Comunidades de destino solapadas
Las ideolog¨ªas y las pr¨¢cticas pol¨ªticas nacionales han dejado de tener parte de su sentido en el marco de referencia de la globalizaci¨®n. Una de las causas -no la ¨²nica- del decaimiento de la tercera v¨ªa de Blair fue su car¨¢cter particularista, aplicado a Gran Breta?a. En una coyuntura de "Estados desagregados" y de "comunidades de destino solapadas", los problemas de la humanidad y sus soluciones desbordan las categor¨ªas tradicionales del Estado-naci¨®n.
David Held, profesor de la London School of Economics, pertenece a los que ven el mundo desde una perspectiva socialdem¨®crata. Su intento en este libro consiste en adaptar el viejo pacto entre clases sociales para avanzar sin violencia a las condiciones geopol¨ªticas del siglo XXI y de la globalizaci¨®n; lo que denomina una agenda para la socialdemocracia global. Held se pone en el lugar de los que tratan de encontrar una salida entre los que no son pacifistas y reconocen los peligros evidentes que suponen las nuevas redes terroristas y los Estados canallas (o Estados granujas) y que tambi¨¦n rechazan la posici¨®n actual, unilateralista, de las administraciones de Bush y de Blair.
UN PACTO GLOBAL
David Held
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar
Taurus. Madrid, 2005
257 p¨¢ginas. 20 euros
La aparici¨®n, cada vez con m¨¢s fuerza, de problemas sist¨¦micos planetarios (las crecientes desigualdades, la volatilidad de los mercados, el blanqueo del dinero, el tr¨¢fico de drogas, el terrorismo, el calentamiento global o el sida) requiere una respuesta multilateral coordinada. M¨¢xime cuando los Estados tradicionales, en muchos casos, ya no disponen siquiera del monopolio de la fuerza; en muchas regiones del planeta hay ej¨¦rcitos y empresas de seguridad privada, que son determinantes en el transcurso de los conflictos. De manera que, por primera vez en la historia, el elemento que hab¨ªa sido m¨¢s relevante para los Estados-naci¨®n como objetivo y raz¨®n de ser, es decir, la seguridad nacional, y el que hab¨ªa ocupado el n¨²cleo del Estado moderno tal como se entendi¨® a partir de Hobbes, ahora s¨®lo puede alcanzarse si los Estados-naci¨®n se al¨ªan y ponen en com¨²n sus recursos, tecnolog¨ªa, servicios de informaci¨®n, poder y autoridad.
Held predica una nueva noci¨®n de internacionalismo, a partir del compromiso con ideales ¨¦ticos cosmopolitas y del intento de afianzarlos en instituciones pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas clave, y proporciona un marco para reformular la naturaleza y la forma de gobernanza. En el centro se sit¨²a el requisito de que, en todos los niveles, una leg¨ªtima autoridad pol¨ªtica tiene que defender (y estar delimitada por) un compromiso con los valores y principios que sustentan la igualdad pol¨ªtica, la democracia, los derechos humanos, la justicia pol¨ªtica y social, y la gesti¨®n sensata del medio ambiente.
Para ello, Held reivindica el concepto de ciudadan¨ªa mundial, de Habermas: la ciudadan¨ªa deja de basarse en la pertenencia a una comunidad que confiere determinados derechos y deberes a los que cumplen ciertos requisitos, para convertirse en un principio alternativo del orden mundial seg¨²n el cual las personas tienen derechos y deberes equivalentes en esferas transversales de toma de decisiones que afectan a sus necesidades e intereses vitales.
La necesidad de un pacto
global, que ha de ser de naturaleza socialdem¨®crata, para asegurar una gobernanza de la globalizaci¨®n, tiene el sentido de evitar que devenga en un fen¨®meno divisivo: una proporci¨®n considerable de la poblaci¨®n mundial se ve hoy excluida de los beneficios de la globalizaci¨®n. El desarrollo y la globalizaci¨®n est¨¢n funcionando bien para muchas personas, en un n¨²mero considerable de pa¨ªses, pero por el momento no lo est¨¢ haciendo, de modo alguno, para todos. El abismo total existente entre los Estados m¨¢s ricos y m¨¢s pobres es m¨¢s profundo que nunca.
Todo ello delimita la calidad de la democracia. La gobernanza es una actividad que act¨²a en cada vez m¨¢s niveles y que se encuentra intrincadamente institucionalizada y espacialmente dispersa, mientras que la representaci¨®n, la lealtad y la identidad siguen tozudamente enraizadas en las tradicionales comunidades regionales y nacionales. Entonces, la relaci¨®n entre los que toman las decisiones y los que las reciben no es necesariamente sim¨¦trica o coherente en relaci¨®n con el territorio. El actual sistema de gobernanza global constituye un escenario en el que se lucha por la riqueza, el poder y el conocimiento.
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