"El Holocausto se aceler¨® por motivos econ¨®micos"
El historiador G?tz Aly, de 58 a?os, ha conmocionado y desencadenado una pol¨¦mica en su pa¨ªs con su libro El Estado popular de Hitler. Robo, guerra racial y socialismo nacional. La documentada obra de Aly contiene una de las explicaciones m¨¢s coherentes de por qu¨¦ un pa¨ªs con el nivel cultural y de civilizaci¨®n de Alemania fue capaz de cometer la barbarie del Holocausto.
Pregunta. ?Podr¨ªa explicar la frase con que concluye su libro: "Quien no quiera hablar de las ventajas para millones de alemanes sencillos, que no hable de nacionalsocialismo ni Holocausto"?
Respuesta. Es una modificaci¨®n de una frase muy conocida del soci¨®logo Max Horkheimer: "Quien no quiera hablar de capitalismo, que no hable de fascismo". Esta frase se hizo muy popular en la Alemania de la posguerra porque reduc¨ªa la culpa. Ning¨²n r¨¦gimen cometi¨® tantos cr¨ªmenes como el nacionalsocialismo. Lo que se hizo bajo Franco o Mussolini no tiene comparaci¨®n posible con la masacre cometida aqu¨ª. De ah¨ª surgi¨® la necesidad autom¨¢tica, y humanamente comprensible, de limitar la culpa a los capitalistas, a comandos de matones, a pol¨ªticos perturbados, a enfermos. Eso se puede entender. Este libro estudia la cuesti¨®n de por qu¨¦ los alemanes colaboraron tanto tiempo; por qu¨¦ en el interior del pa¨ªs bast¨® con tan poco terror, entre 1935 y 1942, para mantener a los alemanes de buen ¨¢nimo bajo este r¨¦gimen. Digo entre 1935 y 1942 porque de 1933 a 1935 estaban en fase de consolidaci¨®n, que efectivamente iba ligada al terror, pero en 1936 se encerr¨® a unas 4.000 personas en los campos de concentraci¨®n alemanes. La mitad eran los llamados asociales y alcoh¨®licos. Hab¨ªa presos pol¨ªticos, pero muy pocos. La mayor¨ªa de los socialdem¨®cratas y comunistas se acomodaron. Posteriormente s¨ª hubo una fase m¨¢s de terror, entre el verano de 1942 y 1945. Es entonces cuando se produce la mayor¨ªa de las condenas a muerte de alemanes, unas 30.000, 15.000 contra soldados y 15.000 contra civiles, pero el 90% de ellas se ejecuta despu¨¦s del verano de 1942.
"Ning¨²n otro r¨¦gimen cometi¨® tantos cr¨ªmenes como el nacionalsocialismo. Lo que se hizo bajo Franco y Mussolini no tiene comparaci¨®n con la masacre cometida aqu¨ª"
"El Holocausto quiere decir trabajos forzados, saqueo despiadado, pero siempre pagando. Es un saqueo muy h¨¢bil. Funciona seg¨²n el esquema de comprar en vez de robar"
"Las actas del Banco del Reich se destruyeron en la incineradora de billetes del Bundesbank cuando gobernaba el canciller socialdem¨®crata Helmut Schmidt"
"Se actu¨® por m¨®viles rastreros. Este soborno pol¨ªtico y social y lo f¨¢cil que es compensar cosas a costa de otros (...) es m¨¢s desagradable que pensar en un antisemitismo medieval"
"Los est¨®magos de los alemanes y las ventajas que sacaron del r¨¦gimen se pagaron a costa de los asesinados, de los pa¨ªses conquistados, de los jud¨ªos aniquilados"
"La palabra culpa no aparece en mi libro para nada. Yo quiero explicar c¨®mo y por qu¨¦ funcion¨® el sistema, y c¨®mo funcion¨® el soborno masivo"
P. Luego hab¨ªa complicidad con el r¨¦gimen y agradecimiento por lo recibido.
R. S¨ª, as¨ª es. Yo afirmo en este libro que no fue tanto la ideolog¨ªa racista lo que entusiasm¨® a la mayor¨ªa de los alemanes. La mayor¨ªa no se convirtieron en racistas desaforados, sino que se acomodaron a este r¨¦gimen que emple¨® m¨¦todos muy bien conocidos por el mundo actual. Son m¨¦todos del moderno Estado social redistribuidor.
