Ambigua cultura
Durante las fiestas de la apacible poblaci¨®n catalana de Berga se produjo, a finales de mayo, un asesinato. Cierto grupo de muchachos conocidos como "los Cato?os" se liaron a golpes con otro grupo del que no conocemos las se?as. Acert¨® a pasar por all¨ª una inspectora de polic¨ªa y gracias a ella sabemos que "un chico de aspecto suramericano, que portaba en su mano izquierda una navaja", asest¨® un golpe mortal a otro joven cuya vida ser¨¢ ya eternamente incompleta. Ese mismo d¨ªa en una radio catalana o¨ª decir a un emocionado vecino de Berga que los agresores eran espa?oles "porque la navaja no forma parte de la cultura catalana".
La semana anterior se hab¨ªa producido otro asesinato en L'Hospitalet, tras un enfrentamiento entre bandas del Instituto Margarida Xirgu. El director del centro, un hombre joven a quien luego pude ver por televisi¨®n y me pareci¨® tan responsable como concernido, lo explicaba as¨ª: "Les han buscado las cosquillas y ellos han reaccionado, creemos, de la ¨²nica manera que en su cultura saben reaccionar, que es, si la pelea va a m¨¢s, sacar las navajas" (La Vanguardia, 2 de junio).
La palabra "cultura" se est¨¢ empleando mucho ¨²ltimamente en Catalu?a. Los pol¨ªticos nacionalistas (Convergencia y Esquerra) decidieron que a la Feria de Frankfurt s¨®lo ir¨ªan los catalanes que escriben en catal¨¢n. Los socialistas arguyeron que los que escriben en castellano tambi¨¦n ten¨ªan derecho a ir porque "forman parte de la cultura catalana". Ya se ve que esto de la cultura vale tanto para un roto como para un descosido.
Sin duda los asesinatos juveniles les deben de parecer cosa extra?a a los nacionalistas, algo as¨ª como Puerto Urraco, o el Bronx, un asunto tan ajeno a la "cultura catalana" como escribir en castellano. Parad¨®jicamente, el esfuerzo f¨ªsico de los inmigrantes y extranjeros, su fuerza de trabajo y sus impuestos, eso s¨ª que es "cultura catalana", por no hablar de los beneficios que reportan a cientos de empresarios catalanes. Si estos extranjeros se marcharan a otro lugar, los empresarios catalanes se pelear¨ªan a navajazos por una subvenci¨®n. Yo dir¨ªa que para los nacionalistas es "cultura catalana" lo que beneficia a los poderosos, y es "extranjero" lo que les estropea la siesta, como las navajas o la lengua castellana.
Por eso los nacionalistas son esencialmente conservadores, porque se niegan a admitir que su cultura es la que hay, y no la que sue?an. Son conservadores porque no pueden aceptar que los navajazos de Berga y de L'Hospitalet son tan "cultura catalana" como la Virgen de Montserrat, las rumbas de Peret y las novelas de Eduardo Mendoza, por citar tan s¨®lo productos de la gama alta.
Hay nacionalistas de dos tipos, ultraconservadores y conservadores, pero jam¨¢s se han visto nacionalistas socialistas. Mejor dicho, cuando se vieron, daban p¨¢nico. Un socialista reconoce que aquello que tiene lugar en su sociedad es propio de su sociedad y no el "fruto de la injerencia extranjera", como dec¨ªa Franco. En consecuencia, trata de ponerle remedio. En cambio, el nacionalista considera que esos problemas no son "suyos", sino de "los otros", y que bastar¨ªa con que los ecuatorianos, guineanos, murcianos, filipinos, magreb¨ªes, andaluces y dem¨¢s extra?os rompieran a hablar en catal¨¢n para que de inmediato Catalu?a fuera como Suiza o como Finlandia. A los inmigrantes no les integrar¨¢ la explotaci¨®n laboral y los bajos salarios, les integrar¨¢ la lengua. Eso dicen creer los nacionalistas.
Esta vileza ideol¨®gica ha conducido a los socialistas catalanes a un callej¨®n sin salida, y a los de Iniciativa (la Izquierda Unida de Catalu?a, para entendernos), a convertirse en un pat¨¦tico partido testimonial. Y no va a ser f¨¢cil que enmienden. Los intereses econ¨®micos que manejan los pol¨ªticos actuales son tan colosales que les ponen con toda naturalidad del lado de los poderosos. El nacionalismo es la coartada perfecta para ocultarlo todo. El pasado 2 de junio los parlamentarios catalanes han enterrado el desastre del barrio del Carmelo y los da?os colaterales del 3%. Aqu¨ª no ha pasado nada, se?ores. Respiran aliviados los concesionarios, respiran las empresas subcontratadas, respiran los subvencionados y los sobornados, respiran los pol¨ªticos. El resto, paga.
La realidad, no obstante, suele ser poco comprensiva con la ideolog¨ªa. "El Govern ve con inquietud el aumento de la violencia juvenil y la mala imagen de los Mossos", titulaba el 1 de junio La Vanguardia. El presidente de Convergencia, el ufano Artur Mas, aseguraba que estamos asistiendo al nacimiento de la kale borroka catalana. Apresuradamente, el Primer Consejero, el independentista Josep Bargall¨®, lo desment¨ªa con esta frase inolvidable: "No tiene ninguna base en la realidad, ya que la kale borroka ha sido un proceso de violencia social motivada por cuestiones de ideolog¨ªa pol¨ªtica", en tanto que los sucesos de Berga "son delincuencia estricta" (La Vanguardia, 1 de junio). ?Qu¨¦ sutil! La kale borroka vasca forma parte de la "cultura vasca", los sucesos de Berga son "delincuencia". La violencia nacionalista es "cultura", la de la inmigraci¨®n es crimen. Los nacionalistas no han le¨ªdo a Brecht.
He aqu¨ª, una vez m¨¢s, el profundo conservadurismo de los independentistas y su modo habitual de disimular los problemas. Un socialista no deber¨ªa colaborar en este fraude. Lo l¨®gico, lo natural, lo que Dios ha ordenado, es que los independentistas formen gobierno con Convergencia. Eso es lo justo y necesario. Los socialistas no deben sacrificar su conciencia s¨®lo por un ansia est¨¦ril de poder. Eso no forma parte de la "cultura socialista". Y les va a conducir al fracaso.
La magn¨¢nima comprensi¨®n que muestran los independentistas hacia "su" violencia hace imposible cualquier soluci¨®n de la violencia "extranjera". Que mantengan una larga y fruct¨ªfera amistad con Otegi, que animen a sus juventudes a reventar actos universitarios, a apedrear a los Mossos, a manifestarse violentamente, que azucen el odio a los "espa?oles", no son actitudes que permitan suponer que la violencia va a menguar en Catalu?a. El odio a los espa?oles no es de especie distinta al odio al ecuatoriano, al nigeriano, al filipino o al jud¨ªo. Se dir¨ªa, m¨¢s bien, que la "cultura de la violencia catalana" tiene un futuro prometedor.
F¨¦lix de Az¨²a es escritor.
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