Choque de civilizaciones
Resulta dif¨ªcil pedirle a un filme como El reino de los cielos, el regreso de Ridley Scott al gran espect¨¢culo hist¨®rico despu¨¦s de su ¨¦xito con Gladiator, una firme historicidad, ni siquiera en algunos de los grandes datos de la Historia que maneja en este filme, ambientado entre la II y la III Cruzadas.Y sin embargo, no puede ser m¨¢s actual el fin que parece perseguir Scott. Porque m¨¢s all¨¢ de su espectacularidad, que es mucha (los efectos especiales, aunados al trabajo de los ambientadores, muestran el cerco a una ciudad medieval como jam¨¢s antes lo haya hecho el cine, por ejemplo), y m¨¢s a¨²n de los datos hist¨®ricos que no ajustan ni con calzador, el discurso de la pel¨ªcula no puede ser m¨¢s claro: llevamos muchos siglos de historia, nos recuerdan los t¨ªtulos finales, y todav¨ªa hoy los habitantes del Reino de los Cielos, la ciudad de Jerusal¨¦n, no pueden vivir en paz. Y la culpa la tienen los fan¨¢ticos religiosos. Es extra?o viniendo de un director como Ridley Scott, cuya fascinaci¨®n por la guerra ha quedado clara en pel¨ªculas como Los duelistas, Gladiator o Black Hawk derribado un discurso como el que la pel¨ªcula articula. Porque lo que emerge con fuerza de sus im¨¢genes, encarnado sobre todo en los personajes m¨¢s sensatos de la funci¨®n (el herrero Orlando Bloom, convertido inopinadamente en caballero y heredero de un peque?o territorio en Tierra Santa; el gran sult¨¢n Saladino; el noble Tiber¨ªades), es un discurso sin paliativos sobre la inutilidad de la guerra, de cualquier guerra para solucionar los conflictos humanos.
EL REINO DE LOS CIELOS
Direcci¨®n: Ridley Scott. Int¨¦rpretes: Orlando Bloom, Eva Green, Liam Neeson, Jeremy Irons, David Thewlis, Ghassan Massoud. G¨¦nero: drama hist¨®rico, EE.UU-Gran Breta?a, 2005. Duraci¨®n: 145 minutos.
De ah¨ª que El reino de los cielos tenga la extra?a apariencia de un filme de tesis envuelto en las brillantes, impecables im¨¢genes de minuciosa reconstrucci¨®n hist¨®rica pero con menos parlamentos, aunque tampoco est¨¢ falto de discursos el filme. El resultado, no obstante, y a pesar de sus casi dos horas y media de metraje, es impecable. Funciona el segmento espectacular, con las batallas, el asedio a Jerusal¨¦n, los combates cuerpo a cuerpo; pero tambi¨¦n funciona el discurso, perfectamente compartible, contrario a la guerra y al choque de civilizaciones.
Porque si algo queda claro al acabar el filme, como mensaje de sus creadores, no es otra cosa que las guerras las provocan los fan¨¢ticos religiosos, la intransigencia militante, los que confunden sus deseos de poder con los designios de Dios. Un discurso, en fin, perfectamente adaptado a estos tiempos de l¨ªderes apocal¨ªpticos y militares siempre listos a darle al gatillo.
Babelia
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