P. Eso, por supuesto, es mucho peor. Significa que hab¨ªa algo as¨ª como una especie de contrato social. De una parte, est¨®magos agradecidos y, de otra, los criminales.
R. S¨ª, pero los est¨®magos agradecidos y el crimen est¨¢n relacionados. Los est¨®magos de los alemanes y las ventajas que sacaron de este r¨¦gimen se pagaron a costa de los asesinados, de los pa¨ªses de Europa conquistados, de ocho millones de trabajadores forzosos, a costa de los jud¨ªos aniquilados. En este libro expongo la relaci¨®n entre lo uno y lo otro. Es un libro cient¨ªfico, pero, para mi sorpresa, ha tenido ¨¦xito. Yo no contaba con eso; es un libro para los archivos, pero ?por qu¨¦ los alemanes lo leen ahora? Noto, por las reacciones de los lectores, que, como alemanes, no importa a qu¨¦ partido votemos, aceptamos los cr¨ªmenes de la Alemania nacionalsocialista como algo que sucedi¨® y sobre lo que ya no hay discusi¨®n. Lo aceptamos como hecho hist¨®rico, del que, como descendientes, tenemos que asumir la responsabilidad hist¨®rica. El problema es que si recibimos la herencia de nuestros antepasados, las historias de las familias parecen inocuas, no nos cuadran con los cr¨ªmenes de esos 12 a?os. Este libro construye el puente, puede contribuir a explicar por qu¨¦ este sistema, en conjunto tan l¨¢bil y especulativo, tuvo tanto ¨¦xito. Sit¨²o en un lugar central las cartas desde el frente del soldado Heinrich B?ll [premio Nobel de Literatura], que era un antinazi manifiesto, toda su familia lo era. Pertenec¨ªa al c¨ªrculo cat¨®lico de Colonia. Fue soldado durante seis a?os. Las cartas desde el frente muestran c¨®mo una familia as¨ª se integr¨®, hasta cierto punto les iba bien, pese a la dureza de la vida en Colonia. B?ll lleg¨® a mandar a casa desde Francia 11 paquetes en un d¨ªa. En sus cortos permisos regal¨® a su mujer medio cerdo, ropa interior de seda y perfumes. Todo a costa de la econom¨ªa francesa.
P. El 95% de los alemanes sac¨® provecho.
R. Tambi¨¦n los antifascistas.
P. ?Sab¨ªan a costa de qui¨¦n les llegaba este bienestar?
R. Vagamente. Tambi¨¦n esto se lee en las cartas de B?ll. Al principio dice: "Lo que hacemos aqu¨ª como soldados es expoliar cad¨¢veres. Compramos todo el pa¨ªs hasta dejarlo vac¨ªo, y yo no quiero participar en esta rebati?a de art¨ªculos de ocasi¨®n". Despu¨¦s se nota c¨®mo tambi¨¦n ¨¦l cae en la tentaci¨®n y compra y compra, y enseguida no escribe m¨¢s que de sus expediciones por la campi?a francesa en busca de comida.
P. Seg¨²n su argumentaci¨®n, el antisemitismo no explica lo ocurrido.
R. No, el antisemitismo no explica por qu¨¦ este r¨¦gimen del que estaba tan claro que ten¨ªa que llevar a un mal camino, si lo vemos con ojos de hoy, pudo sostenerse tanto tiempo y por qu¨¦ tantos participaron en ¨¦l. Fueron esos mecanismos. No s¨®lo los paquetes; era el buen abastecimiento de Alemania durante la guerra. No se pod¨ªa alimentar a s¨ª misma, y toda Europa fue expoliada. En Polonia, en Grecia, en la URSS murieron de hambre millones de personas. En Polonia hab¨ªa un gobernador llamado Hans Frank, que gracias a Dios fue ahorcado, que dec¨ªa: "No, eso no lo podemos hacer. Si los dejamos a¨²n con menos de lo que tienen, va a haber una rebeli¨®n, una guerra de guerrillas". El ministro de Alimentaci¨®n le contest¨®: "?Y por qu¨¦ no? Dentro de poco, Polonia estar¨¢ limpia de jud¨ªos". Era en el verano de 1942.
