"Incluso en el manicomio hay esperanza"
Ya est¨¢ aqu¨ª la segunda novela de Rub¨¦n Gallego (Mosc¨², 1968). Tras el ¨¦xito de Blanco sobre negro, su primer libro, que fue traducido a 16 idiomas, publica ahora Ajedrez (Alfaguara). Es el ambicioso regreso literario-autobiogr¨¢fico de Gallego, minusv¨¢lido casi total de nacimiento, a los infernales orfanatos blancos de la URSS en los que vivi¨® hasta que se fug¨® del pa¨ªs en 1990, aprovechando el caos producido por la ca¨ªda del comunismo.
Dividida en tres actos, la novela empieza y acaba con sendas escenas teatrales, y en medio relata, en cap¨ªtulos-cuchillos, unos tiernos y sutiles y otros brutales, la amistad entre Rub¨¦n (el autor) y Misha (su amigo real), su encarnizada lucha por salvarse del manicomio o el asilo de ancianos, los destinos que el r¨¦gimen les ten¨ªa preparados.
"Conozco las leyes del g¨¦nero: s¨¦ que haga lo que haga habr¨¢ 2.000 que dir¨¢n que me repito y 2.000 que dir¨¢n que el primer libro era el bueno"
"La literatura da esperanza al que lee. No cura, pero da una peque?a oportunidad que puede ser parte de la cura"
Tan ir¨®nico y sincero como siempre, m¨¢s sabio y bastante m¨¢s sarc¨¢stico, Gallego, que ha sido nombrado miembro honor¨ªfico del PEN de Noruega y ahora vive en Friburgo (Alemania) con su hermana Ana y su madre, Aurora (traductora de esta entrevista), dice que este libro es mucho mejor que el primero, y a?ade con sorna, moviendo sus precisas manos deformadas: "?Pero para ser buen escritor hay que estar muerto!".
Pregunta. ?No piensa salir nunca del orfanato?
Respuesta. Es una met¨¢fora, una imagen. Si seguimos la met¨¢fora, es un manicomio. Puedes preguntarme entonces si no voy a salir nunca del manicomio. ?No estamos ya en ¨¦l t¨² y yo? ?Estamos aqu¨ª hablando por casualidad, porque el m¨¦dico no mira! ?Pero en cuanto mire salimos corriendo los dos, cada uno por un lado!
P. ?Ajedrez es el mismo libro que Blanco sobre negro?
R. Es mejor, mucho mejor. Ahora tengo m¨¢s experiencia, menos ilusiones y soy m¨¢s fuerte.
P. Hay teatro al principio y al final, y vida en medio.
R. El teatro est¨¢ en todas partes, es otra met¨¢fora. El manicomio como met¨¢fora del teatro, la vida como met¨¢fora del manicomio... Una met¨¢fora de tres direcciones: teatro, vida, manicomio.
P. ?Y los sue?os?
R. Son los mismos, iguales.
P. Con menos ilusiones.
R. S¨ª. Antes era tonto e ingenuo. Ahora tambi¨¦n soy tonto, pero menos ingenuo.
P. ?El escritor escribe siempre el mismo libro?
R. ?Claro! Todos los libros de un escritor forman un megalibro. Si relees toda la obra de un autor de forma r¨¢pida comprendes que es un solo libro.
P. ?Y un mismo personaje?
R. El escritor, siempre. Se puede decir lo mismo del teatro: sale un actor y presenta algo. Yo soy un actor, un clown, presento algo y vosotros me mir¨¢is y pens¨¢is sobre vuestras vidas. El lector quiere siempre, a la vez, un libro diferente y el mismo libro. Y el actor siempre se acuerda de algo: en la sala hay gente con tomates. La gente va al teatro justo por eso: a ver si se equivoca el actor. Pero si sucede, le quieren m¨¢s, le sienten m¨¢s cercano. Por eso el teatro nunca morir¨¢.
P. ?As¨ª que la promoci¨®n del libro tambi¨¦n es literatura?
R. S¨ª. Yo hablo mejor que escribo, mis conversaciones son mejores que mis di¨¢logos. Cuando hablo con los periodistas, o en la televisi¨®n, hago dos cosas: doy prueba de que soy un mal escritor, porque sigo vivo, y doy prueba de que soy bueno porque, estando vivo, me sacan en la tele. ?Quieren las dos cosas al tiempo!
