Prisi¨®n eludible
La orden de prisi¨®n provisional, eludible mediante fianza de 400.000 euros, decretada por el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska contra Arnaldo Otegi, no constituye una medida anormal dentro del procedimiento penal. Lo anormal habr¨ªa sido dejar en plena libertad, sin adoptar medida cautelar alguna, a un imputado por delito tan grave como el de integraci¨®n en banda terrorista.
La fiscal¨ªa hab¨ªa solicitado prisi¨®n preventiva incondicional, dados los precedentes de huida de la justicia de otros dirigentes de su misma formaci¨®n, como Josu Ternera o Jon Salaberria, citado este ¨²ltimo junto con Otegi para declarar ante el juez. La solicitud de la fiscal¨ªa no era disparatada, pero el juez ha entendido con buen sentido que esos precedentes ajenos no pod¨ªan agravar la situaci¨®n de quien hasta ahora nunca ha intentado sustraerse a la acci¨®n de la justicia. Huelga, por tanto, el discurso victimista de los amigos de Otegi, as¨ª como el cuestionamiento de la decisi¨®n judicial por parte de la portavoz del Gobierno vasco en funciones, achac¨¢ndola a "un impulso pol¨ªtico".
La suerte corrida por Otegi no se diferencia de la de los 35 dirigentes y miembros cualificados de Batasuna imputados por pertenencia a banda armada en los sumarios abiertos por el juez Garz¨®n a partir de 2001. En unos casos, el juez decret¨® la prisi¨®n preventiva, y en otros, la libertad bajo fianza, como ahora con Otegi. Una vez que ha dejado de estar aforado como parlamentario vasco, el antiguo portavoz de la ilegalizada Batasuna no pod¨ªa dejar de aclarar su actuaci¨®n ante el juez, en especial su papel en la creaci¨®n de la red de herriko tabernas que sirvi¨® para financiar a ETA.
La suspensi¨®n cautelar de Batasuna, acordada por ese juez en agosto de 2002, qued¨® superada por su posterior ilegalizaci¨®n en virtud de la Ley de Partidos Pol¨ªticos. Pero las imputaciones penales, de car¨¢cter personal, que la justicia mantiene contra las ¨²ltimas direcciones de Batasuna -a partir de 1988- siguen en pie. Es lo que no parecen comprender los defensores de Otegi. Y resulta sorprendente que portavoces nacionalistas cualificados equipararan ayer la detenci¨®n de Otegi y la colocaci¨®n de una bomba en el centro de Madrid como obst¨¢culos sim¨¦tricos a la paz. Ninguna expectativa de un hipot¨¦tico proceso de paz puede suponer la impunidad por decreto de quienes tengan pendientes cuentas con la justicia.
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