Casa
Durante muchos a?os la idea de Espa?a me parec¨ªa algo raro, como un lamento que sonaba detr¨¢s de las horas y los d¨ªas. O como una columna de guardias civiles fundida a una nube de bur¨®cratas. Espa?a era un nombre que dec¨ªan mucho las gentes de orden, es decir, las del desorden, y todo muy regado de falacias, y de agua de hisopo; y libertad ninguna, y el tiempo parado porque no hab¨ªa nada que hacer, o poqu¨ªsimo, y los veranos no terminaban nunca, y entonces uno se cobijaba en su novia, ley¨¦ndole versos de vez en cuando, y viajaba en tren con ella, a ciudades peque?as, donde vivir crep¨²sculos y tabernas, todo como una parodia de alguna canci¨®n de Bob Dylan. Espa?a entonces estaba en ninguna parte, en realidad no la ve¨ªamos, o nos interesaba muy poco, con aquellos franquistas infames, y tambi¨¦n con sus hijos ventajistas, (hoy resucitados en algunos despachos p¨²blicos).
Luego pas¨® el tiempo, pas¨® todo, y nos hicimos mayores, y ya le¨ªmos otros versos que hablaban de la muerte, y de un vivir po¨¦tico a fondo, muy peligroso y conveniente; y de ah¨ª dimos en ver de otro modo a Espa?a, ahora ya sin los represores, y result¨® que el pa¨ªs apareci¨® como un lugar que merece la pena, una tierra no precisamente creativa, pero vivaz y din¨¢mica, una geograf¨ªa con diversas culturas (obligadas a la santa promiscuidad), y con tantos esforzados inmigrantes, y con m¨²sica por todas partes, y con una juventud solidaria y cumplidora; y por todo eso ahora resulta que soy de los que sentir¨ªa que esa Espa?a desapareciera, engullida por la fruici¨®n de los nuevos caciques de la periferia, gente fan¨¢tica en tantos casos; pero tampoco me hago mala sangre con esa perspectiva, porque a fin de cuentas uno vive en una casa intemporal, la que nos legaron tantos millones de amigos antiguos, la casa del idioma materno, en mi caso el castellano, y en esa casa generosa y abierta quiero vivir, pac¨ªficamente, y cuanto m¨¢s gritan y exigen desde la etnia y el retroceso, m¨¢s me siento de Buenos Aires o de Ciudad de M¨¦xico, sin olvidar que mi casa tambi¨¦n es la casa de Tirant lo Blanc. Y muy agradecido.
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