Un sionismo moderado
La literatura pol¨ªtica en espa?ol del conflicto palestino-israel¨ª tiene ya un gran cl¨¢sico, la obra f¨¢cilmente llamada a ser el libro de referencia sobre el problema contempor¨¢neo de Tierra Santa, en el que se enfrentan secularmente dos nacionalismos, el ¨¢rabe-palestino y el judeo-sionista. El historiador catal¨¢n y catalanista, cuya moderaci¨®n en lo que es proyecci¨®n p¨²blica puede no siempre revelar lo intenso y, finalmente, berroque?o de sus convicciones, Joan Culla, ha escrito la recensi¨®n m¨¢s completa, m¨¢s amueblada de datos, y m¨¢s atenta a la efem¨¦rides o al detalle estad¨ªstico del largo enfrentamiento de esos dos pueblos por el paraje central de Oriente Pr¨®ximo.
Desde el comienzo de la operaci¨®n sionista, a mediados del siglo XIX, hasta la m¨¢s abrupta actualidad del "demonizado" Sharon -como lo califica Culla- uno puede estar en desacuerdo sobre el enfoque, las conclusiones del autor, pero no disputar lo elaborado de la narrativa, la construcci¨®n de un mundo autocontenido en el que el lector halla siempre respuestas, donde los momentos y los movimientos de los dramatis personae est¨¢n interpretados, cumpliendo una funci¨®n en una trama concebida como el desarrollo de una gesta; y todo ello en el modo ¨¦pico, que dir¨ªa Hayden White. Un excelente libro de libros.
LA TIERRA M?S DISPUTADA
Joan B. Culla
Alianza. Madrid, 2005
464 p¨¢ginas. 20 euros
Desde este punto de vista, la implantaci¨®n sionista adquiere un car¨¢cter de desarrollo inexorable; el de lo dado y del que no se discute lo fundado de sus t¨ªtulos; aquel, a mayor abundamiento, que corresponde al choque de dos fuerzas de las que una es la m¨¢s competente y la de mayores m¨¦ritos. Esta historia no es, como puede adivinarse, de las que se prestan c¨®modamente a la disciplina de la neutralidad, y, as¨ª, cuando Culla se adentra en el quehacer del primer sionismo pionero a comienzos del siglo pasado, lo hace practicando a pies juntillas la expresi¨®n que se atribuye a Zangwill, que exhortaba a la peregrinaci¨®n a Palestina, que era "una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra", puesto que el poblador ¨¢rabe es en el libro s¨®lo una sombra, a la que el colono jud¨ªo sustituye tanto o m¨¢s que desplaza.
Y sorprende que en ese reco
rrido tan rico se dedique comparativamente tan poco espacio a la reuni¨®n de Camp David II, julio de 2000, en la que Clinton trat¨® de forzar a Arafat a firmar lo que casi universalmente se ha calificado de "mejor oferta que jam¨¢s un primer ministro de Israel pudiera hacer a los palestinos", as¨ª como que no tenga en cuenta las revelaciones de Robert Malley, miembro del equipo norteamericano de las conversaciones, a las que han venido a sumarse las aportaciones de Charles Enderlin -Le r¨ºve bris¨¦e-, jefe de AFP en Jerusal¨¦n, y firmas tan prestigiosas como las de A. Kapeliouk -Arafat, l'irreductible- e I. Papp¨¦, en su reciente historia de Palestina; excepto el primero, Malley, todos ellos jud¨ªos israel¨ªes que coinciden en pintar un cuadro de acoso y oferta, muy por debajo de las propias exigencias de las resoluciones de la ONU, al rais palestino. Culla se atiene, en cambio, a la vulgata sionista, largamente aceptada por la opini¨®n p¨²blica mundial, que atribuye a Arafat toda la culpa de una ocasi¨®n perdida para la paz.
Como periodista, por ¨²ltimo, tambi¨¦n llama la atenci¨®n que el autor se apunte a la teor¨ªa, casi art¨ªculo de fe en Israel, de que la prensa europea es muy mayoritariamente hostil al Estado sionista que, desde luego, comparten muy pocos compa?eros de la prensa continental. Pero el libro constituye, m¨¢s all¨¢ de discrepancias m¨¢s o menos graves con otros y tan respetables autores, un gran intento de reflexi¨®n madura, seria, liberal y, desde una perspectiva sionista, de notable comprensi¨®n con los derechos de los palestinos, sobre un conflicto que se halla, hoy tanto como ayer, muy lejos de su terminaci¨®n.
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