El empecinamiento
Ayer mor¨ªa en Venecia, a los 96 a?os, el pintor esloveno Anton Zoran Music, cuya serie de pinturas titulada No somos los ¨²ltimos representa uno de los legados pict¨®ricos m¨¢s comprometidos contra el olvido del horror. A pesar de haber mezclado como nadie la poes¨ªa con la pintura, convirti¨¦ndose casi en un poeta del pincel, su deportaci¨®n a Dachau en 1944 y sus dos a?os de carne viva en manos de la locura nazi le agriaron para siempre sus bellos paisajes venecianos, sus dorados luminosos, su alegr¨ªa. En el Centro Georges Pompidou de Par¨ªs pueden verse algunos de los dibujos que nacieron del dolor de Dachau y que el artista don¨® a Francia.
No deja de ser una casualidad que la muerte de este militante de la memoria coincida con la pol¨¦mica que estas semanas han motivado diversos art¨ªculos, un incidente diplom¨¢tico, un serio incomodo pol¨ªtico, las declaraciones de un presidente y de un alcalde, y la retirada de un libro en su redacci¨®n actual. Muchos somos los que hemos alzado la voz para mostrar nuestra indignaci¨®n con el Ayuntamiento de Barcelona y nuestra cr¨ªtica a un nuevo intento de banalizaci¨®n del Holocausto. Los ¨²ltimos art¨ªculos, firmados por Mar?al Sintes y por Joan B. Culla -maestro, como siempre, en la precisi¨®n hist¨®rica- han sido el colof¨®n de una semana en la que han desfilado por toda la prensa desde Pere Bon¨ªn hasta Baltasar Porcel, desde Francesc Marc ?lvaro hasta Llu¨ªs Foix, Marta Pessarrodona, Jordi Argelaguet y yo misma, que tuve, adem¨¢s, la oportunidad de mantener un debate con el autor del libro en TV-3. En todos los casos, despu¨¦s de haber le¨ªdo y reflexionado, los autores de los art¨ªculos hemos pedido la retirada del libro Els republicans i les republicanes en els camps de concentraci¨® nazis por dos motivos fundamentales: la minimizaci¨®n y la banalizaci¨®n de la Shoa. En primer t¨¦rmino, el libro minimiza el Holocausto, como si fuera un ap¨¦ndice y no el motor central de la barbarie nazi. Incluso a la pregunta "did¨¢ctica" -no podemos olvidar que se trata de un texto dirigido a estudiantes- de "?a qui¨¦n enviaban a los campos los nazis?", los jud¨ªos aparecen despu¨¦s del resto. M¨¢s all¨¢ se especifica que no eran resistentes antifascistas como los republicanos, sino s¨®lo jud¨ªos. ?D¨®nde debe quedar la notable aportaci¨®n jud¨ªa al pensamiento de izquierdas europeo? En fin. Es evidente que los autores no entendieron nada de lo que signific¨® la planificaci¨®n industrial del exterminio jud¨ªo de toda Europa, perfectamente preparada, teorizada y construida desde la profusa propaganda de Goebbels, pasando por Mein Kampf, de Hitler, para acabar con la "soluci¨®n final" que culmin¨® con los campos de exterminio. Fue en un homenaje en su villa natal donde el deportado catal¨¢n Eusebi P¨¦rez dijo solemnemente: "Los republicanos ¨ªbamos a trabajar a los campos. Los jud¨ªos iban a morir". Evidentemente, en los campos murieron miles de personas, y ah¨ª est¨¢n nuestras v¨ªctimas republicanas, perdidas para siempre en ese agujero negro de la historia. Pero los jud¨ªos no murieron en los campos, los jud¨ªos fueron a morir, y ese matiz tan sutil marca a fuego la lecci¨®n que el Holocausto representa para la humanidad. Cuando en un libro se confunden los campos de concentraci¨®n con los de exterminio, se obvia la resistencia jud¨ªa a los nazis -el gueto de Varsovia le cost¨® a Hitler m¨¢s esfuerzo y sudor que la invasi¨®n de Polonia-, cuando la palabra holocausto aparece siempre en min¨²scula -y ello, m¨¢s que un desprecio ortogr¨¢fico, denota un estado mental- y cuando la ideolog¨ªa de unos se contrasta con la ausencia de ideolog¨ªa en lo jud¨ªo, ese libro ni es pedag¨®gico, ni did¨¢ctico, ni ¨²til. De hecho, sencillamente no es un libro serio. Lo dec¨ªa Culla ayer y lo recojo: es curioso que los autores sean tan puntillosos en las cuestiones de g¨¦nero -"republicanos i republicanas"- y luego sean tan burdos y tan superficiales en el trato que dan a la Shoa. Curiosa sensibilidad.
