Temperamentos
Tal como indicaba Mart¨ªn Berm¨²dez en el programa de mano, este oratorio de Haendel es "una discusi¨®n l¨ªrico-filos¨®fica puesta en m¨²sica". En ella aparecen enfrentados dos temperamentos (el "alegre" y el "pensativo") describi¨¦ndose sus respectivas preferencias y virtudes, y culminando con la victoria de un tercero (el "moderado") que reunir¨¢ lo mejor de ambos. El libreto surge de la conjunci¨®n de dos poemas de Milton, m¨¢s un a?adido de Charles Jennes. En esta versi¨®n, alguno de los temperamentos est¨¢ encomendado a dos cantantes diferentes -el "alegre" lo realizaron el tenor y el ni?o soprano-, mientras que otros -el "pensativo"- recayeron sobre un ¨²nico solista. William Christie opt¨® tambi¨¦n por anteponer a la obra, que carece de obertura, un extracto del Concerto grosso op. 6/10 del mismo compositor. Huelga decir, trat¨¢ndose de Les Arts Florissants, que se ejecut¨® con instrumentos originales.
Orquesta y Coro Les Arts Florissants
Director: William Christie. Solistas: Sophie Daneman, Paul Agnew, Konstantin Wolf y Alexander Lischke. Haendel: L'Allegro, Il Penseroso e Il Moderato. Palau de la M¨²sica. Valencia, 6 de mayo de 2005
Si hubiera que destacar el aspecto m¨¢s notable de esta interpretaci¨®n, ser¨ªa la capacidad de subrayar el car¨¢cter explicativo que tiene la m¨²sica con respecto al texto. Y el hacerlo sin complejos, con toda la ingenuidad y la sinceridad necesaria. Tanto los solistas como el coro y la orquesta se esforzaron en "contarnos" de verdad lo que el libreto narraba. El acompa?amiento que hizo la flauta a la soprano (casi en pie de igualdad con ella) en Sweet bird, that shun'st the noise of Folly, con recursos onomatop¨¦yicos, expres¨® de tal manera los elogios que "el pensativo" le hace al p¨¢jaro del atardecer -y las respuestas de ¨¦ste- que consigui¨® meterse totalmente al p¨²blico en el bolsillo. Gustaron tambi¨¦n concertantes similares del bajo con la trompa natural (aunque ¨¦sta desafinara en ocasiones), y el del violonchelo con la soprano. La orquesta son¨® bien y mostr¨® energ¨ªa all¨ª donde era necesario, impulsada por un continuo r¨ªtmicamente preciso y estimulante. Los momentos m¨¢s melanc¨®licos tuvieron tambi¨¦n una traducci¨®n excelente: como muestra, el aria Oft on a plat of rising ground, donde la orquesta dijo, sin palabras, casi lo mismo que la soprano cantaba con en el texto. El coro, peque?o y bien empastado fue, asimismo, toda una delicia.
Al margen de la ya constatada intencionalidad expresiva de las voces solistas, que se dio en todos los casos, la calidad intr¨ªnseca de cada cantante fue m¨¢s variable. Es una redundancia indicar que la voz de Alexander Lischke, del T?lzer Knabenchor, era fr¨¢gil: casi siempre es as¨ª en los ni?os. Pero tambi¨¦n fue afinada en los saltos, atenta a la direcci¨®n y realmente encantadora. Sophie Daneman fue creci¨¦ndose a lo largo de las tres partes, al contrario de Paul Agnew, que lleg¨® al final cada vez m¨¢s tapado por la orquesta. Y cumpli¨®, aun con ciertos problemas en la emisi¨®n, el bajo Konstantin Wolf.
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