P. Usted dice que no fue la ideolog¨ªa antisemita. ?Tampoco fue el deslumbramiento por un caudillaje carism¨¢tico?
R. No voy a decir que no fuera la ideolog¨ªa antisemita. Si usted quiere expropiar a los jud¨ªos, no puede decir que los jud¨ªos son ciudadanos con los mismos derechos. Si usted expropia a los jud¨ªos de Europa, tendr¨¢ que decir que el dinero que tienen lo han conseguido con malas artes y que son mala gente. Se necesita tambi¨¦n una ideolog¨ªa antisemita. Era importante que eso tuviera una compensaci¨®n directa. La expropiaci¨®n de los jud¨ªos en el a?o fiscal 1938-1939 aport¨® a las arcas del Estado alem¨¢n unos ingresos adicionales del 9,5%. Esos ingresos fueron a costa del patrimonio de los jud¨ªos asesinados, y esto se perpetu¨® en la guerra en toda Europa. La gente se dio cuenta de que se sacaba provecho. Se aprovision¨® a las v¨ªctimas de los bombardeos con los muebles de los jud¨ªos deportados. A Colonia arrasada llegaron muebles de Amberes, Par¨ªs, Lieja, Bruselas y Rotterdam, y a las v¨ªctimas de los bombardeos, ropa de los jud¨ªos de Praga.
P. Esto significa que hay una relaci¨®n entre el campo de exterminio de Auschwitz y el bombardeo de Dresde.
R. S¨ª, hay una relaci¨®n entre Auschwitz y todo el mundo en Alemania. Es una relaci¨®n de la que la gente sencilla no era consciente. Pero se pod¨ªa barruntar algo, una idea de que estaban llegando cosas que hab¨ªan pertenecido a otros. Y hubo gente que no quiso aceptar esas cosas.
P. Y los mandamases pol¨ªticos lo sab¨ªan. ?Tuvo el Holocausto una ra¨ªz econ¨®mica?
R. El Holocausto se aceler¨® por razones econ¨®micas. Los motivos econ¨®micos y de pol¨ªtica social no explican el Holocausto, pero que haya habido este provecho concreto, que lo aceler¨® todo y tambi¨¦n hizo posible el consentimiento p¨²blico, es una condici¨®n previa importante. Se deport¨® a los jud¨ªos de Colonia en un momento en que el soldado B?ll, por haber sido declarado enfermo, se encontraba muy cerca y visitaba con regularidad a sus padres y a su mujer. En sus muchas, muchas cartas, no dice ni una palabra de esto. Esto sencillamente no pasaba. No era noticia, ni siquiera para alguien as¨ª. A la gente le iba relativamente bien, se hab¨ªan acomodado y a partir de alg¨²n momento confiaban en que se ganar¨ªa. Esto tambi¨¦n aparece en las cartas de B?ll desde el frente: "Tenemos que ganar". Y as¨ª es como se puede contestar a la pregunta de qu¨¦ sab¨ªa la gente. Como para poder conocer esto y lo otro y la existencia de las c¨¢maras de gas, tanto no. Pero intu¨ªan, y se ve en cartas y opiniones de la ¨¦poca, que si Alemania era derrotada y los vencedores trataban a los alemanes la mitad de mal de c¨®mo ¨¦stos trataron a los que hab¨ªan vencido, no habr¨ªa nada que hacer. Esto tambi¨¦n llev¨® a aumentar esa integraci¨®n pol¨ªtica en la segunda mitad de la guerra, esa sensaci¨®n compartida de que los puentes que quedaban atr¨¢s estaban destruidos.