El segundo motivo de repudio del libro, complementario del primero, es, si cabe, m¨¢s grave y denota una clara posici¨®n ideol¨®gica. La banalizaci¨®n del Holocausto se est¨¢ produciendo desde hace tiempo por parte de l¨ªderes, opinantes y periodistas de izquierdas, y representa, hoy por hoy, el eje b¨¢sico de un nuevo antisemitismo, inconsciente, prestigioso y perfectamente inserido en el pensamiento correcto. Esa banalizaci¨®n ha acu?ado un s¨ªmil que usa como regodeo, impudor y alegr¨ªa solidaria, y que resulta especialmente cruel: la comparaci¨®n entre las pr¨¢cticas nazis y la actual pol¨ªtica de Israel. Ninguno de estos notables de izquierdas, con Saramago a la cabeza, ha comparado la barbarie del dictador sudan¨¦s, con sus masacres y sus miles de muertos en el bolsillo, a Hitler, ni tampoco ha existido esta similitud con ning¨²n otro drama actual. Ni tan s¨®lo la ideolog¨ªa totalitaria del integrismo isl¨¢mico ha merecido que las cabezas pensantes de la izquierda verdadera pensaran en el nazismo. De hecho, el integrismo ni tan s¨®lo preocupa a dichas cabezas, demasiado entretenidas con su fijaci¨®n antiamericana. Glucksmann bautiza esta actitud como "la indiferencia nihilista". En cambio, todos ellos no tienen ning¨²n pudor en lanzar contra los descendientes de la Shoa el recuerdo malvado de sus verdugos, confundiendo planos, maniqueando la compleja realidad y, por supuesto, minimizando el terrrorismo. Es en este contexto de pensamiento ¨²nico de izquierdas donde queda inserida la comparaci¨®n que el libro hace de los campos nazis con la pol¨ªtica israel¨ª. Una comparaci¨®n ideol¨®gica, sectaria y, desde mi punto de vista, malvada.
Por todo ello pedimos la retirada, porque con dinero p¨²blico, y en nombre de la memoria, se pisotea, contamina y banaliza la espina dorsal de la tragedia que vivi¨® la Europa jud¨ªa y, con su muerte masiva, toda Europa. Leyendo la carta que el autor envi¨® a EL PA?S y los comentarios que me hizo en TV-3, me veo capaz de afirmar que a¨²n no ha entendido nada y que su empecinamiento y su ceguera actual explican la ceguera del propio libro. A todos nosotros nos ha lanzado la acusaci¨®n de franquistas e inquisidores. Ni me inmuto. ?Qu¨¦ se puede esperar de alguien que banaliza el asesinato planificado de seis millones de personas? Lo banaliza y ni se entera... Si le dejamos un rato, nos acusar¨¢ directamente de nazis. Total, ser¨ªa un acto de coherencia, visto lo visto en su libro. En cualquier caso, espero que Marina Subirats haya entendido finalmente alguna cosa. Ahora ya no habla de censura. ?Ser¨¢ porque la han censurado o ser¨¢ porque lo ha entendido?
Lo peor es que todos ¨¦stos dicen que son de izquierdas.
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