Europa duda; China se afirma
?Dentro de 20 a?os qu¨¦ habr¨¢ contado m¨¢s? ?La Constituci¨®n europea y sus avatares? ?O el ascenso de China (y en menor medida de India) como potencia? Quiz¨¢, no sea necesario que, como escribiera Ortega en 1930, "la coleta de un chino asome allende los Urales" (o haya "una sacudida del gran magma isl¨¢mico", en lo que estamos) para que Europa acabe de unirse (se ha unido m¨¢s de lo que se pod¨ªa pensar). Pero Europa debe pensar en China.
En EE UU, los neoconservadores y otros andan preocupados. A pesar de que Irak sigue en canal, van resurgiendo temas que George W. Bush planteaba antes del 11-S, y muy principalmente, China. Robert Kagan califica de ilusoria la idea de que China se puede gestionar (manage) pues "rara vez han ascendido las potencias en ascenso sin provocar una gran guerra". China querr¨¢ conformar el sistema internacional a sus intereses y prop¨®sitos, como casi todos. Pero, claro, a?ade Kagan, "la naturaleza del ascenso de China la determinar¨¢n sobre todo los chinos y no nosotros" (EE UU), por lo que propone contenerla. Al rev¨¦s, hay que hacerla participar. Por eso es importante hacer participar a China en el sistema internacional en gestaci¨®n. Es un acierto haberla hecho entrar en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), pero es un error que Washington rechazara la idea europea de que China participara en el R¨¦gimen de Control de Misiles, un completo esencial en la pol¨ªtica coja de no proliferaci¨®n, a cuyo tratado central, el TNP, China no se sum¨® hasta 1992.
Las relaciones entre Europa y EE UU van a pasar en buena medida por Pek¨ªn, a trav¨¦s de otra triangulaci¨®n que puede marcar el nuevo orden mundial. Las tensiones que se han generado por la intenci¨®n europea de levantar su embargo de venta de armas a China son una prueba. Muchas cosas unen en esta geometr¨ªa a Washington y Bruselas, pero otras les separan, como Taiwan (quiz¨¢ con Israel, una de las grandes diferencias transatl¨¢nticas por la profundidad del compromiso norteamericano). EE UU tiene tambi¨¦n un enfoque m¨¢s estrat¨¦gico y militar de China que Europa. La militarizaci¨®n del espacio que se plantea el Ej¨¦rcito del Aire norteamericano tiene que ver con la transformaci¨®n de China en una potencia cuya actividad espacial puede superar en unos a?os a Europa y Rusia juntos. Y claro, hay la visi¨®n de un mundo unipolar frente a la multipolaridad.
Pero tambi¨¦n hay una diferencia en la capacidad de entender China. Aunque la cantidad no siempre es garant¨ªa de calidad, como informa David Shambaugh en un excelente art¨ªculo en The Washington Quaterly sobre "el nuevo tri¨¢ngulo estrat¨¦gico", 200 funcionarios del Departamento de Estado tienen un conocimiento avanzado del chino; el mando en el Pac¨ªfico, varios centenares; la CIA, otros 200, a los que hay que sumar a los de otros servicios de inteligencia, universidades y think tanks. No hay otro pa¨ªs que dedique tanto esfuerzo a seguir China. Europa est¨¢ a mucha distancia, aunque hay diferencias. En Pek¨ªn, por ejemplo, hay unos 1.000 finlandeses, y apenas unos 200 espa?oles. ?Cuanto menos globalizado un pa¨ªs, menos relaci¨®n con China?
Espa?a va despertando, con retraso. El Plan China presentado por el ministro espa?ol de Industria es otro paso. El reto chino no es s¨®lo una cuesti¨®n bilateral o de vuelos directos entre Madrid y Pek¨ªn. As¨ª, una lecci¨®n de la ¨²ltima cumbre iberoamericana es que algunos de los peces m¨¢s gordos prefirieron faltar a esta cita que a la coincidente Cumbre de Asia-Pac¨ªfico (APEC), cuya estrella fue Hu Jintao. Quiz¨¢, como apuntan algunos, la triangulaci¨®n Espa?a (UE)-Am¨¦rica Latina-EE UU tiene que hacerse mirando tambi¨¦n a China. Como todo di¨¢logo de culturas o civilizaciones. Es importante tal di¨¢logo con el magma isl¨¢mico. Pero asimismo con China y con India. Hay tiempo, pero no una eternidad. Confucio advirti¨® de que "si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estar¨¢s peor que antes". aortega@elpais.es
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