Di¨¢logo social y modelo de crecimiento
El autor demanda al Gobierno que aborde las reformas necesarias para converger con Europa en derechos, bienestar y calidad de vida.
La Declaraci¨®n para el Di¨¢logo Social de 8 de julio del pasado a?o, realizada por el Gobierno y los agentes sociales, ha generado sensaciones de confianza y expectativas sobre la direcci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica en nuestro pa¨ªs para los pr¨®ximos a?os, una vez verificados los m¨¢s que evidentes signos de agotamiento de las pautas de crecimiento vigentes desde 1997.
La transici¨®n hacia un modelo alternativo orientado por los objetivos de la mejora de la competitividad, el aumento de la estabilidad en el empleo y la cohesi¨®n social, requiere un esfuerzo colectivo que justifica y legitima plenamente este cambio en la forma de gobernar que constituye el di¨¢logo social. El di¨¢logo social debe aportar valor a?adido y un determinado sesgo tambi¨¦n al contexto de la direcci¨®n socioecon¨®mica, y ha de tener su plasmaci¨®n en la pol¨ªtica econ¨®mica, de la que el movimiento sindical no puede quedar al margen.
Es verdad que, pr¨¢cticamente desde la firma de la Declaraci¨®n, se han sucedido informes, documentos y recomendaciones (algunas de ellas verdaderamente pintorescas, por reaccionarias, como un art¨ªculo que aparece en la FAES, en la que se exalta como una virtud de los d¨¦biles "su capacidad de trabajar por sueldos m¨¢s bajos"), coincidentes todos ellos en dos aspectos que constituyen objetivos constantes de la patronal y de las pol¨ªticas conservadoras y neoliberales, y sobre los que se viene insistiendo desde hace d¨¦cadas: el abaratamiento del despido y la ampliaci¨®n del periodo de c¨¢lculo de las pensiones.
Y todo ello con el tel¨®n de fondo de la exigencia de reforma de la negociaci¨®n colectiva en la direcci¨®n de la eliminaci¨®n de sus rigideces (por ejemplo, supresi¨®n de las cl¨¢usulas de garant¨ªa salarial) y de su "descentralizaci¨®n" para facilitar la adecuaci¨®n de la empresa a las variables espec¨ªficas de su entorno.
Las pol¨ªticas impl¨ªcitas en la Declaraci¨®n del 8 de julio deben ser emprendidas por el Gobierno, que no puede limitarse a llevar a las mesas del di¨¢logo social propuestas parciales y/o sectoriales, sino que debe impulsar a fondo la indispensable transici¨®n hacia el modelo alternativo de crecimiento econ¨®mico.
Hay que "hablar de todo", sin exclusiones ni opacidades. La controversia generada y las posiciones contrarias a la incorporaci¨®n de una cl¨¢usula para evitar la p¨¦rdida de poder adquisitivo en el SMI por el aumento de los precios, no ha sido una buena se?al. Primero, por el limitado efecto de la misma en cuenta de resultados de las empresas; y segundo, y fundamental, porque la revisi¨®n del Pacto de Estabilidad, junto a las expectativas abiertas en la negociaci¨®n de los fondos estructurales europeos, permite pensar escenarios m¨¢s favorables para estos acuerdos.
La reforma del Mercado de Trabajo, en este escenario, es una cuesti¨®n prioritaria, en la que tan necesario es articular medidas de cambio en materia de contrataci¨®n y de empleo, que hagan de la estabilidad en el empleo un objetivo irrenunciable, como de un modelo productivo que contemple la estructura del tejido productivo, las pol¨ªticas p¨²blicas y privadas de las inversiones, los mercados de capitales o el marco fiscal. S¨®lo la conjunci¨®n de ambas perspectivas har¨¢ posible incrementar los niveles de ocupaci¨®n y de empleo y reducir de manera dr¨¢stica los actuales e insoportables niveles de precariedad y temporalidad.
Es imprescindible, por tanto, concebir el di¨¢logo social, que no es ajeno ni al conflicto de intereses ni al propio conflicto social, como una forma, un m¨¦todo de gobernanza, el m¨¢s adecuado para la ¨¦poca de la globalizaci¨®n y la intensa competencia en los mercados.
Algunos indicadores apuntan incertidumbres sobre nuestra econom¨ªa, por causa fundamentalmente del impacto de los altos precios del petr¨®leo, no estando al margen el modelo de crecimiento econ¨®mico en el que se ha venido apoyando la pol¨ªtica econ¨®mica. Que estas incertidumbres se despejen, depender¨¢, en buena medida, de que la econom¨ªa espa?ola se haya orientado en la direcci¨®n de una mayor competitividad, basada en la mejora de las infraestructuras de todo tipo, tambi¨¦n las ambientales, el aumento de las inversiones p¨²blicas y privadas en investigaci¨®n e inversiones, en educaci¨®n y formaci¨®n; pero tambi¨¦n y, sobre todo, en la configuraci¨®n de su tejido productivo y de una estructura empresarial en la que el di¨¢logo social sea la cultura que inspira el quehacer cotidiano.
Es ¨¦se, precisamente, el modelo social europeo al que el movimiento sindical ha dado su confianza el pasado 20 de febrero. Con este modelo es posible continuar el proceso de convergencia real en derechos, bienestar y calidad de vida.
El di¨¢logo social en curso es la mejor aplicaci¨®n de dicho modelo, a condici¨®n de que las partes mantengan su sentido de la responsabilidad: el Gobierno, llevando a la negociaci¨®n todos los temas relacionados con la competitividad, el empleo y la cohesi¨®n social; las organizaciones empresariales asumiendo que la b¨²squeda de excedentes debe basarse en criterios distintos a los de la etapa anterior; y el movimiento sindical evitando que la negociaci¨®n de aspectos parciales desvirt¨²e el resultado final.
Se ha cumplido un a?o de legislatura y entramos en su periodo m¨¢s importante, el que con toda probabilidad va a marcar el rumbo de la misma. El Gobierno debe recordar la enorme movilizaci¨®n c¨ªvica que desde la huelga del 20-J de 2002 le aup¨® al Gobierno dos a?os m¨¢s tarde. El mandato de las urnas era un mandato democr¨¢tico. Se est¨¢ cumpliendo razonablemente en lo que concierne a los derechos civiles. Es el momento de abordar con serenidad y firmeza lo que afecta a los derechos sociales y laborales, a todo aquello que tiene que ver con el desarrollo de la ciudadan¨ªa social, que incorpora, junto a los derechos civiles, derechos sociales y laborales.
Rodolfo Benito Valenciano es presidente de la Fundaci¨®n Sindical de Estudios y miembro de la Comisi¨®n Ejecutiva Confederal de CC OO.
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