P. ?Se repite escribiendo?
R. Nunca. Conozco las leyes del g¨¦nero: s¨¦ que, haga lo que haga, habr¨¢ 2.000 que digan que me repito y 2.000 que digan que el primer libro era bueno y ¨¦ste es p¨¦simo. Pero el escritor tiene que tener buena memoria, y yo me acuerdo de esos 2.000 que dijeron que el primer libro era malo. Est¨¢n sentados ah¨ª, con sus tomates. Est¨¢ bien. Pero no puedo pensar en tomates todo el tiempo.
P. ?La literatura cura?
R. Al que lee. Da esperanza. No cura, da una oportunidad que puede ser parte de la cura.
P. Pero para leer, dijo John Berger, hay que quererse algo.
R. Incluso para aprender el alfabeto hay que quererse un poco. ?Pero qu¨¦ es el amor? Desear que una persona o una cosa exista. ?Y el odio? Lo contrario. Por eso yo sigo vivo y quiero existir, y en la medida en que quiero existir, escribo. Si no quisiera, ?para qu¨¦ escribir? Hay que quererse para hacer cualquier cosa.
P. Aunque para ser buen escritor el requisito es estar muerto.
R. Yo nunca he dudado de eso. Por lo menos hay que estar muy cerca de la muerte. Los certificados m¨¦dicos no sirven. S¨®lo la fecha de nacimiento que pone en el pasaporte resiste la prueba. Si uno ha nacido hace 100 a?os, es buen escritor. Si los certificados m¨¦dicos valieran, yo ser¨ªa un buen escritor ya.
P. Sabemos ya que no olvida. ?Y perdonar? ?Perdona?
R. No acuso a nadie. No tiene sentido acusar. Escribo para que me comprendan, y para que la gente se comprenda un poco mejor unos a otros. Un ejemplo: una persona de Mosc¨² ayuda mucho a los ni?os de los orfanatos, recoge dinero, lleva ropa, les busca trabajos... Hace mucho y tiene poco tiempo. Ahora, todo es m¨¢s f¨¢cil para ¨¦l. A los locos que se ofrecen a ayudarle con los ni?os, les da mi libro. Me dice: "?Cu¨¢nto tiempo me has ahorrado!".
P. ?No deber¨ªa ser al rev¨¦s?
R. Nunca sabemos cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias de nuestros actos. Antes, los periodistas estaban seguros de que con un peri¨®dico se pod¨ªa envolver pescado y hacer un mont¨®n de cosas. Ahora, con los ordenadores y tanto papel higi¨¦nico, uno pensar¨ªa que el peri¨®dico est¨¢ hecho s¨®lo para ser le¨ªdo. Y el periodista piensa: "Por lo menos lo van a leer". Dentro de ti mismo, en el bar, mientras fumas y tomas una ca?a, puedes so?ar: "Alguien va a leer mi art¨ªculo y ser¨¢ un poco mejor". Siempre queda esa esperanza. Aunque si de una manera milagrosa todos los lectores de tu peri¨®dico te leyeran, no s¨¦ qu¨¦ pasar¨ªa. ?Y los de los tomates siguen ah¨ª, y te pueden dar! A veces, te preguntan en qu¨¦ peri¨®dico escribes y apenas lo dices el tomate ya est¨¢ volando. La buena noticia es que si dices otro peri¨®dico, vuelan otros tomates.
P. Le veo en plena forma.
R. Ha pasado el tiempo, nos hacemos viejos, todav¨ªa soy lo suficientemente joven para no estar senil. Y tengo m¨¢s conocimiento de la vida.
P. ?Y c¨®mo va el proyecto de matrimonio?
R. ?Un desastre absoluto! Si tuviera trabajo y casa me hubiera podido casar. Sin eso, ?qui¨¦n quiere un novio as¨ª?
P. Es famoso, escritor, miembro del PEN...
R. ?Miembro honorario! Si hubiera podido decir que trabajo en El PA?S y que tengo un sueldo aunque sea peque?o cada mes, ser¨ªa menos famoso pero tendr¨ªa la misma cantidad de tomates y m¨¢s mujeres.
P. No crea...
R. ?Qu¨¦ pena! ?Y c¨®mo puedes seguir viviendo?
P. No s¨¦... ?El f¨²tbol?
R. El cuento m¨¢s optimista del libro es el del f¨²tbol. En general, el libro es optimista. Porque incluso en el manicomio hay esperanza. Un cigarro, un vaso de agua...
P. Hace falta poco para vivir.
R. Poco, ?pero si empezamos a enumerar, la lista es muy larga!
P. ?Hay amigos como Misha?
R. Misha muri¨®. Dicen que los mejores siempre se van antes.
P. ?Eso suena a t¨®pico de velatorio!
R. No, ?es que los recordamos antes de que lograran ser peores de lo que eran!
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