La verg¨¹enza de Madrid
Madrid ostenta el vergonzoso r¨¦cord de disponer del mayor hipermercado de venta de droga de Europa, enclavado en una de las ¨¢reas m¨¢s miserables e insalubres del sur de la capital: el poblado de Las Barranquillas, a tan s¨®lo seis kil¨®metros del centro de una ciudad que crece econ¨®micamente mucho m¨¢s r¨¢pido que la mayor¨ªa del pa¨ªs. Este hiper de la droga funciona sin interrupci¨®n y se estima que abastece diariamente a unos 5.000 toxic¨®manos de todo pelaje y condici¨®n, que acuden a proveerse de coca¨ªna y hero¨ªna en el casi centenar de chabolas convertidas en puntos de venta. Sus presuntos propietarios exigen incluso el pago de tarifa por cederlas a los traficantes. La polic¨ªa parece impotente para desmantelar un negocio que existe desde hace a?os y en el que los verdaderos responsables -las redes internacionales- emplean intermediarios de poca monta para burlar la ley. Apenas sirve uno de los centros asistenciales establecido all¨ª hace cinco a?os por el Gobierno regional.
Es evidente que el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid deben asumir su cuota de culpa por no haber sabido, podido o querido tomar suficientes medidas sociales de calado para acabar con esa lacra, que no se elimina con espor¨¢dicas redadas policiales. Por desgracia, el mal de la droga ha empezado ahora a extenderse a otra zona pr¨®xima, la de la Ca?ada Real Galiana, que afecta no s¨®lo al t¨¦rmino municipal de Madrid sino a otros tres de la regi¨®n. Este caso es mucho m¨¢s preocupante y potencialmente m¨¢s peligroso. Se trata de un poblado irregular de unos 15 kil¨®metros de longitud donde viven en la m¨¢s absoluta ilegalidad unas 40.000 personas (espa?oles, magreb¨ªes y rumanos).
Las ca?adas reales son zonas de especial protecci¨®n en las que est¨¢ prohibido edificar. Tambi¨¦n aqu¨ª el fracaso policial es absoluto, las medidas sociales simplemente no existen y las desigualdades son insultantes. Se entremezclan chal¨¦s que se abastecen ilegalmente de agua, luz y gas con m¨ªseras chabolas en las que sus moradores tienen dificultades para encontrar alimento. Es un panorama bochornoso que deshonra la imagen de la capital de Espa?a. No ha brotado de la noche de la ma?ana. Y cuestiona la capacidad y voluntad de los gestores p¨²blicos para resolver problemas concernientes al bienestar ciudadano. La peligrosidad de estos centros de tr¨¢fico de drogas exige algo m¨¢s que reuniones entre representantes de las diversas administraciones para constatar lo que ya se sabe de manera evidente: que son poblados sin ley.
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