El fracaso de los pesimistas

?Alguien recuerda la ¨²ltima vez que una iniciativa pol¨ªticavalenciana tuvo repercusi¨®n en el resto de Espa?a? Hay que remontarse a 1874, a?o en que el Marqu¨¦s de Campo y Teodoro Llorente financiaron el golpe de estado del general Mart¨ªnez Campos que acab¨® con la I Rep¨²blica y restableci¨® la monarqu¨ªa con Alfonso XII, que fue recibido en Sagunto. Han pasado m¨¢s de 130 a?os. Ahora, la Comunidad Valenciana vuelve a ser noticia. La aprobaci¨®n de la reforma del Estatut, y sus repercusiones en Espa?a, es m¨¦rito de Francisco Camps y de Joan Ignasi Pla. Regate¨¢rselo, con la habitual pr¨¢ctica cainita que da el terreno, es cicatero e injusto.

Qu¨¦ duda cabe que el articulado del Estatut es perfectible; pero si se repasan las objeciones de los cr¨ªticos con el texto, se comprobar¨¢ que en su mayor¨ªa se refieren a aspectos de car¨¢cter simb¨®lico, m¨¢s que competencial, que dif¨ªcilmente pueden ser asumidos por el PP y el PSOE. Con diferencia los partidos valencianos mayoritarios. Carod no es nadie, pol¨ªticamente hablando, en esta tierra.

El acuerdo entre Camps y Pla trasciende el ¨¢mbito auton¨®mico, como es perceptible en las reacciones que ha provocado. Por eso su responsabilidad en la gesti¨®n del triunfo es mayor ante el futuro. El nuevo Estatut contiene los mecanismos para asumir competencias en materias como Hacienda y Justicia, impensables hace meses. Ahora s¨®lo falta activar esos mecanismos dot¨¢ndolos de contenido. Y ah¨ª va a ser clave el papel que ambos pol¨ªticos jueguen en los cambios legislativos que, seguro, van a producirse en el futuro.

El nuevo Estatut no s¨®lo representa el ¨¦xito de Camps y Pla, tambi¨¦n es el fracaso de los pesimistas.