El invisible vuelo de las tortugas
"... estos d¨ªas azules
y este sol de la infancia...".
(Antonio Machado en sus ¨²ltimos d¨ªas en Francia, en el exilio)
Siempre he fantaseado sobre qu¨¦ tipo de nostalgia asaltaba a Machado al escribir este verso. ?Quiz¨¢, la memoria de la infancia de la c¨¢ndida inocencia, que no hab¨ªa conocido la textura del mal?, ?de la guerra, del da?o...?
Hace unas semanas se estren¨® la pel¨ªcula de Bahman Ghobad Las tortugas tambi¨¦n vuelan, que muestra por primera vez en la gran pantalla campos de refugiados reales. Es Irak en los d¨ªas anteriores a la guerra. El trabajo de este cineasta kurdo es una reflexi¨®n l¨²cida sobre los estragos de la guerra y las principales v¨ªctimas de los conflictos: las mujeres y los ni?os.
La tragedia olvidada de los desplazados y los refugiados aparece de manera n¨ªtida ante nosotros; vivimos ignorando la existencia de m¨¢s de 40 millones de refugiados o desplazados en el mundo, porque la mayor¨ªa de ellos viven muy lejos de nuestras fronteras (apenas el 6% llega a los pa¨ªses europeos y a EE UU, el resto se queda en los pa¨ªses lim¨ªtrofes y, a veces, cerca de sus propias fronteras, mirando la tierra de donde han sido desalojados por la fuerza). As¨ª viven en el desierto, entre Chad y Sud¨¢n, dos millones de personas empujadas por las milicias Janjaweed.
Hace pocos d¨ªas, en el Congreso de los Diputados, cuatro mujeres de Burundi denunciaban la soledad en la que se encuentran para afrontar la vuelta de los refugiados y desplazados durante el gran drama que sufri¨® la regi¨®n de los Grandes Lagos y que encontraron cobijo en Tanzania.
A pesar de este desolado escenario, el n¨²mero de solicitudes de asilo "reales" ha descendido un 22% en los ¨²ltimos 10 a?os. Una raz¨®n explica esta cifra: las dificultades de salida de sus pa¨ªses de las personas perseguidas, a lo que se a?aden condiciones de pobreza muy severa con la consiguiente falta de recursos para poder huir.
Asimismo, y pese al descenso del n¨²mero de solicitudes de asilo presentadas en la Uni¨®n Europea, en marzo de 2003 el Gobierno brit¨¢nico inaugur¨® una pol¨¦mica que ya dura dos a?os, al proponer la creaci¨®n de centros de internamiento en pa¨ªses vecinos de la Uni¨®n Europea, como Ucrania, Marruecos o Rumania, donde ser¨ªan enviadas las personas que solicitaran asilo en cualquiera de los 25 pa¨ªses comunitarios para aguardar all¨ª a la resoluci¨®n de su solicitud; si ¨¦sta fuera positiva, entrar¨ªan en ese pa¨ªs y, si fuera negativa, ser¨ªan expulsados. Seg¨²n la propuesta brit¨¢nica, esto servir¨ªa para "mejor gesti¨®n del sistema de asilo". En definitiva, para abaratar los costes derivados de la atenci¨®n a los solicitantes de asilo. Estamos ante un debate peligroso que, afortunadamente, de momento, se ha paralizado por la oposici¨®n de algunos Gobiernos, entre ellos el nuestro, y una positiva comunicaci¨®n de la Comisi¨®n Europea de 3 de junio de 2003, titulada "Hacia sistemas de asilo mejor gestionados, m¨¢s accesibles y equitativos".
Son muchas las organizaciones que trabajamos desde hace tiempo en la ayuda y defensa de estas personas y consideramos imprescindible defender el derecho de las v¨ªctimas (violaciones de los derechos humanos) a solicitar la protecci¨®n de un tercer Estado y rechazar todas las propuestas que conculquen los principios de Ginebra (1991) y la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos.
