Perseguir 'camellos' y criar pollos

Diez metros de carretera asfaltada. ?sa era la red vial que encontr¨® la fuerza expedicionaria de la Infanter¨ªa de Marina espa?ola, formada por 200 personas, cuando lleg¨® en octubre de 2004 a Fort-Libert¨¦, en el departamento noreste de Hait¨ª. "Nuestra regi¨®n es la m¨¢s pobre de Hait¨ª. Con decirte que no hab¨ªa ni una ONG...", cuenta el coronel Javier Hertfelder, jefe del batall¨®n hasta marzo, en que fueron reemplazados por un nuevo contingente.

Como parte de la misi¨®n de la ONU, los militares espa?oles han escoltado convoyes y autobuses y han ayudado a la endeble polic¨ªa a detener asaltantes, violadores y camellos. En la regi¨®n hay poca violencia pol¨ªtica, pero s¨ª una nutrida criminalidad alentada por la proximidad de Ouanaminthe, el principal paso fronterizo con Rep¨²blica Dominicana.

No han faltado tampoco el reparto de ayuda humanitaria, la atenci¨®n sanitaria y las incursiones en obras p¨²blicas. "La poblaci¨®n esperaba ayuda e hicimos lo que pudimos", explica el coronel Hertfelder. "Con nuestro bulldozer y una pala cargadora construimos un basurero para Fort-Libert¨¦ y arreglamos un trozo de camino".

Tambi¨¦n comparten la electricidad de los generadores de la base. Los "puntos de luz" instalados en el exterior para ofrecer m¨¢s seguridad han acabado teniendo otro cometido. "Como anochece temprano, los j¨®venes se re¨²nen debajo de los focos para estudiar y recitar sus apuntes". La poblaci¨®n cuida esas farolas como oro en pa?o y vigila para que nadie robe la electricidad.

Condiciones duras

Frente a la calma predominante en el interior de Hait¨ª, la capital es escenario habitual de enfrentamientos. "Un 80% de la violencia se da en Puerto Pr¨ªncipe", explica el comandante de la Guardia Civil Fernando Fondevilla, incorporado a la direcci¨®n de la Polic¨ªa de la Minustah y coordinador del contingente espa?ol, formado por 18 guardias civiles y ocho polic¨ªas.

Destinados en diversos puntos del pa¨ªs, los agentes espa?oles realizan labores de formaci¨®n y asesor¨ªa de la polic¨ªa haitiana. A veces, tambi¨¦n, se ven envueltos en la violencia, como le ocurri¨® a un guardia civil que intent¨® evitar un linchamiento en Puerto Pr¨ªncipe y estuvo a punto de perder un ojo.

A pesar de la inseguridad, las condiciones de vida son mejores en la capital que en las zonas rurales, explica Fondevilla. En Fort-Libert¨¦, los guardias civiles llegados antes que el batall¨®n espa?ol no ten¨ªan literalmente d¨®nde meterse. En Hinche, los agentes han conocido la "ducha" con baldes y la incomunicaci¨®n m¨¢s absoluta. En Miragoane, hay serios problemas para conseguir comida fresca, lo mismo que en Jacmel, donde los guardias civiles han optado por criar sus propios pollos. "Y cuando vienen a la capital a alguna reuni¨®n, arrasan el supermercado".