Dos enemigos en el mismo barco
Chirac opta por De Villepin y Sarkozy como soluci¨®n a corto plazo de la crisis del 'no'
El presidente Jacques Chirac parece haber cerrado la crisis en falso nombrando un Gobierno bic¨¦falo que deber¨¢ atravesar en un equilibrio inestable la grave crisis creada por el no hasta las presidenciales de 2007. Dominique de Villepin y Nicolas Sarkozy no s¨®lo son dos personalidades radicalmente opuestas y representan dos sensibilidades muy distintas en el centro-derecha gobernante, sino que, adem¨¢s, se detestan cordialmente y no lo esconden. S¨®lo tienen un punto en com¨²n: su ambici¨®n.
Las especulaciones sobre c¨®mo han transcurrido las 36 horas posteriores a la aplastante derrota del refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n europea var¨ªan, pero el resultado final de ese trabajo entre bambalinas muestra a las claras que Chirac ha terminado inclin¨¢ndose por una soluci¨®n en clave de pol¨ªtica interna, cortoplacista, destinada simplemente a navegar sobre la grave crisis que atraviesa Francia y controlar las maniobras de Sarkozy, su gran rival, ante las presidenciales de 2007.
Se detestan cordialmente y no lo esconden. S¨®lo tienen un punto en com¨²n: su ambici¨®n
Pese a que Sarkozy era de lejos el favorito de los votantes de la mayor¨ªa gubernamental, Chirac no se ha atrevido a entregarle el Gobierno. En primer lugar, porque para el presidente supon¨ªa firmar su jubilaci¨®n anticipada al abrir de nuevo la puerta a una aut¨¦ntica cohabitaci¨®n. En segundo lugar, tem¨ªa -y no sin raz¨®n- que dentro de un a?o Sarkozy le hiciera la misma jugada que ¨¦l aplic¨® en 1976 al presidente, Val¨¦ry Giscard d'Estaing: abandonar el Gobierno a tiempo para preparar su candidatura a la presidencia proclamando ante la opini¨®n p¨²blica que no le daban los medios adecuados para aplicar su pol¨ªtica.
La falta de medios va a ser precisamente uno de los grandes problemas con los que va a enfrentarse el nuevo Ejecutivo bic¨¦falo. Lo primero que deber¨¢ acometer quien ocupe la cartera de Econom¨ªa es revisar los presupuestos del Estado, que se elaboraron sobre la base de un crecimiento del PIB de un 2,5%, que las ¨²ltimas estimaciones de la OCDE han rebajado hasta un 1,4%. La lucha contra el desempleo, que se mantiene tercamente por encima del 10% de la poblaci¨®n activa, ser¨¢ la prioridad. ?Qu¨¦ pol¨ªtica econ¨®mica se impondr¨¢? ?la de De Villepin o la de Sarkozy?
De Villepin, de 51 a?os, es un arist¨®crata algo narcisista; un cl¨¢sico producto de las grandes escuelas, como la Escuela Nacional de Administraci¨®n, que fabrican las ¨¦lites francesas. Ha llegado a primer ministro sin haberse sometido nunca al veredicto de las urnas y su credo pol¨ªtico es el pragmatismo, aunque, de su gesti¨®n en el Gobierno como ministro de Exteriores, y despu¨¦s de Interior, pueda deducirse una cierta debilidad por el estatismo conservador franc¨¦s.
El ambicioso Sarkozy, de 50 a?os, es abogado, hijo de un inmigrante h¨²ngaro, de claras convicciones liberales y que no esconde su intenci¨®n de provocar un cambio en profundidad en el modelo franc¨¦s para hacerlo m¨¢s competitivo y quitarle lastre al Estado. No hace ni una semana, en un mitin por el s¨ª, Sarkozy reivindic¨® "el derecho de hablar en nombre de Francia" para aquellos que "han afrontado, al menos una vez en su vida, el sufragio universal y conseguido reconquistar su confianza", un dardo dirigido a De Villepin.
Sarkozy tuvo que dejar la cartera de Econom¨ªa en diciembre, cuando se convirti¨® en presidente de la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP). Chirac le hab¨ªa impuesto como condici¨®n el abandono del Gobierno si se hac¨ªa con el poder en el partido. Ahora, en cambio, sigue controlando la poderosa m¨¢quina electoral que es la UMP y recupera su querida cartera de Interior, desde la que se hizo famoso sembrando Francia de polic¨ªas para combatir la "inseguridad" que la derecha hab¨ªa convertido en bandera de su campa?a en las presidenciales de 2002. ?sta es la baza que le ha sacado a Chirac por subirse al barco com¨²n de la mayor¨ªa gubernamental, que as¨ª se presenta unida ante los franceses.
El lunes, Sarkozy se declaraba "candidato a nada" y lo ¨²nico que hizo ayer Chirac fue aceptar la dimisi¨®n del impopular Jean-Pierre Raffarin y nombrar a De Villepin como sustituto. Pero tan pronto se hizo p¨²blico, fuentes de la UMP filtraron que Sarkozy ser¨ªa "ministro de Estado" del nuevo Gobierno, y ocupar¨ªa la cartera de Interior como n¨²mero dos del Ejecutivo. No deja de ser una contradicci¨®n m¨¢s del modelo pol¨ªtico franc¨¦s que el ministro del Interior, uno de cuyos objetivos es garantizar la imparcialidad del Estado, sea el presidente de un partido.
Obviamente, los elegidos por Chirac para gestionar las consecuencias de la derrota del s¨ª en el refer¨¦ndum no son en absoluto del agrado de los partidarios del no, vencedores de la consulta. "No se cura una crisis de r¨¦gimen con cataplasmas", dijo Jean-Marc Ayrault, jefe del grupo parlamentario socialista en la Asamblea. La l¨ªder comunista Marie-George Buffet, una de las protagonistas del no, calific¨® la f¨®rmula De Villepin-Sarkozy de "provocaci¨®n a la soberan¨ªa popular" y pidi¨® la convocatoria de elecciones anticipadas.
Para el l¨ªder de la centrista Uni¨®n por la Democracia Francesa, Fran?ois Bayrou, que fue consultado el lunes por Chirac y que contaba con un ministro en el Ejecutivo saliente, se trata de "una ¨®pera bufa" que no responde a los deseos manifestados el domingo por los franceses. Ayer declar¨® que ni ¨¦l ni nadie de su partido estar¨¢ en el nuevo Ejecutivo.
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