P. Estaban obligados a ganar.
R. Todo el sistema financiero era puramente especulativo, lo que en Alemania llamamos sistema de bola de nieve. Como un fondo de inversi¨®n que promete grandes ganancias siempre que constantemente atraiga nuevos inversores. Desde el punto de vista pol¨ªtico, era una burbuja especulativa, tambi¨¦n financieramente. Esa guerra y todas las obligaciones y deudas que se hab¨ªan contra¨ªdo s¨®lo se pod¨ªan poner de nuevo en orden, refinanciar, por as¨ª decirlo, con una victoria aplastante que fuera unida a la explotaci¨®n despiadada de millones de personas.
P. Esto es peor que si se les hubiera deslumbrado o fueran antisemitas por motivos ideol¨®gicos. Actuaron por motivos rastreros.
R. Se actu¨® por m¨®viles rastreros. Por otra parte, vemos actuar a esa gente desde una perspectiva actual. Las posibilidades de distanciamiento disminuyen. Este soborno pol¨ªtico, social, y lo f¨¢cil que es compensar determinadas cosas a costa de otros y hacerlo con los correspondientes medios del poder es m¨¢s desagradable que pensar que fue un antisemitismo medieval, que hubo una propaganda abrumadora y que los alemanes estaban tan deslumbrados y creyeron a ese f¨¹hrer carism¨¢tico que les prometi¨® una y otra vez el oro y el moro, y como, despu¨¦s de Versalles [el tratado de paz de 1919] y la derrota de la I Guerra Mundial, estaban tan machacados interiormente, se dejaron atrapar por el se?uelo de ese hombre. ?sta es la clase de explicaci¨®n habitual.
P. En el libro aparecen nombres que no eran tan conocidos. Todos conocemos a Himmler, Heydrich, Eichmann. Pero ah¨ª aparecen nombres como el del ministro de Hacienda, Schwerin von Krosigk. Es la primera vez que oigo hablar de ¨¦l. Y resulta que ¨¦l y otros, en todo este sistema, eran mucho peores. ?Podr¨ªa llam¨¢rseles asesinos de despacho?
R. Esta gente de la administraci¨®n financiera del Reich, que en la II Guerra Mundial gestionaba las finanzas, al principio de sus carreras tuvieron que pagar las reparaciones de guerra a Francia, B¨¦lgica y Reino Unido. El Departamento III del Ministerio de Econom¨ªa, que m¨¢s tarde explotar¨ªa a Europa sin piedad, era el encargado de regular las deudas del Tratado de Versalles. Esa gente aprendi¨® al principio como v¨ªctimas, como objetos pasivos del Tratado de Versalles, como ejecutores contra su propia convicci¨®n; despu¨¦s enriquecieron lo aprendido con talento administrativo alem¨¢n y radicalismo narcisista, y lo aplicaron a Europa, siempre con el sentimiento subjetivo de que se estaban vengando de algo que se les hab¨ªa hecho. Esto jug¨® un papel, ya lo creo. Pero con un radicalismo y una contundencia que no se pueden comparar con las cargas que se impusieron a Alemania despu¨¦s de la I Guerra Mundial.
Esta administraci¨®n financiera ten¨ªa un plan muy claro de c¨®mo financiar la II Guerra Mundial y, por ejemplo, siempre pidi¨® que se cobraran m¨¢s impuestos a los trabajadores alemanes, al asalariado medio. Sencillamente para evitar el peligro de inflaci¨®n, para financiar la guerra con cierta solidez. Hitler siempre dijo que no, que eso no se le pod¨ªa pedir al pueblo, que buscaran otros caminos. Y se pusieron a buscarlos.
