Desde Catalu?a
Hace m¨¢s de un a?o, despu¨¦s de las elecciones catalanas y antes de las generales espa?olas, escrib¨ª 50 folios sobre la Espa?a plural con una finalidad estrictamente privada. Al final de aquel papel, concret¨¦ mis ideas en unas conclusiones. Tal vez hoy, cuando nos invade de nuevo cierta sensaci¨®n de impotencia y barullo, sean de alguna utilidad para quien desee conformar su opini¨®n oyendo antes a todos los implicados. Son ¨¦stas:
1. Catalu?a es una naci¨®n. Es decir, Catalu?a es una comunidad con conciencia clara de poseer una personalidad hist¨®rica diferenciada y voluntad firme de proyectar esta personalidad hacia el futuro mediante su autogobierno.
2. El autogobierno comporta la autorregulaci¨®n de los propios intereses y el autocontrol suficiente de los propios recursos. Por tanto, el autogobierno no pretende recrear el pasado, sino que quiere administrar el futuro.
3. La autorregulaci¨®n de los propios intereses comprende aquellas materias que determinan de manera directa la calidad de vida de los ciudadanos: sanidad, ense?anza, pensiones, infraestructuras, ordenaci¨®n territorial, seguridad...
4. El autocontrol suficiente de los propios recursos constituye el presupuesto sin el que resulta ilusoria cualquier pretensi¨®n seria de autorregulaci¨®n de intereses.
5. Este concepto de naci¨®n como resultado de la voluntad y del trabajo de los hombres y mujeres que la integran, m¨¢s all¨¢ de su origen y de su cultura, tiene una extraordinaria potencialidad de futuro, al constituir un instrumento de efectiva integraci¨®n que garantiza la subsistencia y asegura la continuidad del hecho nacional.
6. A resultas de un proceso multisecular e irreversible, Catalu?a est¨¢ integrada hist¨®rica, pol¨ªtica y jur¨ªdicamente dentro del Estado espa?ol, de lo que se deducen dos consecuencias: primera, Catalu?a ha de intervenir de manera activa en la conformaci¨®n de la estructura y las instituciones del Estado, y segunda, los partidos catalanes han de procurar estar presentes en todos los centros de poder del Estado a su alcance, participando directamente en su gesti¨®n y asumiendo sin reticencias las responsabilidades correspondientes.
7. Espa?a no es para Catalu?a una realidad ajena, sino el entorno inmediato en el que se desenvuelve su acci¨®n y a trav¨¦s del que se proyecta institucionalmente a Europa.
8. Durante la transici¨®n se plante¨®, una vez m¨¢s, el problema pol¨ªtico de la estructura territorial del Estado, al que se dio salida incluyendo dentro del pacto constitucional el dise?o b¨¢sico del Estado de las Autonom¨ªas. Este empe?o tuvo su causa exclusiva en la necesidad de hallar una v¨ªa de soluci¨®n al hist¨®ricamente llamado problema catal¨¢n, ya que para asumir la peculiaridad vasca y navarra bastaba la disposici¨®n adicional primera de la Constituci¨®n. Y fue precisamente la voluntad de diluir la especificidad catalana la que impuls¨® la f¨®rmula del caf¨¦ para todos. Un efecto contagio que se reproducir¨¢ inevitablemente en cuantas ocasiones Catalu?a se proponga y logre profundizar en su autogobierno.
9. Cuando el legislador constitucional espa?ol implant¨® el sistema auton¨®mico, puso en marcha un proceso din¨¢mico que se rige por los principios que informan el propio sistema y se atiene a sus propias reglas. Este proceso consiste en una progresiva redistribuci¨®n del poder pol¨ªtico, concorde con el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado y respetuoso con la cohesi¨®n social y la solidaridad interterritorial, que inevitablemente desembocar¨¢ en una estructura pol¨ªtica de corte federal. Por lo que resulta contrario a la naturaleza de las cosas pretender cerrar el proceso auton¨®mico. Si tal se quiere, lo que debe hacerse es suprimir el Estado de las Autonom¨ªas; pero no es posible quedarse a medio camino.
10. Pese a suponer un avance en t¨¦rminos hist¨®ricos, el Estado de las Autonom¨ªas presenta l¨ªmites de concepci¨®n y, sobre todo, de desarrollo pr¨¢ctico. Despu¨¦s de m¨¢s de dos d¨¦cadas, Catalu?a no dispone de una capacidad de decisi¨®n pol¨ªtica de car¨¢cter coherente y completo en las materias que personalizan su autogobierno, ni tampoco de una financiaci¨®n equitativa. Por ello, la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa y de algunos aspectos de la Constituci¨®n podr¨ªa contribuir a corregir aquellas disfunciones, si dicha reforma se afrontara desde el consenso.
11. La propuesta de reforma del Estatuto se inscribe en el intento de proceder a una redistribuci¨®n del poder pol¨ªtico que sea congruente con la naturaleza plurinacional del Estado espa?ol.
