La nueva CNE
Durante los ¨²ltimos a?os, la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa (CNE) se ha comportado con la inocuidad y falta de relevancia que se derivaba de la condici¨®n de ¨®rgano consultivo que le atribuy¨® el Gobierno del PP. Su participaci¨®n en las decisiones pol¨ªticas y empresariales adoptadas en las dos legislaturas anteriores ha sido casi inexistente. Pr¨¢cticamente s¨®lo intervino para actuar como coartada de las decisiones del Ministerio de Econom¨ªa. El nombramiento de Mar¨ªa Teresa Costa, economista, ex diputada del PSC-PSOE durante la pasada legislatura y secretaria de Industria y Energ¨ªa de la Generalitat, como presidenta de la comisi¨®n es una oportunidad para reconducir el papel de este organismo hacia tareas m¨¢s relevantes y de mayor independencia frente al Gobierno y las empresas dominantes en los mercados energ¨¦ticos, sobre los que act¨²an fuerzas y fen¨®menos de creciente complejidad.
Baste citar como ejemplos la reordenaci¨®n del mercado el¨¦ctrico -incluidas las tarifas- que surgir¨¢ del pr¨®ximo Libro Blanco, la creciente presi¨®n de la demanda el¨¦ctrica sobre un sistema opaco y mal articulado, el encarecimiento de los combustibles o las concentraciones que se dibujan al fondo de los movimientos de las grandes empresas espa?olas. Hay tarea suficiente para ocupar los afanes de un organismo regulador de la energ¨ªa que quiera implicarse en la tarea.
Los Gobiernos del PP intervinieron activa y continuamente en la econom¨ªa, a trav¨¦s de decisiones directas, en muchas ocasiones conflictivas, de los ministros de turno. El papel de un regulador, si es independiente, no puede interpretarse como un ejercicio de intervenci¨®n p¨²blica en actividades privadas, sino, por el contrario, como una labor de arbitraje imprescindible para minimizar las consecuencias del dominio de las grandes empresas energ¨¦ticas. La libertad de un mercado complejo implica necesariamente la existencia de resortes neutrales que garanticen la competencia y ¨¢rbitros que impidan los abusos.
No basta con que la nueva presidenta muestre voluntad pol¨ªtica de revitalizar la comisi¨®n. Es necesario que el Gobierno reconozca que la CNE est¨¢ facultada para desempe?ar funciones de regulador independiente, por ejemplo, en la fijaci¨®n de la tarifa el¨¦ctrica. Eso requiere una revisi¨®n del estatuto administrativo de la comisi¨®n; pero tambi¨¦n que el Gobierno respete y haga respetar desde el principio las decisiones de la nueva CNE y renuncie a utilizarla como un instrumento pol¨ªtico especializado. S¨®lo as¨ª se ganar¨¢ la confianza de los agentes del mercado y el prestigio necesario para actuar con determinaci¨®n. Si, por el contrario, el Gobierno pretende s¨®lo sustituir las personas y mantener el esp¨ªritu vicario de la actual CNE, una parte decisiva de la econom¨ªa espa?ola, la que ata?e a los mercados energ¨¦ticos, habr¨¢ perdido otra oportunidad.
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