Contra el Gobierno

La manifestaci¨®n convocada por la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo para expresar su rechazo a una eventual negociaci¨®n entre el Gobierno y ETA, consigna que el PP ha convertido en el eje central de su m¨¢s reciente oposici¨®n a Zapatero, tuvo ayer un seguimiento masivo. Es la primera vez que se celebra una movilizaci¨®n de esa naturaleza: no s¨®lo contra ETA, sino contra quien dirige la contra ETA. En ese sentido sienta un precedente inquietante.

Pero ser¨ªa un error que el Gobierno respondiera al desaf¨ªo con iniciativas o gestos que ahondasen las divergencias entre los dos grandes partidos, cuya cooperaci¨®n es necesaria para convertir la derrota pol¨ªtica de ETA en su final definitivo. Fase en la que estamos, seg¨²n opini¨®n compartida por quienes creen que hay que mantener la pol¨ªtica que ha provocado esa derrota y por quienes piensan que precisamente el ¨¦xito de esa pol¨ªtica permite hoy explorar v¨ªas que faciliten y aceleren la disoluci¨®n de la banda.

El Gobierno ha desmentido que existan contactos con ETA, e insistido en que el abandono de las armas ser¨ªa condici¨®n en todo caso para iniciar un di¨¢logo. Es exactamente eso lo que dice la moci¨®n parlamentaria aprobada con el ¨²nico voto en contra del PP. Pero sin decirlo expresamente, se ha trasmitido el mensaje de que ese di¨¢logo versar¨ªa sobre la concesi¨®n de medidas de gracia a los presos y activistas clandestinos. Esa posibilidad es rechazada por buena parte de las v¨ªctimas. Tiene l¨®gica que se pronuncien, que exijan ser escuchadas. El Gobierno tendr¨¢ que tener en cuenta esa opini¨®n; aunque no s¨®lo esa.

Tambi¨¦n deber¨¢n tenerla en cuenta los valedores de la banda, que ayer se manifestaron en Bilbao en favor de la negociaci¨®n pol¨ªtica, presentada bajo diversos eufemismos. En ese mundo suele considerarse que la liberaci¨®n de los presos es algo con lo que contar¨ªan de entrada. Es una fantas¨ªa sin fundamento, a la que se opondr¨ªan las v¨ªctimas, con el apoyo de una mayor¨ªa ciudadana, seg¨²n reflejan hace a?os las encuestas y confirma la manifestaci¨®n de Madrid. El di¨¢logo posible lo ser¨ªa sobre la forma de hacer compatible la exigencia de justicia de las v¨ªctimas y la posibilidad de reinserci¨®n paulatina de los terroristas, tras su derrota.

La iniciativa de adelantarse a ofrecer di¨¢logo condicionado es arriesgada pero coherente con la valoraci¨®n compartida sobre esa derrota pol¨ªtica, efecto de la firmeza democr¨¢tica. Partidos que en el pasado se han mostrado dispuestos a ofrecer contrapartidas a ETA han firmado una resoluci¨®n en la que se excluye esa posibilidad y se condiciona cualquier di¨¢logo, incluso sobre los presos, al compromiso previo de abandono definitivo de las armas, sin que baste una tregua. Es cierto que el Gobierno ha cometido errores en la forma de plantear el asunto y a veces ha dado la impresi¨®n de considerar secundario el apoyo del PP; pero la desconfianza de este partido, expresada en t¨¦rminos sumar¨ªsimos y mezclada con insinuaciones calumniosas o inveros¨ªmiles, como si la negociaci¨®n fuera ya un hecho, ha trasmitido la idea de que no se encuentra especialmente inc¨®modo en ese papel.

El PP puso a prueba ayer con ¨¦xito su capacidad de movilizaci¨®n, a sabiendas de que la causa de las v¨ªctimas suscita una solidaridad suprapartidaria. Pero resulta hip¨®crita reprochar al Ejecutivo y a los partidos que le apoyaron no acudir a una movilizaci¨®n que iba dirigida claramente contra ellos.