Democracia informativa y autonom¨ªa
En los ¨²ltimos d¨ªas, los ciudadanos andaluces asistimos con estupor, y no sin cierta tristeza, al descr¨¦dito de nuestras instituciones y representantes auton¨®micos, que evidencia la baja calidad democr¨¢tica y, especialmente, el paulatino "cercamiento" de libertades p¨²blicas esenciales, un proceso que amenaza a Europa, que se hace patente d¨ªa tras d¨ªa en Estados Unidos y que, en realidad, conforma el ¨¢mbito de dominio p¨²blico en la mayor¨ªa de los pa¨ªses del mundo. Hablamos de descr¨¦dito no tanto por actitudes vociferantes y de confrontaci¨®n de los representantes del PP en el ¨²ltimo cap¨ªtulo ultra escenificado en el Parlamento Andaluz -s¨ªntoma, por otra parte, de la cr¨®nica ausencia de ideas y voluntad de fortalecimiento de Andaluc¨ªa que ha marcado la historia pol¨ªtica de la derecha sainetesca en nuestro pa¨ªs- , sino exactamente por todo lo contrario, por el silencio y la falta de informaci¨®n, por el velo y ocultamiento de las contradicciones y voces discordantes en torno al nuevo Estatuto de Autonom¨ªa, que se ha impuesto por consenso de los cuatro partidos representados en la C¨¢mara auton¨®mica desde el pasado d¨ªa 10 de mayo.
La decisi¨®n de PSOE, PP, IU y PA de avanzar en el marco de reformas estatutarias a puerta cerrada, notificando por escrito a la prensa los informes previamente acordados por sus representantes, no s¨®lo constituye una restricci¨®n injustificable al derecho social a la informaci¨®n. Esta pol¨ªtica de apag¨®n informativo supone adem¨¢s la negaci¨®n misma del principio de autonom¨ªa que inspira todo Estatuto y que ampara las libertades fundamentales y los derechos colectivos que, parad¨®jicamente, nuestros parlamentarios pretenden profundizar en el nuevo marco auton¨®mico. M¨¢s a¨²n, podr¨ªa calificarse esta situaci¨®n de un s¨ªntoma o indicio revelador del empeoramiento de la salud democr¨¢tica, o m¨¢s bien de la incapacidad de construcci¨®n de nuevos horizontes de futuro, precisamente por la falta de confianza. No es una situaci¨®n grave, pero s¨ª preocupante. A este revelador indicio de la necesidad de secreto en las deliberaciones sobre el nuevo Estatuto, cabe a?adir adem¨¢s un s¨ªntoma si cabe m¨¢s significativo del malestar de nuestra cultura pol¨ªtica en las instituciones auton¨®micas a tenor de lo observado en la configuraci¨®n del nuevo Consejo Audiovisual de Andaluc¨ªa. Lo que se presentaba como una conquista en la profundizaci¨®n de nuestra democracia, en medio de salutaciones y bienvenidas por todas las fuerzas del mapa pol¨ªtico andaluz, hoy resulta el aldabonazo definitivo al cr¨¦dito p¨²blico depositado en un espacio audiovisual y una pol¨ªtica informativa aut¨®noma. Ni los profesionales dan cr¨¦dito al nuevo ¨®rgano antes de su nacimiento, y menos a¨²n los ciudadanos, alejados como est¨¢n, como en el caso del Estatuto, de toda posibilidad de intervenci¨®n, salvo la de pasivos espectadores de la representaci¨®n confusa y desordenada que han protagonizado PP y PSOE, con apariciones fugaces y altisonantes del PA.
Si por cr¨¦dito hemos de entender apoyo o autoridad, afirmarse y establecerse en la buena reputaci¨®n del p¨²blico por medio de sus virtudes o de sus m¨¢s que loables acciones (R.A.E.), la clausura institucional de la deliberaci¨®n ciudadana sobre ¨¦ste y otros asuntos estrat¨¦gicos como el modelo de Estado y el dise?o del nuevo Estatuto de Autonom¨ªa -bien por la limitaci¨®n del derecho de acceso a las fuentes o, por omisi¨®n, evitando liderar una campa?a de movilizaci¨®n y compromiso pol¨ªtico con las organizaciones sociales y la ciudadan¨ªa- deja en definitiva entrever la renuncia a un proyecto social de progreso, a un nuevo marco y alianza verdaderamente aut¨®nomo e instituyente de nuevas l¨®gicas modernizadoras para Andaluc¨ªa.
