El mundo es plano

Todo empez¨® con un viaje a la India. El periodista del New York Times Thomas Friedman, tres veces ganador del Premio Pultizer, estuvo en Bangalore en febrero de 2000 y, tras una primera reuni¨®n con uno de los capitanes de la industria, concluy¨® r¨¢pidamente, con gran excitaci¨®n y algo de temor, que el mundo se estaba aplanando: todos los centros del conocimiento del planeta se est¨¢n conectando en una red global que, si el terrorismo y la pol¨ªtica no lo remedian, puede conducir a una era de prosperidad e innovaci¨®n.

En esa avanzada regi¨®n del sur de la India, Friedman tuvo la fortuna de observar de primera mano el despliegue de las actividades de outsourcing que llevan a cabo multinacionales de diversos sectores, desde la banca hasta la producci¨®n de software. Actividades, la mayor¨ªa de ellas, de inconcebible deslocalizaci¨®n hace apenas unos a?os, dada su relativamente elevada intensidad en conocimiento. Las barreras de entrada se reducen, el campo de juego se est¨¢ nivelando: ahora, es posible que m¨¢s gente que nunca colaboren y compitan en tiempo real en diferentes actividades y desde los lugares m¨¢s extremos del mundo. ?ste se ha convertido en una plataforma donde el trabajo y el capital pueden ser suministrados desde cualquier esquina. Pa¨ªses todav¨ªa considerados eufem¨ªsticamente "mercados emergentes" son capaces de competir en el ¨¢mbito del conocimiento global, desafiando a las potencias tradicionales, EEUU incluida. Esa cercan¨ªa al ideal de la igualdad de oportunidades competitivas s¨®lo requiere educaci¨®n, conocimiento, y ¨¦ste es hoy mucho m¨¢s asequible: m¨¢s barato y, desde luego, m¨¢s permeable.

No era la primera vez que Friedman quedaba sorprendido por los avances y las implicaciones de la din¨¢mica de globalizaci¨®n que preside la econom¨ªa mundial. Su libro The Lexus and the Olive Tree (1999) daba cuenta de la segunda de las tres grandes eras en que clasifica el proceso de globalizaci¨®n: la que media entre 1800 y 2000, tras aquel primer "aplanamiento", o estrechamiento, del mundo, que inicia el descubrimiento de Crist¨®bal Colon, determinando la primera gran apertura a los flujos comerciales entre el nuevo y el viejo mundo. Lo que se propone Friedman en este libro es describir la fase actual de aplanamiento del mundo, destacando las principales implicaciones del mismo para las naciones, las empresas y los individuos. Lo hace con un estilo propio, convirtiendo al lector en part¨ªcipe de las m¨²ltiples viajes y entrevistas en las que va sucesivamente basando sus constataciones, desde las mantenidas con su esposa hasta las m¨¢s cualificadas, con Bill Gates o su economista de cabecera, el profesor de Stanford Paul Romer.

El denominador com¨²n de las fuerzas unificadoras del espacio econ¨®mico y pol¨ªtica mundial no es otro que la extensi¨®n de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n (TIC). Cualquier actividad que sea susceptible de ser digitalizada y descompuesta su cadena de valor es candidata a la deslocalizaci¨®n geogr¨¢fica, a la externalizaci¨®n, all¨ª donde exista una masa critica de personas con el suficiente grado de alfabetizaci¨®n, tambi¨¦n digital, por supuesto. Un hecho con suficiente respaldo emp¨ªrico al que T. Friedman presta su capacidad de ilustraci¨®n. Una poderosa raz¨®n para que algunos pa¨ªses hist¨®ricamente retrasados conf¨ªen en las posibilidades de acelerar la superaci¨®n de los obst¨¢culos al crecimiento. Para otros, una seria amenaza a tradicionales ventajas competitivas, vigentes cuando las barreras de entrada eran menos franqueables. La concreci¨®n ya visible de esas oportunidades y amenazas se explica por la desigual capacidad de anticipaci¨®n que mostraron sus agentes, los gobiernos de forma particular, hace algunos a?os, cuando emerg¨ªan esas transformaciones hoy expl¨ªcitas.

La met¨¢fora del aplanamiento econ¨®mico limita su potencial ilustrativo cuando se trata de trasladar al muy accidentado universo pol¨ªtico. Las implicaciones de esa asimetr¨ªa es uno de los elementos de inquietud que se derivan del libro de Friedman.