Precisamente, el respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas junto con el relanzamiento de las instituciones multilaterales internacionales, son las mejores respuestas "preventivas" a los conflictos que preocupan al mundo. La lucha contra la pobreza, la Alianza de Civilizaciones, el compromiso con las libertades, forman parte de la agenda de nuestro Gobierno. Por eso, por primera vez, muchas organizaciones nos encontramos respaldadas en nuestra actuaci¨®n con un discurso y un compromiso pol¨ªtico, que hace muchos a?os se hubiera tildado de ingenuos y de voluntaristas.
La propuesta de Kofi Annan ante el Pleno de la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, pidiendo "una clara reforma" de la maquinaria de Naciones Unidas, respecto a los derechos humanos, es una propuesta valiente y decidida, a fin de poner en marcha una agenda sobre la Alianza de las Civilizaciones.
No podemos seguir escud¨¢ndonos en "no conocer" lo que est¨¢ ocurriendo en muchas partes del mundo. Ha habido un fracaso colectivo en la protecci¨®n de millones de humillados y ofendidos. Debemos reconocerlo ahora, cuando se cumple el XI aniversario del genocidio de Ruanda. Se necesitan unas Naciones Unidas con m¨¢s autoridad y mayor poder. Entendemos que es leg¨ªtima la preocupaci¨®n de la seguridad en las sociedades de bienestar, pero eso no puede conllevar restricciones de las libertades individuales y del respeto a los derechos humanos.
Michael Ignatieff, en su obra, El Mal menor, ¨¦tica pol¨ªtica en una Era de terror, enuncia un peligroso axioma: el mal menor es la guerra. Desde una ¨¦tica de la seguridad, donde no se acepta ninguna otra variable que implique ning¨²n matiz, la guerra es un mal menor de autodefensa. Esta premisa elimina cualquier posibilidad de resoluci¨®n de los conflictos por otras v¨ªas, que no sea la de la confrontaci¨®n.
S¨®lo podemos argumentar ad limitem sobre la paz, cuando el escenario que tenemos es la guerra: esto es lo que pas¨® en la movilizaci¨®n de la sociedad espa?ola los meses anteriores a la guerra de Irak. Si realmente creemos que los seres humanos no est¨¢n condenados a seguir un destino inexorable de confrontaci¨®n, si seguimos so?ando en un mundo donde podamos elegir "algo" nuestro destino, incluso, frente a la adversidad a la que estamos abocados todos, en menor o mayor medida, entonces vale la pena no claudicar. La ejemplar respuesta de la sociedad espa?ola, tras los brutales atentados de 2004 en Madrid, desterrando las discriminaciones de la poblaci¨®n musulmana, estimula este trabajo.
Espa?a est¨¢ en una buena posici¨®n para liderar este discurso pol¨ªtico y por varias razones: la opini¨®n p¨²blica comparte los valores de la paz y de la intermediaci¨®n en los conflictos, es una sociedad solidaria, tenemos unos ¨ªndices de inmigraci¨®n altos, pero a¨²n tenemos tiempo para articular un consenso, no s¨®lo pol¨ªtico, tambi¨¦n social sobre inmigraci¨®n.
Hace unos d¨ªas, hemos conocido las ¨²ltimas cifras de la inmigraci¨®n. M¨¢s all¨¢ de las cifras, m¨¢s all¨¢ del necesario control de fronteras, el fen¨®meno migratorio comienza cuando alguien tiene que salir de su pa¨ªs, no cuando llega al nuestro. Verlo desde esta perspectiva, implica tener en cuenta la vertiente del desarrollo, no s¨®lo para nuestro pa¨ªs, tambi¨¦n para el pa¨ªs del que procede, y eso significa "repensar" la relaci¨®n entre la inmigraci¨®n y el desarrollo; lo que Samir Nair conceptualiz¨® como "codesarrollo", incluyendo lo que significan las remesas de los inmigrantes para sus pa¨ªses y, que aqu¨¦llas no vayan s¨®lo al consumo, sino a crear tejidos de producci¨®n, que posibiliten el retorno, cuando los inmigrantes lo decidan. En este sentido, tambi¨¦n, debe ir caminando el consenso al que me refer¨ªa.
Rosa Delia Blanco Ter¨¢n es presidenta de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR).
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