Estatuto
Algunos solemnes episodios identitarios se han sustanciado a la sombra de un ¨¢rbol, incluso en su propia le?a o en su alegor¨ªa. Desde el manzano del para¨ªso de Ad¨¢n y Eva a Guernika, sin olvidar la leyenda del asedio a El ?lamo, casi siempre hay un ¨¢rbol que se interpone en el camino de la inercia social para cambiar el rumbo de la historia, lo cual ha acabado dibujando un frondoso repertorio vegetal indisociable de la impronta personal de algunos pueblos. Sin embargo, hasta ahora la bot¨¢nica y el Estatuto de Autonom¨ªa valenciano han ligado fatal. El magnolio que se plant¨® en Benic¨¤ssim hace 23 a?os para simbolizar el consenso alcanzado se sec¨® enseguida, acaso como una met¨¢fora inapelable del tortuoso trayecto recorrido y las claudicaciones que se produjeron para cerrar el acuerdo. Incluso por la basura y lixiviados que lo nutrieron, cuyo hedor y corrosi¨®n reaparecen a la m¨ªnima en no pocas tensiones pol¨ªticas actuales. Hubo que reemplazarlo y ahora hay que confiar en que no se muera el ficus del patio de las Cortes Valencianas, que ha sido el escenario escogido por Francisco Camps y Joan Ignasi Pla para inmortalizar el acuerdo de la reforma estatutaria. Siendo interesante esta modificaci¨®n desde el punto de vista de la financiaci¨®n y la potenciaci¨®n simbol¨®gica, su mayor atractivo es haberse anticipado al resto de estatutos en proceso de reforma y haber absorbido el inter¨¦s de una Espa?a para la que los valencianos resultamos a menudo imperceptibles. Desde el punto de vista estatutario, hemos pasado de viajar en el vag¨®n de cola a ir despeinados por el viento en la locomotora, aunque lo peor es que ahora despreciamos lo que entonces se nos neg¨®. El duro proceso que precedi¨® a la aprobaci¨®n del Estatuto traumatiz¨® a varias generaciones de valencianos. Contra ese muro reventaron no pocos idealistas, mientras otros quedaban atrapados en la melancol¨ªa de lo que pudo haber sido y no fue. Las frustraciones derivadas fueron demoledoras. La cr¨®nica del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas es apabullante en ese sentido: la consciencia aut¨®ctona ha pasado del 25% de entonces al 9% actual. Y ¨¦se es el reto, adem¨¢s de que el ficus no s¨®lo no se seque sino que no nos aplaste en su ca¨ªda.
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