B¨¦lgica regresa al genocidio ruand¨¦s
Dos acusados por las matanzas comparecen ante un tribunal de Bruselas por la ley belga de competencia universal
Dos comerciantes ruandeses detenidos hace tres a?os en Bruselas comparecen desde el lunes pasado ante un tribunal belga. Etienne Nzabonimana, de 53 a?os, y su hermanastro Samuel Ndashyikirwa, de 43, est¨¢n acusados de planificar y dar apoyo a los extremistas hutus en sus terribles masacres de 1994 que s¨®lo en la regi¨®n de Kibungo asesinaron a 50.000 personas en dos semanas. Es la segunda vez que B¨¦lgica aplica su ley de competencia universal tras condenar en 2001 a otros cuatro ruandeses implicados en el exterminio de 800.000 tutsis y hutus moderados.
La vista del juicio est¨¢ suponiendo un dram¨¢tico regreso a uno de los genocidios de la segunda mitad del siglo XX. El testimonio de Esther Mujawayo-Keiner, una fisioterapeuta que escap¨® del horror, abri¨® fuego de artiller¨ªa contra el olvido con su detallado relato de las violaciones sistem¨¢ticas, individuales o colectivas, que sufrieron al menos el 80% de las supervivientes. Mujeres que imploraban la muerte a sus verdugos sin saber que ¨¦sta les esperaba de todas formas pacientemente; en algunos casos por el simple contagio del sida.
Etienne Nzabonimana y Samuel Ndashyikirwa est¨¢n acusados de planificar y apoyar a los verdugos de su provincia. El primero era comerciante de cervezas y el segundo ten¨ªa una peque?a empresa de transportes. Ambos, seg¨²n los testimonios recogidos por la investigaci¨®n belga, habr¨ªan facilitado sus veh¨ªculos y su apoyo financiero (incluido el reparto de bebidas alcoh¨®licas) a los j¨®venes milicianos extremistas hutus del llamado interhamue (los que matan juntos).
Recuento de cr¨ªmenes
Algunos testigos aseguran incluso que cada tarde se reun¨ªan en casa de Etienne Nzabonimana para hacer recuento de lo cometido y planificar los siguientes movimientos. Como ha explicado ante los jueces belgas una experta de la organizaci¨®n Human Rights Watch, Etienne Nzabonimana y Samuel Ndashyikirwa, como muchos otros comerciantes del pa¨ªs, jugaron un papel de apoyo esencial en el genocidio ruand¨¦s que acab¨® con casi el 75% de la minor¨ªa tutsi.
Los dos acusados huyeron de Ruanda y creyeron encontrar refugio en B¨¦lgica, hasta que la polic¨ªa belga les identific¨® y les detuvo a finales de 2002. Una vez constituido el jurado popular de este caso el lunes pasado, uno de los abogados defensores, conocedor de la realidad ruandesa, advirti¨® de la dificultad de llevar ante el tribunal testimonios suficientes para llegar a un veredicto justo. Pero entre las declaraciones est¨¢, por ejemplo, la de una amiga de la hija de Nzabonimana que se hab¨ªa alojado algunos d¨ªas en su casa en aquellas fechas tr¨¢gicas.
El testimonio de ambos encausados, el martes pasado, no ha sido, adem¨¢s, muy convincente. Etienne Nzabonimana viv¨ªa frente a la prefectura de Kibungo, un lugar en el que se concentraron altercados y asesinatos en masa. Nzabonimana dice, sin embargo, no haber o¨ªdo ni visto nunca nada. Asegura que durante todo el tiempo que dur¨® el genocidio (en abril de 1994) nunca hab¨ªa abandonado la parcela en la que viv¨ªa. Samuel Ndashyikirwa, por su parte, se muestra como v¨ªctima de los que mataron a su familia y ocuparon sus casas, lo que, como record¨® la presidenta del tribunal, Karin G¨¦rard, nunca ha quedado demostrado.
El juicio se prolongar¨¢, previsiblemente, hasta junio. M¨¢s testimonios y algunos documentales hechos sobre el terreno revivir¨¢n aquella tragedia en la capital de Europa, como hace cuatro a?os, cuando fueron juzgados y condenados a entre 12 y 20 a?os de c¨¢rcel dos monjas y dos hombres de negocios implicados en este dram¨¢tico cap¨ªtulo de ?frica. Y ello es posible gracias a la ley belga de competencia universal, convenientemente reformada desde entonces para dificultar el arresto de dirigentes extranjeros tras la denuncia presentada contra el primer ministro israel¨ª, Ariel Sharon, y otros mandatarios.
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