Torturas y democracia
No se entiende que un Gobierno que abomina oficialmente de la tortura env¨ªe docenas de sospechosos de terrorismo a pa¨ªses donde ¨¦sta es un procedimiento rutinario. Sin embargo, ¨¦se es el modus operandi de Estados Unidos, que, sobre todo desde el 11-S, aunque la pr¨¢ctica comenzara muchos a?os antes, ha acelerado la entrega de presuntos terroristas a Egipto para su detenci¨®n e interrogatorio, seg¨²n revela sin haber sido desmentida la organizaci¨®n Human Rights Watch.
Importa muy poco si los agraciados con tan macabro bolet¨ªn de viaje son egipcios o han nacido all¨ª, caso de la mayor¨ªa. Y se da por supuesto que no han sido facturados a El Cairo con el prop¨®sito expl¨ªcito de someterles a suplicio. Pero el procedimiento -parte de un repertorio de destinos que incluye acrisoladas democracias como Jordania, Marruecos, Yemen, Arabia Saud¨ª o Siria- es tanto m¨¢s inadmisible cuanto que el propio Departamento de Estado de EE UU, en su m¨¢s reciente informe sobre derechos humanos, concluye que en Egipto "sigue siendo habitual y persistente la tortura y el abuso de los detenidos por parte de la polic¨ªa, las fuerzas de seguridad y el personal de prisiones".
Egipto es un r¨¦gimen dictatorial maquillado ahora por la ¨²ltima ocurrencia de su eterno presidente, Hosni Mubarak, para aparentar que en las pr¨®ximas elecciones se podr¨¢ votar a alg¨²n candidato que le haga sombra, pese a que se excluyen los independientes y los adversarios del r¨¦gimen. No puede ser argumento que Washington exija antes que los sospechosos no ser¨¢n torturados, ni que Mubarak los reciba con los brazos abiertos en aras de su propia lucha interna contra el terrorismo islamista. Bush, te¨®rico campe¨®n de las libertades, ya tiene en su propio pa¨ªs un historial suficientemente equ¨ªvoco a prop¨®sito de los procedimientos legales antiterroristas. Su credibilidad es incompatible con predicar la democratizaci¨®n del mundo ¨¢rabe y a la vez utilizar a sus dictadores como carceleros.
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