Encrucijada
A lo largo de su intensa, agitada y discutida trayectoria pol¨ªtica Rafael Blasco ha desarrollado una notable capacidad para sobreponerse y un fino instinto pol¨ªtico, por desgracia infrecuente en el gremio. Salta a la vista que quien ha estado en casi todos los gobiernos de uno y otro signo que han ocupado el Palau de la Generalitat ya ha detectado que el Consell al que pertenece est¨¢ sobre una corriente que marca el rumbo de colisi¨®n. Las causas ajenas que han mantenido hasta ahora a Francisco Camps en estado de gracia demosc¨®pico sin echar el bofe empiezan a alterarse. El Pa¨ªs Vasco dio el primer aviso con unos resultados adversos para el PP, que, aunque no son extrapolables al resto del Estado por su especificidad electoral, hay expertos que los han cuantificado en una p¨¦rdida de un mill¨®n de votos. A ello se une el inminente episodio de Galicia, en el que el PP trata de aprovechar el resquicio que ofrece el portazo del l¨ªder hist¨®rico del Bloque para amortiguar el golpe. Aun as¨ª, las encuestas pintan feas, lo que est¨¢ desatando crujientes movimientos internos con vistas a un probable congreso extraordinario. Ah¨ª se ubican la repentina radicalizaci¨®n de Mariano Rajoy y otras maniobras que tienen a Eduardo Zaplana en expectativa, y cuya onda expansiva sacude al Consell. Quiz¨¢ Blasco, acusando a algunos consejeros de no estar a la altura tras el pulso meridional entre Gema Amor y Milagrosa Mart¨ªnez, tratara de anticipar un desenlace que, de rebote, le permitiera saltar de un departamento que se le ha ido complicando. En todo caso, aunque ayer el pleno transcurriese "en un ambiente extraordinariamente cordial y amistoso", como aire¨® el portavoz con una sonrisa de oreja a oreja, la crisis vive instalada en el Consell. E intensificar¨¢ su temperatura en la medida en que el zaplanismo presiona para mantener la relaci¨®n actual de fuerzas en las listas electorales, que quiere cerrar con la proporci¨®n a su favor de dos tercios en Alicante y un tercio en la Comunidad Valenciana. Y ah¨ª Camps no puede permanecer en su estado puro, es decir ejecutando secuencias de los comandos de inicio, sin que le atropellen los acontecimientos. Aunque lo contrario tampoco le garantiza nada. ?sa es la cuesti¨®n.
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![Miquel Alberola](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fa29aa3db-bdfa-43fb-82cd-ed3342eb1dbd.jpg?auth=5abbbc17544c795fb929dc58b4a96da576443647cc5afcf26c1f57fbc542efb3&width=100&height=100&smart=true)