El malestar
La manifestaci¨®n convocada por la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo constituye un signo del grado de malestar que est¨¢ afectando a la sociedad espa?ola. Un amplio sector de las v¨ªctimas y sus simpatizantes, con un claro respaldo en medios del PP, cree llegado el momento de enfrentarse en la calle con la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno de Zapatero, haciendo p¨²blico un veto a toda negociaci¨®n con ETA. El riesgo de una capitalizaci¨®n conservadora, con pinceladas ultras, est¨¢ ah¨ª, tal y como sucedi¨® en la ocasi¨®n precedente. Y la convocatoria realizada por Esperanza Aguirre desde la pantalla de Telemadrid a todos los afiliados del PP refuerza esa imagen de captaci¨®n. Por encima de todo es especialmente doloroso que tenga lugar un enfrentamiento abierto entre la representaci¨®n oficial de las v¨ªctimas de ETA y el Gobierno, perteneciente a un partido que ha experimentado en sus dirigentes y militantes el azote del terror.
Una vez m¨¢s el episodio lleva a plantear el tema de la actividad pol¨ªtica de la agrupaci¨®n de afectados por el terrorismo, que unos miran como indeseable, hasta el punto de condenar de modo tajante que las v¨ªctimas sirvan de referente a la elaboraci¨®n de opciones pol¨ªticas, en tanto que desde la vertiente opuesta las mismas v¨ªctimas son contempladas como instrumentos indispensables para lograr un amplio consenso social frente a una estrategia gubernamental que se juzga equivocada, cuando no culpable. El peligro que encierra esta ¨²ltima perspectiva es evidente: en un Estado de derecho, ni los terroristas, ni sus v¨ªctimas, por estimables que sean estas ¨²ltimas o quienes asumen la defensa de sus intereses, pueden tratar de imponer sus planteamientos a los de las instituciones representativas. Lo acaba de explicar Peces-Barba de modo irreprochable. Una AVT actuando como suced¨¢neo sectorial de un partido, o como instrumento de un partido, traicionar¨ªa su propia esencia, y otro tanto cabe decir de su posible pretensi¨®n de suplantar al Gobierno en el trazado de las grandes l¨ªneas de la deseada lucha final contra ETA.
Las observaciones anteriores no tienen por objeto relegar a las v¨ªctimas y sus asociaciones al papel de receptores de la compasi¨®n ajena, y menos juzgar inadecuado que sean adoptadas posiciones pol¨ªticas sobre la base de su existencia. El terrorismo es pol¨ªtico, la pasividad de instituciones como el Gobierno vasco o el PNV a la hora de hacer una lectura pol¨ªtica de sus cr¨ªmenes, tambi¨¦n lo ha sido, y en consecuencia resulta, no ya l¨ªcito, sino indispensable adoptar posiciones pol¨ªticas frente a los asesinos, sus representantes tipo Batasuna o quienes de un modo u otro les encubren o favorecen. En este ¨²ltimo apartado entrar¨ªa la eventual reacci¨®n de la AVT contra una pol¨ªtica del Gobierno de Zapatero que aceptase negociar bajo las bombas, pagar un precio pol¨ªtico por el fin de ETA m¨¢s all¨¢ de la entrada en la legalidad de su brazo o proclamar una amnist¨ªa que dejase en la calle a los cientos de etarras presos. S¨®lo que la resoluci¨®n del Congreso desautoriza expresamente cualquiera de tales alternativas, y por ello una reacci¨®n preventiva a la escala de la actual desborda los l¨ªmites de lo razonable. Resulta l¨ªcito hacer previsiones pesimistas, desde el momento en que se pone en circulaci¨®n el t¨¦rmino ambiguo de "di¨¢logo" y est¨¢ sobre la mesa la supervivencia de EHAK como partido legal. El Gobierno explica demasiado poco, y ello siembra una incertidumbre capaz de afectar incluso al rendimiento de las fuerzas actuantes contra ETA. Pero hay que valorar que el Constitucional no est¨¢ por la labor de implicarse a fondo en el tema vasco y nada lo prueba mejor que el rechazo del recurso planteado desde Navarra contra el plan Ibarretxe, por considerar desde un formalismo ciego que la carrera de ¨¦ste ha terminado con su rechazo por el Congreso. Antes era demasiado pronto y ahora el problema ya no existe. Demasiada suerte para todos.
En cualquier caso, por fundada que estuviera la desconfianza de la AVT, lo es sobre presunciones, no sobre pruebas reales de "traici¨®n". Menos a¨²n, cuando dos probables dobles dirigentes, Otegi y Salaberria, est¨¢n siendo procesados por pertenencia a ETA. De nada sirve a la lucha antiterrorista que la baraja de la unidad se rompa preventivamente, y quebrantando el reparto de papeles propio de un r¨¦gimen de libertades.
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