Sobre la mentira
El historiador Benito Bermejo, a quien Mario Vargas Llosa ha tildado de quisquilloso, descubri¨® recientemente una mentira monumental propagada y protagonizada por Enric Marco, el octogenario presidente de la asociaci¨®n Amical Mauthausen. En Espa?a esta asociaci¨®n agrupa a m¨¢s de seiscientos miembros, todos ellos v¨ªctimas del horror nazi sufrido en aquel campo de concentraci¨®n.
En su art¨ªculo titulado Espantoso y genial del pasado domingo, Vargas Llosa no ocult¨® desde el principio su simpat¨ªa, o mejor ser¨ªa decir admiraci¨®n, por el citado Enric Marco, quien durante treinta a?os estuvo mintiendo sobre el inexistente y doloroso internamiento padecido en un campo nazi, al tiempo que se erig¨ªa en portavoz de los m¨¢s de 11.000 republicanos espa?oles que s¨ª estuvieron en aquella tr¨¢gica situaci¨®n. Puestos a enga?ar, Marco lo hizo, incluso, en su propia casa con su familia. Todos le creyeron los embustes hasta que ese historiador quisquilloso residente en Viena destap¨® el pastel.
En un mundo globalizado por la mentira, conviene medir el alcance de las palabras
La mentira tiene patria, s¨²bditos, y defensores que la propagan y, aunque no haga da?o, no rectifican
De no haber sido por el trabajo de "uno de esos esp¨ªritus rectil¨ªneos e implacables en la b¨²squeda de la verdad" (sic), el falsario Enric Marco habr¨ªa presidido poco menos que en la tribuna de honor los actos conmemorativos del 60? aniversario del fin del nazismo.
Se ve que la mentira tiene su lado espantoso y su lado genial. Cuanto m¨¢s espantoso es quien la practica, m¨¢s genialidad habr¨ªamos de reconocerle. Una afirmaci¨®n que en cualquier contexto, y en el que nos ocupa a¨²n m¨¢s, considero insostenible y tambi¨¦n peligrosa.
Adolf Hitler dijo que es m¨¢s f¨¢cil enga?ar a las masas con mentiras grandes que con mentiras peque?as. Y a?adi¨® que al vencedor nunca se le preguntar¨¢ si dijo la verdad.
Vargas Llosa cierra su art¨ªculo, que es un prodigio de ambivalencia, dirigi¨¦ndose de un modo campechano a Enric Marco como si este gran embustero fuera no un perverso sino un colega de las letras que necesita que le echen una mano para divulgar su obra: "Se?or Enric Marco, contrabandista de irrealidades, bienvenido a la mentirosa patria de los novelistas".
Parece una broma de dudoso gusto. ?Por qu¨¦ no proponerlo para la Academia, o para el PEN club, o llev¨¢rselo de gira y pronunciar conferencias al alim¨®n sobre los delirios del tardo realismo m¨¢gico?
En tiempos de grandes mentiras de todo tipo, procedencia y calibre (pol¨ªticas, religiosas, econ¨®micas, culturales), en un mundo globalizado por la mentira, conviene extremar la prudencia y medir el alcance de las palabras, sobre todo escritas. ?Exige demasiada imaginaci¨®n para un novelista ponerse en el lugar de un solo familiar de los muchos que perdieron seres queridos en los infiernos como Mauthausen? ?Acabaremos creyendo que el "contrabandista de irrealidades" es un buen portavoz de las v¨ªctimas de Hitler, a pesar de su mala fe y de sus enga?os?
Esta misma semana recib¨ª un alarmante correo en el que una conocida m¨ªa me informaba de un caso de muerte por leptospirosis debida a la ingesti¨®n de un refresco que la v¨ªctima bebi¨® directamente de una lata. La autopsia revel¨®, dec¨ªa el mensaje, que hab¨ªa sufrido una leptospirosis fulminante. Y el examen de la lata confirmaba la existencia de orina seca de rata en el exterior de la misma. En el mensaje se citaba, de pasada, el hospital Cantonal de Ginebra, como garant¨ªa de la veracidad del caso, y tambi¨¦n aparec¨ªa el nombre y tel¨¦fono de Mar Mellado, una secretaria de la Facultad de F¨ªsica de la Universidad de Barcelona.
Naturalmente, lo primero que hice fue llamar a Mar Mellado y preguntarle si el caso y toda la informaci¨®n eran ciertos. Pues no. Se trataba de una mentira y, adem¨¢s, su nombre hab¨ªa sido usurpado, algo que le estaba perjudicando en su trabajo. ?Pod¨ªa yo devolver el mensaje a la persona remitente rog¨¢ndole que desmintiera su contenido? Es todo lo que Mar Mellado ped¨ªa: restablecer la verdad.
Devolv¨ª el mensaje con ese ruego pero lo que recib¨ª a modo de respuesta queda resumido en este p¨¢rrafo, sin duda decepcionante: "Es curioso que utilicen el nombre de Mar Mellado. De todos modos, como no es malo que las personas sean limpitas, ese correo no le hace ning¨²n mal irreparable a Mar Mellado, y yo estoy muy liada, voy a dejar las cosas como est¨¢n".
En efecto, la mentira tiene una patria, tiene s¨²bditos y dispone incluso de c¨ªnicos defensores que la propagan y, aunque haga da?o, no la rectifican.
jicarrion@terra.es
El diario de Ivan
Ivan Noble, de 36 a?os, reportero de ciencia y tecnolog¨ªa de la BBC, empez¨® a escribir un diario cuando le diagnosticaron un tumor cerebral. Este diario apareci¨® en la p¨¢gina web de BBC durante los meses de la enfermedad del reportero, un tipo bonach¨®n y optimista, casado y con dos hijos. Tuve la oportunidad de leer muchos d¨ªas las frases de Ivan escritas en su diario ¨ªntimo. Hablaba del tumor y de su familia, de s¨ª mismo, de lo que le inquietaba. Y lo hac¨ªa unas veces esperanzado y otras, con m¨¢s frecuencia hacia el final, con una melancol¨ªa cercana al abatimiento porque el tratamiento y las operaciones fracasaron.
Esta pr¨®xima semana el diario de Ivan Noble va a ser publicado en Gran Breta?a, donde tuvo en la red cientos de miles de seguidores, d¨ªa a d¨ªa, durante meses. Me imagino que pronto aparecer¨¢ tambi¨¦n aqu¨ª, en Espa?a. No tiene otro m¨¦rito literario que su intensidad ajena a cualquier fabulaci¨®n o los trucos narrativos de la ficci¨®n. Su fuerza surge directamente de la lucha de un hombre todav¨ªa joven, golpeado a traici¨®n por la enfermedad, que sabe que va a morir y no quiere morir. En esa lucha lo apoyan sus lectores que le env¨ªan mensajes y con los que hace un pacto que yo llamar¨ªa de dignidad para contener la compasi¨®n y hasta las l¨¢grimas en los ¨²ltimos momentos.
Una ma?ana Ivan les anuncia que va a dejar de escribir. Su estado ya no se lo permite. Da las gracias a esos amigos que nunca ha visto pero que le han acompa?ado. Les dice que su fin no es un fracaso porque aunque no pudo derrotar a la enfermedad, tampoco la enfermedad lo ha derrotado a ¨¦l. ?nicamente le ha abierto una puerta para que ¨¦l, como todos habremos de hacer antes o despu¨¦s, salga sin miedo y sin tristeza hacia la nada, o hacia cualquier otro lugar.
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