Desmentido a Handke
No era un cortometraje de Peter Handke. Seis j¨®venes, en camisetas mojadas de sudor y sangre son obligados a bajar de un cami¨®n con las manos atadas a la espalda. Unos hombres con uniformes serbios y la boina roja de la banda paramilitar de los Escorpiones, les ordenan que se tumben en la cuneta. Unos y otros son identificables en las im¨¢genes. Los prisioneros han sido torturados. Sangran por la cabeza y el cuello. Cuando est¨¢n tumbados, uno de los militares enfocados por la c¨¢mara apunta hacia ellos y dispara. Se oyen otras de armas que no se ven en la grabaci¨®n. Los cad¨¢veres quedan all¨ª y los ejecutores se alejan hacia el cami¨®n. ?Fin del cortometraje? No; hay m¨¢s. Hay m¨¢s grabaciones en posesi¨®n del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, en La Haya, y de las autoridades serbias. La emitida muestra tan solo la ejecuci¨®n de seis de los 8.000 bosnios asesinados por las fuerzas serbias tras la ca¨ªda de Srebrenica en julio de 1995.
Un escalofr¨ªo sacudi¨® a la sociedad serbia cuando la televisi¨®n p¨²blica emiti¨® las im¨¢genes. Todos pudieron ver y muchos reconocer a los protagonistas: algunas madres musulmanas, a sus hijos desaparecidos; algunos vecinos, al oficial al mando, al que cos¨ªa a tiros a los aterrados j¨®venes; alg¨²n hijo reconoci¨® a su padre como verdugo. Todos han visto ahora lo que muchos sab¨ªan, otros intu¨ªan, pero tantos se negaban a reconocer. Por primera vez los l¨ªderes y la prensa de Serbia no se lamentan de montajes de enemigos de la patria ni conspiraciones antiserbias. De repente parecen haber olvidado el victimismo tras el que escond¨ªan su obstinaci¨®n por negar lo evidente. El primer ministro, Bor¨ªs Tadic, dijo querer "arrodillarse ante las v¨ªctimas para honrarlas" y pidi¨® excusas por los cr¨ªmenes cometidos en el nombre de Serbia. La prensa y la televisi¨®n han hablado de "verg¨¹enza nacional".
Hay m¨¢s. Hay escenas de las torturas a j¨®venes musulmanes, por mero sadismo. Hay im¨¢genes de un Pope ortodoxo bendiciendo a los asesinos mientras matan y pidiendo a Dios que los ayude a exterminar al enemigo. Por supuesto que no est¨¢ registrado todo el horror de la mayor matanza desde la II Guerra Mundial, en la que en menos de 72 horas fueron ejecutados los 8.000 varones de Srebrenica. Pero las que hay las ir¨¢n viendo poco a poco los ciudadanos serbios en una cura de desnazificaci¨®n para los m¨¢s recalcitrantes y en una catarsis nacional que tanto se ha hecho esperar. Belgrado intenta crear un ambiente propicio para la entrega a La Haya del responsable directo de estas muertes, el general Ratko Mladic, y de su jefe pol¨ªtico e ideol¨®gico, Radovan Karadzic. Las autoridades serbias saben que si no entregan a estos criminales nunca dar¨¢n el paso definitivo a la comunidad de naciones. Ya se han producido las primeras detenciones de los asesinos identificados en el v¨ªdeo. La fiscal de La Haya, Carla del Ponte, elogia por primera vez a las autoridades serbias que ponen fin a la insufrible negaci¨®n mentirosa de aquel crimen en masa. Quiz¨¢s, debieran seguir este ejemplo todos aquellos que negaron la matanza de Srebrenica, a su cabeza el escritor austriaco Peter Handke, que dedic¨® todo un libro exculpatorio a los asesinos. Los serbios saben ya que no eran h¨¦roes los asesinos y que Srebrenica no es un mito antiserbio. Gran momento para que rectifique el alma sensible austriaca y lamente los homenajes con que le gratific¨® el verdugo de Srebrenica.
Pero tambi¨¦n los croatas saben que ahora, dada la convulsi¨®n profunda que padece la UE y la movilizaci¨®n en contra de la ampliaci¨®n, hay que ser un candidato m¨¢s que perfecto para no ver la puerta de la integraci¨®n cerrada para mucho tiempo. Si Mladic est¨¢ en La Haya para el aniversario de la matanza de Srebrenica, el 11 del mes pr¨®ximo, Zagreb estar¨¢ bajo una presi¨®n insoportable para entregar a La Haya a Ante Gotovina. Pero si Serbia y todos los pa¨ªses balc¨¢nicos tienen que hacer esfuerzos para enfrentarse con su pasado, la UE no puede cerrar las puertas a una regi¨®n que necesita so?ar con un futuro mejor para que aquello no se repita. Si la falta de incentivos democratizadores se extiende, nadie excluya nuevos v¨ªdeos de horror. En Zagreb, el presidente croata convoc¨® a l¨ªderes balc¨¢nicos de todas las etnias y Estados para advertir todos a la UE que no puede olvidar, entre tanto problema suyo, el potencial de conflicto existente. El mensaje es claro: la ampliaci¨®n a los Balcanes de la UE, por larga y dificultosa que sea, nunca costar¨¢ tanto como el neg¨¢rsela.
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