A pulso
Toda sociedad produce su violencia, as¨ª como su forma de representarla. Pero nuestra sociedad de la abundancia se caracteriza -tanto en la brutalidad que manifiesta como en las ficciones que fabrica para reflejarla- precisamente por el exceso de oferta. Las posibilidades de que los adolescentes isabelinos, al salir de ver una funci¨®n de Hamlet, imitaran al pr¨ªncipe de Dinamarca y se cargaran a sus parientes eran bastante escasas; adem¨¢s, la violencia del teatro shakespeariano se ve compensada por su profunda carga de sabidur¨ªa humana y la belleza de su texto. Tal vez algunos abandonaran el local con ganas de matricidio, pero es casi seguro que la mayor¨ªa mejoraron al verse frente a algunas verdades de la vida expresadas con tant¨ªsimo talento.
No obstante, imaginen que un Hamlet (o Macbeth, u Otelo, o El mercader de Venecia) sin apenas di¨¢logos, pura acci¨®n y crimen, se representara sin parar durante a?os en los m¨²ltiples canales de televisi¨®n a que hemos venido teniendo acceso. ?No ser¨ªa de esperar que, en un momento dado, una generaci¨®n empezara a practicar lo que hab¨ªa visto en casa desde que tuvo suficiente conocimiento? Una generaci¨®n empapuzada de telefilmes repletos de violaciones, palizas, asesinatos, crueldad y estupidez (los guionistas no son Shakespeare), que adem¨¢s dispone de videojuegos y de consolas y de escaparates con sobredosis de materiales destinados a fosilizar el cerebro. Una generaci¨®n encallecida por la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. Una generaci¨®n que no dialoga salvo por tel¨¦fono, que no recibe de sus padres m¨¢s que frases destinadas a rebotar en la realidad virtual de la pantalla o el centro comercial.
?De verdad podemos creer que estos ramalazos de bullying asesino, esas navajas f¨¢ciles, esa mentalidad de hooligans, ese mear en la calle y romper los cascos de botellas, ese racismo y ese gritar putas desde lo alto de un banco un viernes de madrugada; en serio podemos permitirnos creer que ese pandillismo de toda la vida no recoge caracter¨ªsticas, y sobre todo una amenaza masiva, propias de esta sociedad disparatada? Bienvenidos al territorio Blade Runner, nuestro futuro. A pulso, nos lo hemos destruido a pulso.
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