En el marco de la Segunda Modernizaci¨®n auspiciado por la Junta, resulta cuando menos contradictorio hablar de Sociedad de la Informaci¨®n mientras iniciamos un proceso vital para el futuro de la regi¨®n renunciando de antemano a la autodeterminaci¨®n del pueblo andaluz, excluido de un debate p¨²blico posible y necesario, al cerrar las puertas del di¨¢logo a todos los actores pol¨ªticos e instaurar pol¨ªticas informativas fiscalizadoras y nada generativas para impulsar un proyecto cre¨ªble, s¨®lido y participativo.
Con este tipo de comportamientos pol¨ªticos los m¨¢ximos representantes de la soberan¨ªa nacional confunden el derecho de informaci¨®n con la difusi¨®n de propaganda. Si la pol¨ªtica, seg¨²n Arist¨®teles, es el arte de lo posible, la comunicaci¨®n parece ser, para nuestras autoridades, el correlato perfecto para la orientaci¨®n de las posibilidades auton¨®micas deseables seg¨²n la ley propagand¨ªstica de dosificaci¨®n, por la que se administra, jerarquiza y controla los contenidos y las ideas discutibles en el marco de reforma del Estatuto, bien mediante la limitaci¨®n del n¨²mero de actores posibles y las voces ¨²nicas publicables, o definiendo los l¨ªmites del juego o reglas de la comunicaci¨®n pol¨ªtica a cumplir. Exactamente todo lo contrario de lo que parece razonable para el fortalecimiento y la gobernabilidad en los tiempos que vivimos. Pues si no es posible pensar la Democracia sin Comunicaci¨®n desde la Modernidad, la democracia tambi¨¦n debe cualificar la comunicaci¨®n reforz¨¢ndola activamente. Sabemos que todo sistema, tambi¨¦n nuestro sistema pol¨ªtico auton¨®mico, se fortalece en la medida que los flujos de informaci¨®n, que las conexiones, los actores y las iniciativas se multiplican, traman y cruzan en m¨²ltiples direcciones, complejizando y enriqueciendo las miradas, los discursos y las propuestas de futuro.
Desde este punto de vista, parece claro, a nuestro entender, que el Gobierno y los partidos de todo el arco parlamentario deben comenzar por reconocer la inteligencia colectiva del pueblo andaluz, la soberan¨ªa y poder de autodeterminaci¨®n del p¨²blico como sujeto activo de su autonom¨ªa, como actor protagonista capaz de construir y desarrollar creativamente, como ya lo hizo en la transici¨®n, su modelo de naci¨®n, su pol¨ªtica de reconocimiento y desarrollo institucional, sin tutelaje alguno, sin administraci¨®n de los niveles de conciencia posible, ni la gu¨ªa paternalista de una pol¨ªtica de informaci¨®n que menoscaba los derechos profesionales y el estatuto aut¨®nomo de los periodistas, restringiendo el natural derecho de la ciudadan¨ªa a informarse de las deliberaciones y posturas ideol¨®gicas en torno al nuevo Estatuto.
Si hemos de dar cr¨¦dito, en definitiva, y creer, otorgar nuestra confianza a los representantes de la naci¨®n es porque concurrimos con ellos, esto es, porque avanzamos juntos. Parafraseando un c¨¦lebre lema de campa?a institucional de la Junta, Andaluc¨ªa ser¨¢ imparable s¨®lo si avanzamos juntos, si todos caminamos, si la ciudadan¨ªa est¨¢ comprometida, implicada... en pie. Y esto s¨®lo es posible con informaci¨®n, con debate, con movilizaci¨®n popular, con un esfuerzo colectivo de pedagog¨ªa pol¨ªtica. De libertad e informaci¨®n, de di¨¢logo y participaci¨®n p¨²blica, de medios y mediadores conectados, imbricados en el nuevo debate constituyente... con las puertas abiertas a todos y a todas.
Por fortuna, a¨²n estamos a tiempo de cumplir estas condiciones. Todav¨ªa podemos abrir este espacio para formar, informar y fortalecer la autodeterminaci¨®n de Andaluc¨ªa. Esto depende de la voluntad pol¨ªtica de nuestros representantes. Son ellos quienes tienen la primera palabra, pero -recuerden- no siempre la ¨²ltima.
Francisco Sierra es profesor titular de Teor¨ªa de la Informaci¨®n y decano de la Facultad de Comunicaci¨®n de la Universidad de Sevilla.
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