Inmigraci¨®n, el a?o del cambio
A lo largo de este primer a?o de Gobierno socialista, la defensa, la promoci¨®n y la profundizaci¨®n de los derechos han sido la columna vertebral de la pol¨ªtica espa?ola. Lo m¨¢s destacable de ese cambio tranquilo no son s¨®lo los resultados que se han logrado, sino tambi¨¦n, y eso es muy importante en una democracia tan joven como la nuestra, las futuras repercusiones que tendr¨¢n esos avances, ya que cada uno de ellos es, en s¨ª mismo, un punto de no retorno. A partir de ahora no ser¨¢ f¨¢cil, por ejemplo, que cualquier futuro Gobierno elimine el derecho al matrimonio de las parejas del mismo sexo o que la lucha contra la violencia de g¨¦nero vuelva a no ser considerada como prioridad en Espa?a. Cuando las mujeres y los hombres socialistas habl¨¢bamos de la necesidad de modernizar la democracia de nuestro Estado, nos refer¨ªamos precisamente a eso: a la posibilidad de establecer un nuevo conjunto de m¨ªnimos, a la oportunidad de que nuestra sociedad decidiese volver a elevar su propio list¨®n.
Gallard¨®n present¨® un plan, pero olvid¨® incluir a todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales
Emigrar no es un viaje de placer: esas mujeres y hombres dejaron atr¨¢s la tierra en que nacieron
El cambio que han experimentado las pol¨ªticas de inmigraci¨®n en Espa?a sirve para reflejarnos esta realidad. Podemos limitarnos a observar fr¨ªamente los resultados: hace un a?o, el se?or Acebes abandonaba el Ministerio del Interior sabiendo que dejaba a cientos de miles de inmigrantes en situaci¨®n irregular. A d¨ªa de hoy son esas personas las que asumen deberes y reciben derechos por medio de un consensuado proceso de normalizaci¨®n de inmigrantes.
Pero conviene analizar las causas, los pasos y las repercusiones de la nueva pol¨ªtica de inmigraci¨®n espa?ola, comenzando por subrayar lo que ya saben nuestras madres y nuestros padres: que emigrar no es un viaje de placer. Esas mujeres y hombres se despidieron de su familia, salieron de su casa, dejaron atr¨¢s la tierra en que nacieron porque necesitaban vivir mejor y llegaron con la esperanza de encontrar un trabajo.
La capacidad que tiene cualquier pa¨ªs de absorber trabajadores es limitada. La soluci¨®n pasa, evidentemente, por adecuar el n¨²mero de inmigrantes que entran en Espa?a a la capacidad de absorci¨®n que tiene nuestro mercado laboral. Numerosas organizaciones internacionales, entre ellas la OCDE, llevan a?os se?al¨¢ndolo, pero fue el Gobierno socialista quien traslad¨® las pol¨ªticas de inmigraci¨®n del Ministerio del Interior al Ministerio de Trabajo.
El cambio no ha sido superficial, ya que tambi¨¦n se aument¨® la lucha contra las mafias, se han mejorado las relaciones con los Gobiernos de los pa¨ªses emisores de inmigrantes, y se ha priorizado la lucha contra la pobreza mundial. Las cifras de 2003 y 2004 reflejan que estamos en el buen camino: llegan menos inmigrantes y se detienen m¨¢s miembros de redes mafiosas que explotan a seres humanos.
Quedaba, sin embargo, por solucionar un problema heredado del anterior Gobierno: ?qu¨¦ hacer con la situaci¨®n de esos cientos de miles de inmigrantes que llegaron a nuestro pa¨ªs antes de agosto de 2004 y lograron un trabajo pero que, por ejemplo, no cotizaban a la Seguridad Social? Lo primero que se decidi¨® fue actuar con total transparencia; posteriormente se apost¨® por la participaci¨®n: todos los partidos pol¨ªticos, los sindicatos, los empresarios, las organizaciones de inmigrantes tomaron la palabra. Fue el principal partido de la oposici¨®n quien decidi¨® quedarse al margen, todos los dem¨¢s colectivos trabajaron con generosidad y con sentido de Estado. Estuvieron a la altura, sab¨ªan que se estaba dise?ando un proceso de normalizaci¨®n de gran calado (aunque durante la etapa del Partido Popular ya se llevaron a cabo algunos otros), y sab¨ªan cu¨¢les eran los muchos errores que no deb¨ªan volver a repetirse: hac¨ªa falta establecer un conjunto de mecanismos que permitiesen aunar rigor y claridad.
El consenso articulado en torno al proceso de normalizaci¨®n y al proyecto de Reglamento de desarrollo de la llamada Ley de Extranjer¨ªa han sido tan notables que pueden se?alarse pocos antecedentes en la historia de nuestra democracia. Pero la fuerza de este acuerdo no se limita a sus muchos impulsores, sino que est¨¢ tambi¨¦n en su vitalidad.
