El Gordo de Minnesota
Es un animal. Pol¨ªtico. Dec¨ªan que el Estado cab¨ªa en su cabeza, pero el mundo de las met¨¢foras es tan equ¨ªvoco que valdr¨ªa cualquier otra, por ejemplo, que hace tiempo que ¨¦l no cabe en el Estado. Desde que tengo uso de raz¨®n aparece en la tele, pero luego me enter¨¦ de que aparec¨ªa incluso antes. Al principio luc¨ªa una casaca blanca, de esas que llevaban los altos prebostes franquistas. Es posible que sea del dominio p¨²blico, pero yo ignoro qu¨¦ demonios significaba esa casaca. Ni siquiera puedo asegurar que su camisa fuera azul, azul Jos¨¦ Antonio. Y no lo puedo asegurar porque entonces la tele era en blanco y negro. No hab¨ªa modo de apreciar esos matices. ?Recuerdan?, la tele en blanco y negro. S¨ª, c¨®mo cambian las cosas.
Parece que, en pol¨ªtica, la supervivencia es virtud. Ya que los pol¨ªticos est¨¢n al servicio de la ciudadan¨ªa, la mayor¨ªa de ellos considera que su particular estancia en ese honroso ministerio nunca deber¨ªa terminar. Hay que reconocer que en ese aspecto ¨¦l les ha ganado a todos. Ahora, con ochenta y dos a?os, vuelve a presentarse a unas elecciones. En la cuneta yacen las biograf¨ªas p¨²blicas de todos sus adversarios, algunas de ellas perfiladas con la misma vocaci¨®n de permanencia (Felipe, Arzalluz, Pujol) y otras m¨¢s fugaces que subieron al cielo del poder, pero que se difuminaron tras un chisporroteo, como esos vertiginosos petardos de las fiestas. Su¨¢rez, por ejemplo, le gan¨® un par de manos sobre el tapete de la Transici¨®n, pero Su¨¢rez hace d¨¦cadas que pol¨ªticamente no existe. Mientras tanto, ¨¦l sigue en la mesa de juego, gobernando una parcela del mundo y atronando desde all¨ª con un discurso desatado y moralista.
Paul Newman protagoniz¨® hace muchos a?os una espl¨¦ndida pel¨ªcula, El buscavidas, dedicada al mundo del billar. Newman es un talentoso y joven jugador que debe enfrentarse a una figura legendaria: el Gordo de Minnesota. La partida se prolonga durante infinitas horas y al fin el gordo gana, tras sabia resistencia, a un joven demasiado confiado en su genio y en sus fuerzas. Yo creo que nuestro h¨¦roe es como el Gordo de Minnesota y que ha sobrevivido a todos sus adversarios por una mera cuesti¨®n de resistencia, de obstinaci¨®n, de fuelle pulmonar. Para ¨¦l no existe el agotamiento. Uno consulta su biograf¨ªa y a sus variadas responsabilidades se les a?ade una largu¨ªsima bibliograf¨ªa dedicada a temas pol¨ªticos, sociales, y a su querida Galicia. Pero todav¨ªa m¨¢s: apostar¨ªa a que al viejo, al contrario que a tantos pol¨ªticos, los libros no se los escribe nadie. Da la sensaci¨®n de que en su vida no ha habido un minuto de descanso. Creo que todav¨ªa se despierta antes que yo y hasta es posible que tambi¨¦n se acueste a¨²n m¨¢s tarde (y esto ¨²ltimo s¨ª que es mucho decir).
Es un animal. Y es un pol¨ªtico. Siempre ha vivido en el escenario p¨²blico, hasta el punto de que a muchos se nos hace imposible concebir la pol¨ªtica sin su rotunda presencia. ?C¨®mo ser¨ªa la cosa p¨²blica sin ¨¦l? ?C¨®mo se las arregl¨® el senado romano? ?Pudo tener sentido el Politbur¨® sin este c¨¦lebre gallego? Preguntas para la historia, para la historia de nuestra infancia.
Se le atribuyen decisiones de orden p¨²blico que costaron la vida a personas, pero sus devotos prefieren olvidarlo. ?l tambi¨¦n. Como se sabe, en pol¨ªtica la amnesia interesada es ley de vida. Ahora a veces habla sobre los homosexuales y hay que reconocer que sus absurdas declaraciones, m¨¢s que indignaci¨®n, provocan la risa f¨¢cil. Tambi¨¦n dijo que la ikurri?a tendr¨ªa que pasar por encima de su cad¨¢ver. Y la ikurri?a pas¨®, pero de su cad¨¢ver nadie supo. Personalmente creo que no est¨¢ bien criticar a los ancianos, salvo que se obstinen en seguir ocupando puestos sometidos a la cr¨ªtica, pero hay algo m¨¢s que se puede decir de ¨¦l: la certeza moral de que nunca se prest¨® al soborno o a la corrupci¨®n; que no se llev¨® a casa un solo duro arrebatado con deslealtad a la rep¨²blica.
Es una de las ventajas de tener ideas extraordinariamente firmes: que exime de algunos vicios. Claro que esa misma firmeza alienta muchos otros, los vicios caracter¨ªsticos de su enorme biograf¨ªa.
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