P. ?Eso quiere decir el Holocausto?
R. Eso quiere decir Holocausto, quiere decir trabajos forzados, quiere decir saqueo despiadado, pero siempre pagando. Es un saqueo muy h¨¢bil, como advierte uno cuando lo lee. Funciona seg¨²n el esquema de comprar en lugar de robar. Siempre se compra, pero con el dinero del pa¨ªs ocupado. Siempre es un solo hombre el que se encarga del saqueo en cada pa¨ªs. Por regla general, es un director del Banco del Reich situado en el banco central emisor del pa¨ªs ocupado, y normalmente es uno de los primeros funcionarios que se presentan en el pa¨ªs ocupado.
P. Escribe usted en su libro que hasta el terrible Servicio de Seguridad del Reich advierte de que no se pod¨ªa coger tanto porque en Polonia podr¨ªa desencadenarse una rebeli¨®n y el Banco del Reich orden¨® continuar.
R. La explotaci¨®n fiscal... s¨ª, es verdad. Ha habido contradicciones as¨ª. Se deport¨® a los polacos y jud¨ªos antes de asesinarlos. Los de las SS quer¨ªan que se fueran con una cantidad de dinero relativamente alta para que no se quedaran sin nada. El Banco del Reich y Hacienda les dijeron que no, que eso no lo pod¨ªan hacer, que ese dinero lo necesitaba Alemania y que los deportados se las apa?aran como pudieran. Y ah¨ª estaba gente expropiada, depauperada, hambrienta, sin saber ad¨®nde ir. Despu¨¦s s¨®lo quedaba un paso bastante corto hasta los planes de exterminio, que se desarrollaron a lo largo de la guerra, pero con esas condiciones creadas previamente. Ah¨ª, la administraci¨®n financiera del Reich, el Banco del Reich, siempre tuvo un papel central.
P. Escribe usted que durante su investigaci¨®n comprob¨® que en los archivos militares y en el Banco del Reich se destruyeron muchos documentos.
R. S¨ª, se destruy¨® mucho, y, por cierto, en inter¨¦s de todos los alemanes. Est¨¢ absolutamente claro. La administraci¨®n financiera del Reich sigui¨® trabajando despu¨¦s del 10 de mayo de 1945. Los funcionarios continuaron hasta 1949 y siguieron haciendo lo que hac¨ªan antes. Y en esos a?os lo hicieron desaparecer todo.
P. ?Eran los mismos?
R. S¨ª, naturalmente. Tambi¨¦n la Rep¨²blica Federal de Alemania tuvo despu¨¦s los mismos funcionarios. ?De d¨®nde iban a sacar otros? Hicieron desaparecer todo de forma sistem¨¢tica. Las actas del Banco del Reich se destruyeron en la incineradora de billetes del Bundesbank cuando gobernaba el socialdem¨®crata Helmut Schmidt. Ah¨ª donde se queman los billetes viejos, all¨ª, en esa especie de crematorio de dinero, se quemaron esas actas. Sencillamente porque la administraci¨®n financiera era consciente de que no podr¨ªa atender posibles demandas de reparaci¨®n y restituci¨®n. La Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana hizo lo mismo. Fue raz¨®n de Estado. Se hizo en inter¨¦s de cuantos tienen nacionalidad alemana.
P. ?Los alemanes de hoy a¨²n se aprovechan de eso?
R. Claro, l¨®gicamente. Estas gigantescas sumas robadas, con un inter¨¦s del 4% desde 1945, y eso no es todo. M¨¢s vale no pensar en cu¨¢nto hubiera habido que pagar.