Recientemente se flexibilizaron los requisitos para la inscripci¨®n en el padr¨®n municipal de los inmigrantes que estaban en situaci¨®n irregular, pero manteniendo el certificado de empadronamiento como condici¨®n indispensable para acogerse al proceso. El Partido Popular ha criticado esta medida, mientras que los sindicatos, los empresarios y las organizaciones de inmigrantes la han aplaudido. En una democracia s¨®lida y moderna es bastante l¨®gico, por mucho que le enerve al se?or Acebes y a los suyos, que un Gobierno sea capaz de dar respuestas a las demandas de la ciudadan¨ªa. Ha pasado mucho tiempo, pero hay quien no ha interiorizado todav¨ªa cuestiones tan b¨¢sicas como ¨¦sta.
El Partido Popular decidi¨® no formar parte del consenso, sino que decidi¨® la soledad. Hasta enero se mantuvo el silencio, pero Acebes abri¨® fuego y se confirmaron los temores: la principal fuerza pol¨ªtica de la oposici¨®n hab¨ªa renunciado al inter¨¦s general, haciendo de una cuesti¨®n tan sensible como la inmigraci¨®n un ¨¢rea en el que librar su batalla por el inter¨¦s particular. S¨®lo as¨ª pueden entenderse muchas de las declaraciones que se han llevado a cabo con el mismo objetivo: sembrar el alarmismo. Cuando Acebes dijo que los inmigrantes llegaban a nuestro pa¨ªs "por tierra, mar y aire", sab¨ªa que faltaba a la verdad, pero sab¨ªa tambi¨¦n que ¨¦sa no era otra mentira m¨¢s; era plenamente consciente de que seg¨²n hablaba estaba acercando la cerilla a la mecha del racismo y la xenofobia. Tampoco deb¨ªa ser algo que le preocupase excesivamente a Acebes, ya que durante las dos legislaturas del Gobierno Aznar el racismo se multiplic¨® por cuatro en nuestro pa¨ªs. Demasiadas declaraciones potencialmente racistas, demasiada homofobia y demasiado odio, pero es m¨¢s grande el silencio de Rajoy...
Pero la mayor¨ªa estamos firmemente convencidos de que la diversidad puede y debe transformarse en una poderosa fuente de riqueza social, cultural y econ¨®mica. Invito a cualquiera que dude de mis palabras a contrastar las cifras: el anterior Gobierno destinaba cero euros a la integraci¨®n social de los inmigrantes, el Gobierno socialista incluy¨® en sus primeros Presupuestos Generales del Estado 120 millones de euros destinados a ese objetivo, que ser¨¢n gestionados por las instituciones m¨¢s cercanas a la ciudadan¨ªa (los Ayuntamientos).
Gallard¨®n ha presentado un Plan para la Integraci¨®n de los inmigrantes, pero se le ha olvidado cu¨¢l es el primer requisito para que un Plan de Integraci¨®n merezca su nombre: no excluir, integrar en torno a ¨¦l a todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales. Como concejal de Madrid, me veo en la obligaci¨®n de denunciar que la elaboraci¨®n del documento se ha llevado a cabo sin luces, sin taqu¨ªgrafos y sin consenso. Madrid merece un verdadero Plan y por esta raz¨®n parece adecuado ofrecer al alcalde de Madrid un "Pacto por la Integraci¨®n y la Convivencia" basado en la lucha contra las mafias que explotan a los inmigrantes, en el rechazo radical de cualquier tipo de declaraciones y acciones que puedan promover el aumento del racismo y la xenofobia, y en la elaboraci¨®n de un Plan para la Integraci¨®n de los inmigrantes que recoja tambi¨¦n las aportaciones de todas las fuerzas pol¨ªticas presentes en Madrid, as¨ª como los sindicatos, los empresarios y las asociaciones de inmigrantes.
Actuar unilateralmente en pol¨ªtica nunca es recomendable. Pero hacerlo en pol¨ªticas de inmigraci¨®n significa equivocarse siempre. Ahora es tiempo de esfuerzos compartidos: vamos a seguir intentando que el PP se sume al consenso de inmigraci¨®n, porque Espa?a necesita que el Partido Popular deje de abordar la inmigraci¨®n sin sentido de Estado. Vamos a ofrecer un pacto en cada ciudad y en cada Comunidad Aut¨®noma. Porque lo que est¨¢ en juego es un futuro en el que todas y todos queremos ser iguales desde la diferencia de cada cual.
Pedro Zerolo es secretario de movimientos sociales del PSOE y concejal en el Ayuntamiento de Madrid.
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