios o convicciones, lo que sucede con cierta frecuencia, agita el pu?o en el aire a poca altura. Ojo, con los nudillos hacia adentro. No como un comunista perezoso, sino como un jugador de dados tenso. "Porque estoy convencido", dice, y agita el pu?o en un movimiento corto y nervioso. La mosca se sinti¨® como se hubiera sentido cualquiera en el interior de una centrifugadora. A continuaci¨®n, ZP extiende los dedos bruscamente, como si hubiera recibido una peque?a descarga el¨¦ctrica o como si fuera Juan Tamariz gitando: "?Tatach¨¢n!". La mosca, mareada y algo electrocutada, cay¨® al suelo.
La tercera se llev¨® un rev¨¦s. Un golpe seco y contundente, de izquierda a derecha. Fue en la frase: "A lo largo de la legislatura", ZP barri¨® el atril y ah¨ª palm¨® la mosca. Las dos supervivientes comenzaban ya a pensar que hay mejores formas de pasar un domingo. ?Ni siquiera hab¨ªan alcanzado la mano izquierda! ?Pero qu¨¦ hace este hombre con las manos? ?Es que nunca para quieto? Le observaron largamente. Llegaron a descodificar los gestos de ZP, y los bautizaron mediante asociaciones de ideas: karateca, dados, tatach¨¢n, pajilla (c¨®mo son las moscas), rev¨¦s, yo... El "yo" es tambi¨¦n gesto mortal: ZP se golpea el pecho con la palma de la mano abierta.
Creyeron las dos moscas descubrir un patr¨®n: cinco karatecas, dos dados, un tatach¨¢n, cuatro pajillas, tres reveses, un yo. Descifraron despu¨¦s que cada gesto se correspond¨ªa con un determinado tono de voz, y memorizaron el c¨®digo hasta que fueron capaces de adivinar los gestos de ZP en la tribuna con los ojos cerrados: karateca, karateka, dados, tatach¨¢n, pajilla, pajilla, ?no, dados!, tatach¨¢n, pajilla-yo, karateca, rev¨¦s. ?S¨ª, s¨ª, s¨ª! Cuando se creyeron preparadas, se despidieron con dos besos. Hab¨ªan decidido que lo intentar¨ªan juntas.
Sortearon tres karatecas, seis dados, dos pajillas, un yo y cinco reveses, pero no hab¨ªan podido prever que, justo en la despedida, en el momento de decir: "?nimo, compa?eros y compa?eras!", ZP iba a utilizar un arma letal: el doble tailand¨¦s. Como un masajista que quisiera ablandar una espalda cargada de contracturas, ZP golpea repetidamente, con las dos manos en paralelo, a gran velocidad y con mucha fuerza, de arriba abajo. Plof, plof, murieron juntas las moscas. Plof, plof. Qu¨¦ vida esta.
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