Todav¨ªa el jefe
El hecho de que la victoria laborista se diese por segura o que no haya sido abrumadora, como en las dos ocasiones precedentes, no debe empa?ar la importancia de que Tony Blair haya sido revalidado por tercera vez como primer ministro brit¨¢nico. El l¨ªder laborista ha conseguido algo no so?ado por sus predecesores en el partido y s¨®lo logrado por el icono conservador Margaret Thatcher. Otra cosa es que su mayor¨ªa absoluta, menguada en m¨¢s de 50 esca?os respecto a 2001, haga naufragar su ambici¨®n de completar su ¨²ltimo mandato. Estas elecciones han reducido a las habituales dimensiones brit¨¢nicas las gal¨¢cticas victorias anteriores.
Los votantes han castigado b¨¢sicamente a Blair por sus reiterados enga?os sobre Irak. Pero una vez m¨¢s han descartado como alternativa cre¨ªble a la desnortada oposici¨®n conservadora, cuyo deslavazado l¨ªder, Michael Howard, anunci¨® ayer su pr¨®xima retirada pese a la clara mejora de resultados respecto de 2001. Y de nuevo han dejado con la miel en los labios al tercer partido, el liberal-dem¨®crata, que pese a sus ganancias parece condenado, por sus propias debilidades y la crudeza del sistema electoral, a permanecer indefinidamente en el purgatorio agridulce del que nunca acaba de salir.
El jefe del Gobierno asegura, en un probable rito com¨²n a todo vencedor escarmentado, que ha escuchado a sus conciudadanos y aprendido una lecci¨®n reflejada en que el laborismo ha obtenido poco m¨¢s del 36% del voto, la marca m¨¢s baja anotada por un partido ganador. La apagada celebraci¨®n laborista de ayer tiene poco que ver con la euforia avasalladora de 1997 o 2001. De momento, el primer ministro promete como expiaci¨®n de sus culpas concentrarse en un programa de radicales -y vitales- reformas interiores, desde la sanidad a la educaci¨®n, pasando por la inmigraci¨®n y la seguridad ciudadana.
La reducci¨®n de la mayor¨ªa parlamentaria de Blair, sin embargo, puede comprometer tan abultado y propagand¨ªstico programa legislativo. Y tambi¨¦n facilitar el camino a su eventual sucesor y favorito dentro del partido, el titular de Finanzas, Gordon Brown, asunto ¨¦ste sobre el que proporcionar¨¢ pistas la conferencia laborista de septiembre. El primer ministro tiene por delante muy serios desaf¨ªos, y cualquier percepci¨®n de debilidad por parte de sus diputados, ya consistentemente divididos en la ¨²ltima legislatura, no har¨¢ sino acentuarla. En este sentido, una eventual derrota en el prometido refer¨¦ndum del a?o pr¨®ximo sobre la Constituci¨®n europea podr¨ªa precipitar el fin de la era Blair.
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