La huida hacia adelante de Gerhard Schr?der
El canciller prefiere jug¨¢rselo todo adelantando los comicios antes que afrontar un a?o ag¨®nico con presiones a derecha e izquierda
La decisi¨®n del canciller socialdem¨®crata, Gerhard Schr?der (SPD) -tras el desastre electoral en Renania del Norte-Westfalia-, de convocar a los alemanes a las urnas un a?o antes del final de la legislatura, provoc¨® ayer un r¨¢pido comentario: suicidio por miedo a morir. Seg¨²n esta interpretaci¨®n, el temor a perder las elecciones previstas para fines de verano o el oto?o de 2006 caus¨® el suicidio pol¨ªtico de Schr?der al anticiparlas un a?o.
Schr?der ha optado por la huida hacia delante ante la perspectiva de un a?o de agon¨ªa con creciente p¨¦rdida de apoyo popular, como puso de manifiesto el descalabro electoral del domingo en un feudo tradicional de la socialdemocracia; una econom¨ªa renqueante con crecimiento casi nulo, casi cinco millones de parados e incumplimiento un a?o tras otro de los criterios de convergencia europeos; reformas sociales que no dan fruto y, sobre todo, con una mayor¨ªa de tres esca?os en el Parlamento Federal (Bundestag) que amenazaba ruina.
El jefe de Gobierno ha lanzado un ¨®rdago sin ninguna baza y con los electores escarmentados
El adelanto ha cogido a contrapi¨¦ a la oposici¨®n, y deja en segundo plano la debacle del SPD
El canciller ha lanzado un ¨®rdago y pone en manos de los electores el pr¨®ximo oto?o la suerte de su Gobierno de coalici¨®n entre el SPD y Los Verdes, que siete a?os despu¨¦s de su puesta en marcha se considera fracasado.
El anuncio de elecciones anticipadas que hizo el presidente del SPD, Franz M¨¹ntefering, tan s¨®lo 20 minutos despu¨¦s de cerradas las urnas indica que no se trata de un arrebato u obcecaci¨®n espont¨¢neos, sino que responde a una estrategia planificada de antemano ante el sombr¨ªo panorama que se cern¨ªa sobre las elecciones de Renania del Norte-Westfalia. La noticia cay¨® como una bomba en toda Alemania. Quedaron sin habla los jubilosos democristianos que celebraban su victoria. Se sumieron en la perplejidad compa?eros de partido de Schr?der que, antes del cierre de las urnas, no vacilaban en asegurar que la semana tras las elecciones del domingo ser¨ªa de tranquilidad absoluta. Lo mismo les ocurri¨® a los socios de coalici¨®n, Los Verdes, cuya secretaria general reconoci¨® en directo no tener ni idea de los planes de Schr?der.
La convocatoria de elecciones anticipadas no resulta f¨¢cil en Alemania. Sacarlas adelante es una especie de parto con f¨®rceps. La Constituci¨®n de la Rep¨²blica Federal establece toda clase de obst¨¢culos para impedir la inestabilidad pol¨ªtica que caracteriz¨® la Rep¨²blica de Weimar en los a?os veinte y principios de los treinta del siglo pasado.
Para anticipar las elecciones, Schr?der necesita la conformidad del presidente federal, Horst K?hler, y tal vez incluso del Tribunal Constitucional. El a?o 1983, el entonces canciller democristiano, Helmut Kohl, recurri¨® a unas elecciones anticipadas para consolidar su mayor¨ªa y el Tribunal Constitucional las acept¨® a rega?adientes. No obstante, todos los partidos y las fuerzas sociales, sindicatos y patronal, han alabado la decisi¨®n de Schr?der.
No cabe duda de que el canciller ha cogido a contrapi¨¦ a la oposici¨®n y que la sorpresa de su anuncio ha pasado a segundo plano la cat¨¢strofe del Partido Socialdem¨®crata en Renania del Norte-Westfalia. No se puede decir que el Schr?der golpeado y arrinconado contra las cuerdas haya da?ado a sus contrincantes, pero al menos ha conseguido un primer golpe, aunque s¨®lo sea de efecto.
El c¨¢lculo de Schr?der y la direcci¨®n del SPD se basa en obligar a los democristianos (CDU/CSU) a quitarse la careta y poner de manifiesto que su programa social ser¨ªa a¨²n m¨¢s duro que el que aplica ahora el Gobierno de coalici¨®n SPD-Verdes. La campa?a electoral apunta a un enfrentamiento entre la econom¨ªa social de mercado y la de mercado pura y dura sin adjetivos.
Tambi¨¦n espera el SPD que estallen y salgan a relucir las rencillas y diferencias m¨¢s o menos latentes en el seno de la democracia cristiana (CDU/CSU). Al mismo tiempo, Schr?der y M¨¹ntefering esperan lograr la unidad en las filas del SPD, cuyos sectores de izquierdas empezaban a desmandarse y se apuntaban ya conatos de ruptura en el grupo parlamentario.
Con la esperanza puesta en una mejor¨ªa de las cifras de paro por el efecto del verano y confiado tal vez en su proverbial buena estrella, Schr?der ha lanzado un ¨®rdago sin tener ninguna baza. No obstante, no se puede olvidar que a veces las partidas se ganan jugando de farol. En las pasadas elecciones de 2002, unas inundaciones a tiempo y la negativa a enviar tropas alemanas a Irak le dieron el triunfo a un Schr?der que se encontraba demosc¨®picamente muerto. Claro que esta vez el electorado parece escarmentado y todo indica que no est¨¢ por la labor de dar a la coalici¨®n SPD-Verdes una nueva oportunidad.
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