Trayecto con libros
No es la mejor temporada, seamos sinceros, para algunos h¨¢bitos culinarios, pero la excentricidad tiene estas cosas. En Madrid, a m¨¢s de 30 grados y sin aguacero, tengo que confesar, y confieso, que en compa?¨ªa de escritores, editores, galeristas, cineastas y otras gentes de orden y desconcierto, nos reunimos para zamparnos una fabada. No una fabadilla, no, sino una fabada/fabada. Una de esas que cuando est¨¢s en los postres ya te est¨¢ pidiendo una marcha r¨¢pida por la ruta del Cares o algo as¨ª de ol¨ªmpico. Uno es ol¨ªmpico, pero lo lleva en secreto. Esa diet¨¦tica reuni¨®n culinaria astur cant¨¢brica era la celebraci¨®n inaugural de las semanas m¨¢s librescas. El peculiar encuentro era en casa del creador de la editorial El Tercer Nombre. Dise?o y casticismo alrededor de unas fabes. Una idea entre lo genial y lo mortal. A los pucheros, un poeta y agitador cultural, Miguel Mun¨¢rriz. A los postres, una escritora, loca de su casa y cuerda por fuera, Rosa Montero, toda una experta en dulces comprados. Las copas eran democr¨¢ticas. Las mujeres, hermosas o elegantes. Los hombres, tambi¨¦n o todo lo contrario. As¨ª comenz¨® una semana de libro en libro, de autor en autor, de feria en feria. Una preparaci¨®n nada light para la misma feria de todas las primaveras mirando al verano. Nuestro mundo cultural, al margen de los trayectos y los caminos -a cada uno lo suyo-, se prepara para ver firmar a pie de caseta a los de siempre. El resto ensaya una sonrisa, saluda a los conocidos o regala el libro a los amigos. No lo toques m¨¢s, as¨ª es la feria.
Hablamos del mundo del libro de bolsillo. Escuchamos a los expertos, nos alegramos por el crecimiento del sector, pero tambi¨¦n en compa?¨ªa de libreros nos dimos cuenta de lo complicado que es colocar unos miles m¨¢s de libros en el mismo espacio. A los editores se les pide imaginaci¨®n. A los libreros, casi nada, que sean h¨¢biles como un pickpoket.
La fiesta va a comenzar. Los aperitivos fueron interesantes. El men¨² comenz¨® deportivo y so?ador. Gonzalo Su¨¢rez present¨® unas memorias escritas en sus ratos de vigilia. Han pasado los a?os, ya no tiene el cuerpo para el cuadril¨¢tero, ni para tirar un libre directo, ni para una batalla con el ardor de un soldado de Jenofonte, pero mantiene una memoria l¨²cida y tranquila que sabe convertir en literatura. Present¨® un curioso libro sobre s¨ª mismo lleno de realidades e irrealidades, de melancol¨ªas como esa depresi¨®n confesada cuando se enter¨® de que un mito, un ¨ªdolo llamado Gary Cooper, termin¨® sus d¨ªas con un crucifijo en sus manos, arrepentido de haber fornicado, fuera del matrimonio, con maravillosas mujeres. ?Qu¨¦ dura es la vejez!
Tambi¨¦n nos encontramos, para no salir del paisaje asturiano, con el memorioso -siempre que no sea escribiendo sus propias memorias- Santiago Carrillo. Una voluntad ejemplar: se est¨¢ quitando del tabaco. Ya est¨¢ en paquete y medio diario. Ya se sabe que los 90 a?os no pasan en balde para nadie. Carrillo sigue en forma, poco cat¨®lico y bastante m¨¢s sentimental. Seducido por Zapatero, sigue sin encontrar lo que pasa a la izquierda del presidente y sin ver salidas por el flanco derecho. Acababa de hablar con una periodista de la derecha, del Opus y dem¨®crata -Carrillo dixit- que le contaba con preocupaci¨®n el renacer de un derechismo capaz de llamar a las barricadas, a las barricadas, por el triunfo de la reacci¨®n. Nos confes¨® que ¨¦l nunca se hubiera fotografiado a la manera de Carod, pero s¨ª lo hizo con un tricornio en el Par¨ªs del exilio. Un tricornio que le llev¨® su amigo -nuestro admirado, confeso y repetido en esta columna- el pintor Caneja. Sostiene Carrillo que al ponerse el tricornio, al menos en aquellos tiempos, inmediatamente sinti¨® que dejaba de ser comunista y se convert¨ªa en su contrario. As¨ª lo recuerda el nonagenario fumador, todav¨ªa piensa que el h¨¢bito, o el tricornio, s¨ª hacen al monje. Deben de ser cosas de mayores. Supersticiones de viejos comunistas y otros compa?eros de viaje.
En mi particular trayecto, mi camino seguramente torcido, a los libros de la feria tropec¨¦ con uno de Fernando Savater, El gran laberinto. Lejos, bastante lejos, del otro Savater, el de la lengua suelta -absuelta- que tiene que andar, o desandar, estos d¨ªas caminos, laberintos, en los que se hallaba metido. Ese su libro, m¨¢s pensado para lectores juveniles, me devuelve al Savater que preferimos. M¨¢s all¨¢ de admirar, y tambi¨¦n discrepar, del hombre que hace p¨²blica su resistencia a las mafias pol¨ªticas del Pa¨ªs Vasco y alrededores, en su libro nos encontramos a un pensador que reivindica la duda. Al que dice, con Diderot, que no debemos desprendernos del escepticismo. Sin olvidar que tenemos que seguir defendi¨¦ndonos de los fan¨¢ticos, de los que quieren oscurecer todo apagando la temblorosa vela de la raz¨®n. Nos agarramos a esa luz, tambi¨¦n a su recuperada esperanza.
No me pude encontrar con Karmentxu Mar¨ªn en la presentaci¨®n de su 69, con perd¨®n. Me pas¨® lo que le ocurr¨ªa a Cabrera Infante cuando ten¨ªa que elegir entre cine y sardina. El eligi¨® cine. Yo eleg¨ª f¨²tbol. Con los a?os soy muy de los Beatles y de Liverpool. Pero estoy encantado con el 69, aunque sea sin salir de casa. Ya digo, los a?os.
Sin salir de casa, en poco m¨¢s de dos horas del gran partido pas¨¦ como el Dante del infierno al para¨ªso, sin olvidar el tiempo del purgatorio. Me perd¨ª El Infierno, de Tomaz Pandur, en el Mar¨ªa Guerrero, pero conf¨ªo en que la propuesta de Gerardo Vera siga durante unas semanas calentando la escena. Una noche de ¨¦stas pienso condenarme en esas llamas.
Lo que tampoco me pienso perder es uno de los conciertos del siglo de esta semana, el de Marilyn Manson. Me lo recomend¨® la ministra de Cultura. Comenzamos hablando de alta cultura, del auge del libro de bolsillo, de la excepci¨®n cultural, pero a los pocos minutos me di cuenta de que hab¨ªa pasado el momento ministra, y charl¨¦ relajadamente con Carmen Calvo. Una mujer que se atreve a decir lo que piensa, a mostrar su lado macarra y que, sin disimular, expresa sus gustos, sus mestizajes, que la llevan de las procesiones del Roc¨ªo a Estrasburgo, del rock diab¨®lico a las procesiones del Corpus. Ella me sigue pareciendo una peculiar mezcla de Kiko Veneno y Mar¨ªa Zambrano.
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