Colapso total en Montju?c durante el desfile de carnaval del m¨²sico brasile?o Carlinhos Brown
Miles de personas bailaron y sudaron alrededor de dos inmensos camiones musicales
Todas las previsiones volvieron a romperse. Hasta los que auguraban un exitazo se quedaron cortos. Carlinhos Brown y su carnaval colapsaron totalmente la larga recta del estadio ol¨ªmpico y todos sus alrededores. La imagen resultaba entre dantesca, emocionante y estremecedora: toda la calzada absolutamente repleta de un p¨²blico apretujado y danzar¨ªn que rodeaba a los dos inmensos camiones musicales impidi¨¦ndoles, incluso, avanzar. Seg¨²n datos facilitados a Efe por el Ayuntamiento de Barcelona, unas 400.000 personas asistieron ayer a la gran r¨²a de carnaval del m¨²sico brasile?o.
La cantante Daniela Mercury aport¨® a la fiesta unos ritmos directos y festivos
Durante toda la tarde de ayer era pr¨¢cticamente imposible moverse en aquella zona. Lo ¨²nico viable era dejarse llevar por el flujo del Carnaval: saltar y bailar al ritmo fren¨¦tico que impon¨ªan los apabullantes altavoces de los camiones, olvidando el agobio por la aglomeraci¨®n reinante y, sobre todo, sudando. Lo hab¨ªa dicho el mismo Carlinhos Brown: "El Carnaval es sudor y el sudor nos hace a todos iguales". Ayer en Montju?c se sud¨®, y mucho, pero con alegr¨ªa, casi podr¨ªa decirse: con entusiasmo.
Unas 400.000 personas, seg¨²n apreciaciones de la Guardia Urbana a las agencias, se acercaron en la tarde de ayer hasta la monta?a de Montju?c para vivir en primera persona la segunda visita a la ciudad del Carnaval de Bah¨ªa. El inicio del espect¨¢culo (Carnabalona, seg¨²n la se?alizaci¨®n municipal, todo y que los organizadores s¨®lo utilizaban el nombre de 'Movistar', la empresa de telefon¨ªa m¨®vil patrocinadora) estaba previsto para las 18 horas. Una hora antes los accesos a la zona viv¨ªan ya una intensidad totalmente desconocida, sin parang¨®n ni siquiera en los recordados d¨ªas ol¨ªmpicos. Era imposible perderse: una marea humana, matizada ya por los colores verde y amarillo, circulaba desde las bocas del metro de la plaza de Espa?a hacia la Avinguda de l'Estadi, la popular Recta, sorteando algunos inconvenientes como un sol de justicia y varios tramos de escalera mec¨¢nica averiados (se puso mucho ¨¦nfasis en recomendar que se utilizaran los medios p¨²blicos de transporte y la gente cumpli¨®, pero nadie desde la municipalidad se entretuvo en revisar que las escaleras mec¨¢nicas funcionaran).
En el extremo sur de la Recta, con la imagen de la torre de Calatrava a sus espaldas, los dos inmensos camarotes estaban aparcados vomitando ya una m¨²sica terriblemente r¨ªtmica a un volumen infernal. El primero era el mismo que Carlinhos Brown trajo el pasado a?o al F¨®rum barcelon¨¦s, una especie de bestia espacial con grandes pantallas de v¨ªdeo por ojos, por lomo una inmensa terraza sobre la que se colocaban los m¨²sicos y sobre la cabeza una balconada que acoger¨ªa al propio Brown. El otro, el de Daniela Mercury, era mucho m¨¢s modesto, una simple tarima alzada para tocar, bailar y cantar, y en nada comparable a los que utiliza la misma cantante en el Carnaval original de Bah¨ªa, del que es una de las m¨¢s importantes animadoras.
A las 18.30 horas, la salida de los dos camiones ya estaba bloqueada por un p¨²blico impaciente, con una media de edad bastante joven, mucha presencia de residentes suramericanos y, sobre todo, gran profusi¨®n de vestimentas con los colores amarillo y verde. Un p¨²blico que estall¨® en aplausos y v¨ªtores cuando Carlinhos Brown irrumpi¨® sobre su cami¨®n vestido con unos pantalones amarillos, una capa roja y un enorme y vistoso sombrero de plumas. "Hola Catalu?a", fue su grito de inicio al que siguieron algunas recomendaciones referentes a la deshidrataci¨®n, al cuidado de los ni?os y sobre todo a la necesidad de que la gente no parara quieta y caminara para dejar avanzar a los camiones. A pesar de esas recomendaciones Brown tuvo que dejar de cantar en diversas ocasiones para pedir a los danzarines que caminaran o sugerir a alg¨²n padre que apartara a su ni?o del camino del cami¨®n. "Todos estamos aprendiendo a hacer un Carnaval", dijo el bahiano a modo de disculpa.
Casi un cuarto de hora le cost¨® a Brown ponerse en machar ante la marea humana que le rodeaba. El cami¨®n de la hiperactiva Daniela Mecury, atractivamente vestida de negro, tuvo que esperar m¨¢s de 40 minutos para poder dar el primer paso. Llegar hasta el otro extremo de la Recta, en la plaza de Dante, fue tan duro como alegre y exultante.
Los ritmos brasile?os m¨¢s contagiosos se entremezclaron con alg¨²n cl¨¢sico de la bossa nova, sobre todo en la propuesta de Mercury que ya empez¨® con Pa¨ªs Tropical, mientras que Brown no le hac¨ªa ascos ni al reggae ni al mambo.
En realidad las dos propuestas de los dos artistas, cada uno sobre su cami¨®n, fueron bastante diferentes. Mientras que Carlinhos Brown ejerc¨ªa su papel de gran gur¨², un tanto paternalista, Daniela Mercury era puro arrebato r¨ªtmico. Los ritmos surg¨ªan del cami¨®n de Brown con un cierto halo m¨ªstico mientras que la cantante bahiana se centraba en una propuesta m¨¢s directa y festiva: en la parte delantera de su cami¨®n Mercury y dos de sus bailarinas no pararon de bailar y de incitar al p¨²blico a mover los brazos o desplazarse r¨ªtmicamente. Id¨¦ntico baile se repet¨ªa en la porci¨®n trasera del enorme veh¨ªculo. Absolutamente contagioso y matizado por las frecuentes y espectaculares explosiones de varios ca?ones de confet.
Carlinhos Brown hab¨ªa hablado de incluir a artistas barceloneses en este carnaval que se supon¨ªa era del p¨²blico catal¨¢n pero finalmente nada de eso aflor¨® en el desfile: s¨®lo m¨²sica, bailes y cantos procedentes de la otra orilla del Atl¨¢ntico. El ¨²nico puente que pod¨ªa observarse eran algunas camisetas de la selecci¨®n brasile?a con el n¨²mero y el nombre de Ronaldinho en la espalda.
La fiesta fue total y s¨®lo qued¨® algo empa?ada por el agobio generalizado que oblig¨® a muchos a tomar el camino de regreso antes de lo previsto, en realidad salieron ganando algo: evitaron el nuevo colapso que las rutas de bajada iban a experimentar a partir de las ocho de la tarde.
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