Los Delibes hablan del clima
Este libro nace de la curiosidad, del deseo del autor por saber m¨¢s. Miguel Delibes, un escritor que conoce y ha vivido en el campo, desde siempre con sensibilidad ambiental y social, se pregunta qu¨¦ est¨¢ pasando con el tiempo. Y encuentra en su hijo Miguel Delibes de Castro, bi¨®logo del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, el experto al que preguntar. As¨ª, las conversaciones en la casa familiar de Sedano, en el norte de Burgos, nos llegan como en una gran entrevista que sirve para entender qu¨¦ est¨¢ pasando con el clima.
Explicar las cosas complejas de manera sencilla es un arte no tan extendido. El hallazgo de este libro es que tanto las preguntas como las respuestas nacen de la sincera preocupaci¨®n y del inter¨¦s genuino por aprender. Nos coloca frente al, probablemente, problema m¨¢s grave al que tenemos que hacer frente los humanos sin trampas y sin tapujos.
LA TIERRA HERIDA. ?QU? MUNDO HEREDAR?N NUESTROS HIJOS?
Miguel Delibes y Miguel Delibes de Castro
Destino. Madrid, 2005
176 p¨¢ginas. 16 euros
Los cambios que se est¨¢n produciendo en el clima en los ¨²ltimos a?os, debidos a la combinaci¨®n de la tendencia natural y de la acci¨®n humana, son cada vez m¨¢s evidentes. Ya no hay casi nadie que se atreva a negarlos y ahora las excusas, la manera de desviar la preocupaci¨®n, se dirigen en la direcci¨®n de la confianza ciega, puesto que si la humanidad ha sabido hacer frente a otras crisis, sin duda sabr¨¢ apa?¨¢rselas en ¨¦sta. El temor a esa presuntuosa soberbia, quiz¨¢, est¨¦ detr¨¢s del subt¨ªtulo del libro ?Qu¨¦ mundo heredar¨¢n nuestros hijos?
El fen¨®meno que de manera simplificada llamamos cambio clim¨¢tico no responde a una sola causa, pero ya nadie pone en duda que est¨¦ sucediendo y que en ¨¦l hay influencia humana. Los tres informes que ha presentado en Panel Internacional del Cambio Clim¨¢tico, el organismo promovido por la Organizaci¨®n Meteorol¨®gica Mundial y por las Naciones Unidas y en el que se re¨²nen "miles de los mejores especialistas mundiales", seg¨²n Delibes de Castro, as¨ª lo han ido confirmando, incrementando cada uno de ellos las evidencias con respecto al anterior. El ¨²ltimo, de 2001, no deja lugar a dudas sobre la interferencia de la actividad humana en el clima, que supone una "interferencia peligrosa".
Durante la conversaci¨®n entre el periodista y el investigador, se muestra tambi¨¦n la diferencia entre ambos lenguajes, la necesidad de la precisi¨®n en el cient¨ªfico y la b¨²squeda de aspectos concretos que muestren lo que est¨¢ pasando. As¨ª, cuando Delibes hijo dice que "en consecuencia, lo que puede pasar, depender¨¢ mucho de nuestro comportamiento actual y futuro. Dicho de otra manera: cabe imaginar distintas situaciones, todas ellas posibles, con efectos muy diferentes en cantidad y calidad", Delibes padre responde: "?Pero ap¨²ntame alguna! Hay que ir directamente al grano". El periodista busca titulares y el cient¨ªfico pretende evitar profec¨ªas.
Y ¨¦ste es, por otra parte, un aspecto interesante del problema. Si los investigadores hablan en t¨¦rminos de probabilidad, es muy dif¨ªcil que la sociedad entienda el problema. Por eso, cuando la gravedad del problema se expone de manera clara, como hace Delibes de Castro en este libro, el periodista y escritor se pregunta "?por qu¨¦ no reaccionamos m¨¢s activamente? ?Por qu¨¦ el pueblo no es m¨¢s exigente con quienes nos gobiernan?".
El investigador, tras asegurar que "no deber¨ªa atreverme ni siquiera a meter un pie en este charco", responde que "falta informaci¨®n y falta educaci¨®n". Y tras hablar del "efecto avestruz", hace referencia tambi¨¦n a la actitud fr¨ªvola de algunos creadores de opini¨®n. "Hace unos meses o¨ª a un tertuliano radiof¨®nico, soci¨®logo por m¨¢s se?as, asegurar sin reparos que el cambio clim¨¢tico era una supercher¨ªa. ?Toma del frasco! Me indign¨® hasta el punto de que respond¨ª grit¨¢ndole al aparato de radio: "Pero ?qu¨¦ sabr¨¢ este t¨ªo?, ?se creer¨¢ con m¨¢s autoridad que los tres mil cient¨ªficos del Grupo de Expertos de la ONU?".
Uno de los datos que mejor muestran los efectos de la humanidad sobre la naturaleza es la desaparici¨®n de las especies. Como el canario de los mineros, las ranas est¨¢n avisando de que el sitio en el que vivimos ya no es como antes, que algo est¨¢ haciendo que especies antes comunes se vuelvan raras y que otras muchas desaparezcan. "?C¨®mo es posible que se extingan tres especies por hora?", pregunta el escritor; "puede que sean m¨¢s", responde el investigador. Al ritmo que vamos, "en mil a?os no quedar¨ªa ninguna (incluidos nosotros). Y aunque diez siglos puedan parecer mucho tiempo, no es ni siquiera un suspiro a escala geol¨®gica, y desde luego, mucho menos del plazo que necesitaron los dinosaurios, y todos sus desaparecidos acompa?antes, para extinguirse al final de la Era Secundaria".
Cuenta Miguel Delibes de Castro que, en el a?o 2000, su padre les reproch¨® a ¨¦l y a su hermano que le hubieran inducido a error y a exagerar sobre la situaci¨®n del mundo en su discurso de ingreso en la Academia, en el que el escritor daba "salida a mi angustia sobre el futuro de la Tierra". Llegado el a?o 2000, las previsiones catastr¨®ficas no se hab¨ªan cumplido y, entre bromas y veras, achacaba a sus hijos haber exagerado. Sin embargo, s¨®lo cinco a?os despu¨¦s de la fecha l¨ªmite, las orejas del lobo son perfectamente visibles, y por eso Miguel Delibes, que destil¨® su discurso de la Academia en el libro Un mundo que agoniza, vuelve a la carga. Con rigor, pero tambi¨¦n con esperanza, sin olvidar, como concluye la conversaci¨®n entre Delibes y Delibes, que "el futuro no est¨¢ escrito, que, en palabras de Salvador Allende, 'la historia est¨¢ en nuestras manos'. Debemos seguir luchando, por tanto, porque adem¨¢s, como t¨² dices, a¨²n estamos a tiempo".
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