Bodas de la forma y el dolor

En esto de la cr¨ªtica, como en tantas cosas, no conviene ser maximalista ni convertir las salas de conciertos en cuadril¨¢teros donde comprobar qui¨¦n gana a qui¨¦n. Unos cotizan al alza y otros salen del Ibex-35. Son tonter¨ªas, s¨ª, pero est¨¢n ah¨ª. Y la cosa viene a cuento porque el mi¨¦rcoles -cierre del XII Liceo de C¨¢mara- quien m¨¢s quien menos sal¨ªamos del Auditorio haci¨¦ndonos y respondi¨¦ndonos la misma pregunta: ?no habremos escuchado al mejor cuarteto del mundo? Pues, francamente, yo creo que s¨ª, que el Emerson es el m¨¢s completo, el m¨¢s cercano a la perfecci¨®n de los cuartetos de hoy. Esta misma temporada el Alban Berg nos llev¨® a la estratosfera con el Quinteto para dos violonchelos de Schubert, pero lo del Emerson con fragmentos de El arte de la fuga de Bach y algunos cuartetos de Mendelssohn fue una realidad y no un milagro: se trataba de los se?ores Eugene Drucker, Philip Setzer -que se reparten el papel de primer viol¨ªn-, Lawrence Dutton y David Finckel -viola y violonchelo- y no del santo advenimiento.

Estos americanos lo tienen todo, empezando por una afinaci¨®n infalible, siguiendo por una t¨¦cnica individual asombrosa -c¨®mo estuvo Drucker en Mendelssohn y Dutton en todo- y rematando en un sonido conjunto sin igual en los cuartetos de hoy. A eso, a?¨¢dase la idea de hacer un programa como el que plantearon en Madrid. Mendelssohn el descubridor y Bach el descubierto, es decir, y en lo que tocaron, el dolor como evidencia -en el Cuarteto n? 6 de aqu¨¦l- y la forma como afirmaci¨®n -en todo el Bach aqu¨ª tra¨ªdo-. M¨²sica unida al fin porque lo ped¨ªa desde siempre y porque ha encontrado quien la case. Qu¨¦ maravilla.