Ep¨ªlogo para un crimen racista
El FBI investigar¨¢ de nuevo el asesinato de un adolescente negro hace 50 a?os
En 1955, los ni?os negros ten¨ªan prohibido acercarse a los colegios para ni?os blancos en Estados Unidos. A los negros, ni?os o adultos, se les prohib¨ªa hablar con los blancos salvo que ¨¦stos iniciaran la conversaci¨®n. Ten¨ªan prohibido mirar a los blancos a los ojos. Y el color de su piel tambi¨¦n marcaba el lugar en el que deb¨ªan situarse en los autobuses, los cines o los parques p¨²blicos. Su lugar siempre era el m¨¢s rec¨®ndito, el m¨¢s inc¨®modo o el m¨¢s discreto.
Emmett Till, un adolescente negro de 14 a?os, se cruz¨® con una mujer blanca en una tienda de alimentaci¨®n de un pueblo de Misisip¨ª, el estado m¨¢s profundo del sur. Y Emmett cometi¨® un error: silb¨®. La mujer y otros clientes blancos de la tienda entendieron el gesto como una falta inaceptable de respeto e insultaron al joven, de acuerdo con su baremo racista.
Dos individuos, tras ser absueltos por un jurado de blancos, confesaron que hab¨ªan matado a Emmett Till
El episodio pudo haber pasado inadvertido, pero no ocurri¨® as¨ª. Esa misma noche del 28 de agosto, cuando Emmett dorm¨ªa junto a un primo en la casa de unos parientes, dos hombres entraron en su habitaci¨®n y se lo llevaron. Hab¨ªan pasado varios d¨ªas cuando unos pescadores en el r¨ªo Tallahatchie encontraron un cuerpo en la orilla cubierto de barro. Estaba mutilado, con golpes y con heridas de bala. El estado del cuerpo s¨®lo permit¨ªa reconocer que era el de un joven negro, pero dif¨ªcilmente pod¨ªa confirmarse su identidad. No hubo autopsia.
S¨®lo la madre de Emmett estaba convencida que ese cad¨¢ver era el de su hijo. Tan segura estaba y tan destrozada por el vuelco miserable que hab¨ªa sufrido que la mujer celebr¨® un funeral en Chicago con el ata¨²d abierto para que todos pudieran ver las mutilaciones de la intolerancia. 100.000 personas -ninguna blanca- vieron el cad¨¢ver del adolescente antes de que fuera enterrado en el cementerio de Burr Oak.
La investigaci¨®n abierta en la ¨¦poca permiti¨® sentar en el banquillo a dos personas, el marido y el hermano de la mujer a la que Emmett hab¨ªa silbado. Durante el juicio, los dos -ahora ya fallecidos- negaron su implicaci¨®n y cuestionaron incluso que el cad¨¢ver encontrado fuera el de Emmett. Los dos individuos, blancos, fueron absueltos por un jurado de 12 personas, todas blancas. A?os despu¨¦s, conscientes de que las leyes impiden juzgar dos veces a una persona por un mismo delito, confesaron haber apaleado y matado al joven como castigo a su osad¨ªa.
Dos documentales realizados con la ayuda de historiadores amparan ahora una teor¨ªa diferente: sostienen que en ese crimen hubo al menos cinco implicados m¨¢s, algunos quiz¨¢ todav¨ªa vivos. Los datos que aportan han sido suficientes para forzar al FBI a que reabra el caso. La semana pasada, en una ceremonia dolorosa para los supervivientes de la familia, el cad¨¢ver fue exhumado y trasladado a un laboratorio forense para someterlo a la autopsia que nunca se le practic¨®.
De momento, los trabajos m¨¦dicos van a permitir inmediatamente confirmar si el cuerpo es el de Emmett; la prueba del ADN con muestras de sus familiares estar¨¢ lista en unos d¨ªas. Su madre nunca podr¨¢ saberlo m¨¢s all¨¢ de su propia certeza. Muri¨® hace dos a?os.
Una de las personas que aporta muestras gen¨¦ticas es el primo que dorm¨ªa con ¨¦l la noche en la que fue secuestrado, el ¨²nico testigo. Simoeon Wright, que tiene 62 a?os, asisti¨® a la exhumaci¨®n del cad¨¢ver con l¨¢grimas y una mezcla de tristeza y reivindicaci¨®n: "Nunca so?¨¦ que alguna vez llegar¨ªa este d¨ªa", dijo convencido de que el crimen tiene m¨¢s autores porque vio a m¨¢s gente en su habitaci¨®n. En el funeral, el reverendo y activista Jesse Jackson ensalz¨® a la madre al querer mostrar el cad¨¢ver de su hijo para que el mundo viera "los horrores de la intolerancia".
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