Un billete de rebajas
Un fallo en la l¨ªnea 2 deja sin transporte en plena noche a decenas de usuarios
A veces el metro falla. Y en ocasiones, cuando apenas hay transporte de superficie. Ocurri¨® en la l¨ªnea 2 el lunes pasadas las once de la noche. Un tren se par¨® entre Clot y Bach de Roda, seg¨²n Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), aunque por megafon¨ªa (tan imperfecta, salvo para los anuncios y la m¨²sica estridente) se aseguraba que la l¨ªnea estaba bloqueada de Sagrada Fam¨ªlia a La Pau. Eso, cuando lo dijeron, porque lo primero no fue la palabra, sino el silencio (m¨¢s de 10 minutos). Al final, todo el mundo a los andenes. M¨¢s espera: unos cinco minutos, y suman 15. Nuevo anuncio: el paro se prolonga. Otro aviso: se acab¨® el metro y a la calle.
La gente, entre resignada y despistada, sube las escaleras y busca el aire libre. De pronto, alguien recuerda que los derechos del consumidor existen. Pide en la taquilla un billete equivalente al que ha utilizado a la entrada para recibir un servicio que no se ha prestado. La empleada no tiene inconveniente en satisfacer las demandas. Pero da un billete muy diferente al que ten¨ªa el usuario. "Bueno, no importa", piensa ¨¦ste, que s¨®lo anhela tomar el autob¨²s que le lleve lo m¨¢s cerca posible de su casa.
Es de noche. El servicio que funciona ya no es el habitual de TMB, sino el Nitbus. Y ah¨ª empiezan los problemas: la m¨¢quina no acepta los billetes que acaban de recibir. Decenas de personas, con su ticket, se estrellan contra la m¨¢quina y el conductor que les informa: ese billete no sirve para el Nitbus. Hubiera servido el mismo utilizado en el metro si no hab¨ªan agotado el tiempo m¨¢ximo de 75 minutos desde la primera marca. Pero nadie se lo dice a los usuarios y ellos, a esa hora, no reparan m¨¢s que en el cartoncillo que les han dado en compensaci¨®n por el viaje frustrado. Un billete de rebajas: s¨®lo sirve para los veh¨ªculos de TMB, autobuses urbanos y metro. Herencia de cuando no hab¨ªa un billete integrado v¨¢lido para todo. Nadie ha pensado que las cosas cambian.
Los pasajeros se enfadan ante la exigencia del conductor de que paguen de nuevo. Uno se le encara: "Pero ?cree que tantas personas se van a inventar la misma historia?". En el interior del autob¨²s una mujer se impacienta: "D¨¦jelos pasar y siga, que no vamos a llegar a ninguna parte". Enfurru?ado, el conductor se levanta y mitinea: "?Ustedes pasar¨¢n, pero sepan que es contra mi voluntad!". Pasaron con notable mal humor provocado porque a nadie de la Administraci¨®n p¨²blica se le ha ocurrido algo tan sencillo como entregar un billete integrado a cambio del integrado usado.
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