P. ?Entonces, el Gobierno de Schmidt actu¨® "patri¨®ticamente" al destruir las huellas?
R. S¨ª, podr¨ªa decirse as¨ª.
P. ?Confirma su libro la tesis de la culpa colectiva alemana?
R. No. La palabra "culpa" no aparece en el libro para nada. Yo quiero explicar c¨®mo y por qu¨¦ funcion¨® el sistema y c¨®mo funcion¨® el soborno masivo. Pero ahora hay que ver hasta qu¨¦ punto se acepta y hasta qu¨¦ punto se abre camino cient¨ªficamente. Y despu¨¦s se puede debatir de nuevo la cuesti¨®n de la culpa. Yo creo que, al cabo de dos generaciones, cuando todos est¨¦n muertos, la cuesti¨®n de la culpa dejar¨¢ de ser tan interesante. A m¨ª me parece que la cuesti¨®n de la estructura es m¨¢s interesante. ?C¨®mo se pudo llevar adelante? Que se vea con qu¨¦ medios relativamente sencillos y simples se consigui¨®. Si hablamos de la culpa, tambi¨¦n tenemos que hablar de distintas escalas de culpa. El soldado raso no pod¨ªa tener la visi¨®n de conjunto de un director del Banco del Reich que, situado en el Banco Nacional de Grecia, vende en la Bolsa de Atenas el oro de los jud¨ªos de Sal¨®nica. Vendi¨® 12 toneladas y compr¨® dracmas griegos, pag¨® a los soldados alemanes en Grecia y a los trabajadores griegos que constru¨ªan fortificaciones o a los del transporte mar¨ªtimo. Este hombre, un tal Paul Hahn, que m¨¢s tarde trabaj¨® en Hacienda de la Rep¨²blica Federal de Alemania, ten¨ªa, por supuesto, una visi¨®n de conjunto completamente distinta. ?se sab¨ªa lo que hac¨ªa.
P. Pero los altos funcionarios de Hacienda no se manchan las manos. El que trabaja con el gas Zyklon B en los campos de exterminio es el soldado raso.
R. S¨ª, otra vez el de a pie. S¨ª, s¨ª. El problema es que todo ello ocurre en una sociedad muy desarrollada, moderna y con el trabajo bien repartido, con los medios de una sociedad como la que conocemos hoy en toda Europa. Es el aparato del Estado radicalizado, muy desarrollado, que funciona muy bien, que est¨¢ muy motivado, el que conduce, junto a las conexiones y al proceso pol¨ªtico, al asesinato de millones de personas.
Traducci¨®n: Carmen Seco
Est¨®magos agradecidos
LA TESIS DE ALY es que los alemanes que hicieron posible el nazismo no actuaron por antisemitismo o seducidos por el carisma del F¨¹hrer, sino por motivos m¨¢s viles: comprados por las prebendas y beneficios econ¨®micos, de los que se aprovech¨® el 95% de la poblaci¨®n a costa del patrimonio de los jud¨ªos deportados y exterminados y de los
pa¨ªses ocupados por las tropas
de la Wehrmacht.
La larga lista de medidas sociales introducidas por el nazismo colmaba de satisfacci¨®n a los alemanes que colaboraron a gusto con el
r¨¦gimen.
Las familias de los soldados en
el frente recib¨ªan el 85% del salario neto que ganaban en la vida civil.
Se suprimieron los impuestos al trabajo nocturno, en festivos y horas extras. Hab¨ªa subvenciones por hijos y seguro de enfermedad gratuito
para los jubilados, que vieron aumentar sus rentas un 15%; beneficios fiscales a los matrimonios cuando
la mujer no trabajaba. Se elimin¨®
de cargas aduaneras a lo que los
soldados transportaban desde
los pa¨ªses ocupados y a los paquetes que enviaban a sus familias.
Hab¨ªa posibilidad de ascenso social con estudios gratuitos y condonaci¨®n de deudas a la poblaci¨®n aria.
Aly, que se considera un producto del movimiento de rebeli¨®n de 1968, no vacila en apoyar sus argumentos con el testimonio epistolar de Heinrich B?ll, uno de los iconos de la izquierda alemana. Tambi¨¦n expone Aly c¨®mo tanto el Gobierno socialdem¨®crata de Helmut Schmidt como el r¨¦gimen comunista de
la desaparecida RDA se esforzaron en borrar las huellas del expolio
cometido por la Alemania nazi.
Las tesis de Aly chocan con las de otros historiadores tradicionales. Hans-Ulrich Wehler calific¨® el
trabajo de Aly como "materialismo estrecho de miras".
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