12. La reforma estatutaria ha de reforzar el poder legislativo de la Generalitat para establecer pol¨ªticas propias en ¨¢mbitos materiales completos ha de facilitar la configuraci¨®n de la Generalitat como Administraci¨®n ordinaria en Catalu?a, ha de garantizar un espacio propio de autoorganizaci¨®n administrativa, ha de adaptar la Administraci¨®n de justicia al marco auton¨®mico, ha de regular la participaci¨®n de la Generalitat en las instituciones y pol¨ªticas estatales, ha de asegurar un espacio de proyecci¨®n exterior de Catalu?a y su participaci¨®n en la Uni¨®n Europea, y -last but not least- ha de definir un modelo de financiaci¨®n satisfactorio que comporte el incremento de la participaci¨®n catalana en los ingresos del Estado y el traspaso de la Agencia Tributaria y, por tanto, de la gesti¨®n de todos los impuestos.
13. La reivindicaci¨®n del autogobierno -y, en consecuencia, la modificaci¨®n estatutaria- carecer¨ªa de futuro si s¨®lo la protagonizase la que algunos llaman Catalu?a catalana. Pero lo cierto es que esta reivindicaci¨®n ha sido asumida por la mayor parte de los ciudadanos de Catalu?a sin distinci¨®n de or¨ªgenes. Es decir, tambi¨¦n por las sucesivas oleadas de inmigrantes que la han hecho suya m¨¢s all¨¢ de cualquier vibraci¨®n identitaria, por lo que de ventajoso tiene para la mejor defensa de sus intereses y para la elevaci¨®n de su nivel de vida. Por eso ha podido decirse con toda raz¨®n que el catalanismo pol¨ªtico es un caudaloso r¨ªo que admite afluentes de las m¨¢s diversas procedencias.
14. La propia madurez del Estado auton¨®mico ha generado la necesidad de algunas reformas constitucionales para culminar la configuraci¨®n pol¨ªtica de las comunidades aut¨®nomas y la eficacia del sistema en su conjunto. Las tres grandes reformas cualitativas que han surgido con fuerza en la ¨²ltima d¨¦cada como resultado de la evoluci¨®n del propio sistema son: a) La participaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas en las decisiones de Espa?a como miembro de la Uni¨®n Europea. b) La institucionalizaci¨®n de las relaciones auton¨®micas de colaboraci¨®n (conferencias especialmente). c) La reforma del Senado para permitir a las comunidades la participaci¨®n en la legislaci¨®n y en las grandes decisiones del Estado que les afecten.
15. La raz¨®n de la dogm¨¢tica defensa de una Constituci¨®n que se proclama inmutable, as¨ª como del empe?o en centrar las sucesivas campa?as electorales en la unidad de Espa?a, se halla en la sesgada utilizaci¨®n del sentimiento nacionalista espa?ol efectuada por el n¨²cleo dirigente del Partido Popular, que es refractario a la redistribuci¨®n del poder pol¨ªtico que una interpretaci¨®n abierta del Estado de las Autonom¨ªas comporta. El nacionalismo espa?ol no es una excepci¨®n, y puede tambi¨¦n convertirse en una herramienta de dominaci¨®n. Esto explica el neo-espa?olismo: la voluntad de preservar en Madrid -esto es, en manos del grupo pol¨ªtico-financiero-funcionarial-medi¨¢tico radicado en la capital del Estado- la hegemon¨ªa peninsular.
16. La reivindicaci¨®n catalana de m¨¢s autonom¨ªa pol¨ªtica y una financiaci¨®n m¨¢s justa exige el desarrollo del Estado auton¨®mico implantado por el t¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n, y constituye el factor desencadenante de una segunda transici¨®n, en la que ser¨¢ de nuevo fundamental el impulso catal¨¢n y en la que tambi¨¦n ser¨¢ irrefrenable el efecto contagio a las otras comunidades aut¨®nomas.
17. El catalanismo pol¨ªtico ha sido y es un factor de modernizaci¨®n -de regeneraci¨®n- de la vida p¨²blica espa?ola, que no ha tenido otro posible c¨®mplice en Espa?a que el regeneracionismo surgido al calor de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza y encauzado a trav¨¦s del Partido Socialista. De ah¨ª que, hist¨®ricamente y tambi¨¦n en la segunda transici¨®n, s¨®lo sea pensable un cambio profundo en Espa?a a resultas de un pacto inicial entre ambas fuerzas pol¨ªticas: la izquierda socialista y los nacionalismos perif¨¦ricos, a los que inevitablemente se unir¨¢n otras comunidades -como Andaluc¨ªa- sin tradici¨®n nacionalista, pero con firme voluntad de autogobierno.
18. La segunda transici¨®n que ahora se inicia culminar¨¢, si prospera, con la consolidaci¨®n de la ¨²nica Espa?a posible: una Espa?a plural de estructura federal. Resulta l¨®gica, por tanto, la resistencia de los m¨¢ximos beneficiarios del actual esquema de poder centralizado, que ver¨¢n fuertemente erosionada su situaci¨®n de privilegio a causa de la efectiva redistribuci¨®n de poder pol¨ªtico que todo Estado federal implica. De ah¨ª la rudeza de su reacci¨®n: defienden sus intereses.
19. La segunda transici¨®n ha de acometerse con voluntad de consenso y esp¨ªritu relativizador. Se trata de buscar una soluci¨®n para aqu¨ª y ahora. Para siempre es una aspiraci¨®n que sobrepasa a la pol¨ªtica.
Juan Jos¨¦ L¨®pez Burniol es notario.
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