La memoria en su justo t¨¦rmino
Es un alivio encontrarse con un libro que da buenas razones para relativizar el valor de la memoria, en unos tiempos en que el recuerdo del pasado se ha convertido en un recurso obsesivo y agobiante. Manuel Cruz lleva muchos a?os d¨¢ndole vueltas al sentido de la historia y al discurrir de la acci¨®n humana. Este libro, bendecido con el XXIII Premio Anagrama de Ensayo, corona una serie de escritos anteriores, destinados a pensar c¨®mo se narran los acontecimientos, hasta qu¨¦ punto lo ocurrido nos pertenece y hasta d¨®nde somos capaces de hacernos cargo de todo ello. La identidad, la responsabilidad y la historia son, en este caso, las tres categor¨ªas en torno a las cuales se articula una reflexi¨®n sobre la memoria aut¨¦nticamente filos¨®fica, esto es, dispuesta a deshacerse de prejuicios y de conclusiones apresuradas.
LAS MALAS PASADAS DEL PASADO. Identidad, responsabilidad, historia
Manuel Cruz
Anagrama. Barcelona, 2005
222 p¨¢ginas. 17 euros
El aserto de que ya s¨®lo nos queda el pasado podr¨ªa resumir el estado en que nos encontramos. Ante la persistente necesidad de rememorar lo que fue, el presente se desvanece y peligra seriamente nuestra relaci¨®n con el futuro. No s¨®lo nadie duda del valor de la memoria, sino que nos reprochamos de continuo la falta de memoria. El recuerdo de eventos, de personajes que fueron c¨¦lebres, las conmemoraciones que no cesan, revelan una especie de temor a que todo se vuelva obsoleto y desaparezca en la vor¨¢gine de una ¨¦poca saturada de noticias. Por otra parte, la memoria es la fuente de la identidad, personal o colectiva. Llegamos a saber qui¨¦nes somos porque nos acordamos de nuestras vivencias y acertamos a conectarlas. Perder definitivamente la memoria equivale a la p¨¦rdida de la personalidad. Pero tambi¨¦n se busca en el recuerdo y la sacralizaci¨®n de un cierto pasado el v¨ªnculo de pertenencia a la comunidad. La identidad es absolutamente necesaria para existir socialmente, pero no es menos cierta la aserci¨®n seg¨²n la cual "disponer de identidad es siempre una forma de estar en manos de los dem¨¢s", una forma de renunciar a la propia autonom¨ªa.
A mi juicio, los mejores cap¨ªtulos del libro que comento son los referidos a la responsabilidad. Es ah¨ª donde se descubren m¨¢s n¨ªtidamente los defectos de una manera de pensar coja de autonom¨ªa para enfrentarse al presente y pensar el futuro. La responsabilidad es un concepto que aparece tard¨ªamente en las sociedades modernas y consiste en la convicci¨®n de que cualquier mal debe ser subsanado. Puesto que los males los reconocemos cuando ya han ocurrido, la responsabilidad suele tener que ver con el da?o y la deuda pret¨¦ritos. Lo cual es insuficiente, ya que convertir el mal en objeto del recuerdo no basta para repararlo. El recuerdo no es un sustituto de la justicia. Al contrario, debiera servir para orientar justamente el futuro. Como dijo Adorno a prop¨®sito de la educaci¨®n, el fin de la misma no es otro que evitar que Auschwitz se repita.
En el mejor de los casos,
pues, entendemos la responsabilidad como una reacci¨®n derivada de la culpa. Es una actitud meramente negativa. Cruz apuesta por otra forma de responsabilidad no reactiva, sino afirmativa, que reclame como propias las acciones acertadas y se proponga un futuro m¨¢s digno. La fijaci¨®n exclusiva en lo traum¨¢tico, las calamidades y las cat¨¢strofes imposibilitan pensar el futuro. Si el recuerdo de lo ocurrido es, por encima de todo, el recuerdo del mal, ?cu¨¢l podr¨¢ ser nuestra relaci¨®n con el futuro? No es raro que conceptos como el de riesgo, incertidumbre o fragilidad sean el alimento actual del imaginario colectivo.
La reivindicaci¨®n a la que llevan las consideraciones anteriores es clara y positiva: hay que recuperar la autonom¨ªa de la memoria. No se trata de dejar de recordar, sino de liberarse de la trampa de una memoria homog¨¦nea. El pasado es una ficci¨®n, como lo es la identidad adjetivada. Si el sujeto acepta su calidad de sujeto moral ha de reclamar al mismo tiempo una cierta soberan¨ªa sobre s¨ª mismo, s¨®lo as¨ª podr¨¢ hacerse cargo de sus actos.
Dec¨ªa Claudio Magris, en unas declaraciones recientes, que lo contrario del olvido no es la memoria, sino la verdad. Tratar de encontrar la verdad es tambi¨¦n el camino para reparar y subsanar los males del pasado, algo que no har¨¢ una memoria que se recree en la mera nostalgia o el puro lamento. La reparaci¨®n total es la que se propone que no vuelva a ocurrir lo que no debi¨® haber ocurrido nunca. La superficialidad que traslucen los escenarios de la memoria que revivimos de continuo es un obst¨¢culo para la acci¨®n y ni siquiera nos sirve para entender correctamente la historia. Por eso Cruz exige "que nos dejen recordar por nuestra cuenta de una maldita vez". La libertad frente al recuerdo quiz¨¢ nos proporcione m¨¢s alas para pensar el futuro.
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