Ante el final de la utop¨ªa
La mejor utop¨ªa es la que no existe, ya que acostumbran a convertir el presente en insufrible en nombre de un futuro de esplendor, pero bien est¨¢n los pasos que se den para terminar en paz con la utop¨ªa vasca radical
Mientras agonizan
Lo malo de las utop¨ªas es que no s¨®lo se plasman en libros a veces incomprensibles o enladrillados con las mejores intenciones, sino que algunas de ellas s¨®lo cobran cuerpo a manos de un pu?ado m¨¢s o menos amplio de militantes iluminados y dispuestos a entregar la vida por la causa si ello fuera necesario. Mientras tanto, se conforman con terminar con la vida de los dem¨¢s como anticipo. No se sabe si ETA est¨¢ contra las cuerdas y si, convencida de que no puede conseguir sus ¨²ltimos objetivos ante una sociedad ni cautiva ni desarmada ante la barbarie, sigue explosionando artefactos como manera m¨¢s en su l¨ªnea de asegurarse, por si acaso, su particular fondo de pensiones. Pero si Rodr¨ªguez Zapatero ha recibido alguna se?al, que no provendr¨¢ del cielo, acerca de una posibilidad m¨¢s o menos pr¨®xima del fin de la banda, entonces hay que conservar la calma para convertirla en realidad.
Un hombre exasperado
Es cosa sabida que el retiro honroso de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se vio aplazado por la derrota de Mariano Rajoy en las ¨²ltimas elecciones generales. Tambi¨¦n es conocida la propensi¨®n del ex presidente a pasar a la historia como el gobernante que liquid¨® la violencia terrorista en Espa?a y contribuy¨® grandemente a erradicarla del mundo. No obtuvo ni una cosa ni otra, y su partido perdi¨® unas elecciones cruciales porque no supo manejar la situaci¨®n creada por la violencia isl¨¢mica en Madrid. A partir de aqu¨ª, s¨®lo le falta que el partido actualmente en el Gobierno sea capaz de desactivar de una vez el terrorismo de m¨¢s antigua implantaci¨®n en nuestro pa¨ªs. Se entiende que esa eventualidad les produzca una cierta irritaci¨®n, adem¨¢s de carraspera cr¨®nica. Pero ya se entiende menos que en ocasiones alimenten la sospecha de que les conviene aplazar ese feliz advenimiento hasta que vuelvan a tomar las riendas del Gobierno. Es que nadie lo puede creer, vamos.
Corona de espinas
No es culpa nuestra que Carod Rovira tenga cara de broma y que, encima, muchas de sus actuaciones parezcan cosa de broma de no ser por sus imprevisibles consecuencias. En su d¨ªa, estuvo a punto de arruinar para siempre a Pasqual Maragall con el secretismo de opereta de su reuni¨®n fronteriza con gente de ETA, y luego, entre otras muchas ocurrencias, se toma a risa un souvenir de una corona de espinas nada menos que en Jerusal¨¦n. Es cierto que quiz¨¢s no deber¨ªan venderse objetos tan cargados de simbolismo en las tiendas de regalo, y que m¨¢s de uno se pregunta para qu¨¦ demonios quiere nadie llevarse a casa una corona de esa clase. Pero tambi¨¦n lo es que con la emotividad de los s¨ªmbolos no se juega, como si se fuera todav¨ªa un adolescente transgresor. No contento con eso, el l¨ªder de ERC juega tambi¨¦n al victimismo al justificarse diciendo que hay sectores a los que siempre les parecer¨¢ mal lo que diga o haga. Raz¨®n de m¨¢s para dejarse de tonter¨ªas de patio de colegio.
Un pasado sin futuro
La voracidad de las promotoras inmobiliarias deber¨ªa tener su l¨ªmite en el respeto a una cierta legalidad, cosa dif¨ªcil cuando parece m¨¢s accesible desproteger un territorio protegido que proteger los que carecen todav¨ªa de protecci¨®n. Desde Valencia, por ejemplo, hasta Utiel, o hasta Sagunt o hasta Ondara, son todav¨ªa muchos millones de metros cuadrados los que sufren por no estar urbanizados, como se dice, de manera que antes o despu¨¦s tendremos un endiablado mosaico de ciudades pegaditas, sin m¨¢s provisi¨®n de agua que la que el cielo nos suministre. Llegar¨¢ entonces el d¨ªa de la demolici¨®n masiva, de la que se encargar¨¢n, como es l¨®gico, los emprendedores promotores urban¨ªsticos que destruir¨¢n con tanto entusiasmo como construyeron.
Y el futuro sin pasado
Un vecino joven es un gran aficionado al f¨²tbol, y encima es forofo del Bar?a. Lo peor es que supone que yo tambi¨¦n lo soy, lo que no he desmentido por mi natural timidez y por no desenga?arlo, tan joven y ya tan furioso. M¨¢s engorroso resulta que compartimos rellano en una quinta planta y que nuestros encuentros son habituales, de modo que desde el portal de la finca hasta el ascensor (que, no se por qu¨¦ misterio, parece siempre detenido en la sexta planta) son no menos de quince minutos diarios de entusiasmo barcelonista que no se c¨®mo cortar. El otro d¨ªa le dije si ¨¦l habr¨ªa hecho lo que Samuel Eto'o, insultar al equipo rival por excelencia en t¨¦rminos de muy escasa educaci¨®n. Y el t¨ªo responde que eso no es nada, y que ¨¦l terminar¨ªa con el Madrid si le fuera posible. No es nacionalista estricto, ya que su segundo equipo preferido es nuestro Valencia. Entro en casa rumiando qu¨¦ diablos ocurre con esta gente.
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