El episodio
Ocurri¨® en Madrid el 21 de marzo de 1962, en el n¨²mero 1 de la plaza de la Marina, sede central del partido ¨²nico denominado Movimiento Nacional. Con presencia de ministros y numerosas personalidades del r¨¦gimen, desde magistrados a eclesi¨¢sticos, el entonces director del Instituto de Estudios Pol¨ªticos, Manuel Fraga Iribarne, entreg¨® la distinci¨®n de miembro de honor a Carl Schmitt. Era la primera vez que se conced¨ªa el galard¨®n en este centro concebido como una factor¨ªa de ideas de la dictadura. Creado en 1939, despu¨¦s de la victoria franquista y en el apogeo de Hitler, el Instituto le dio siempre a Schmitt un trato preferente, de eje intelectual, publicando textos propios o ex¨¦gesis de sus obras.
?Qui¨¦n era aquel jurista alem¨¢n que merec¨ªa tal homenaje en la Espa?a de 1962? Hab¨ªa sido, claro, algo m¨¢s que un jurista. Hab¨ªa sido considerado, nada m¨¢s y nada menos, la "corona jur¨ªdica del Tercer Reich". El arquitecto de la aberrante idea de "permanente excepci¨®n". Su primera relaci¨®n con lo espa?ol ten¨ªa que ver con su admiraci¨®n por Donoso Cort¨¦s, aquel marqu¨¦s de Valdegasas, que fue un alegre liberal extreme?o en su juventud, hasta que se hizo peregrino de lo Absoluto. Es decir, un absolutista amargado. Veinte a?os antes del homenaje, en 1942, Schmitt ocupaba un lugar muy relevante en la embajada nazi en Madrid, justo cuando se trataba de implicar a fondo al fascismo espa?ol en la contienda mundial. De esto, como es obvio, ya no se habla en 1962. Pero no se escuchar¨¢ ni una palabra de autocr¨ªtica, de arrepentimiento. "Hoy m¨¢s vigente que nunca", Fraga elogia el pensamiento de Schmitt, y hace una perfecta s¨ªntesis: "La pol¨ªtica como decisi¨®n, la vuelta al poder personalizado, la concepci¨®n antiformalista de la Constituci¨®n, la superaci¨®n del concepto de legalidad... son cotas ganadas de las que no se puede volver atr¨¢s". Es decir, filotiran¨ªa.
Manuel Fraga coloca la insignia con el yugo y las flechas en la solapa de su "venerado maestro" Schmitt. Es, dice emocionado, "un momento culminante" de su carrera. Y Schmitt responde que este reencuentro con sus amigos espa?oles es "una fiesta sagrada en el crep¨²sculo de la vida". En ese instante, y seg¨²n relata el testigo falangista Jes¨²s Fueyo, "se fue la luz". La prensa de entonces dio amplia noticia del acto. Pero ning¨²n peri¨®dico dijo que se hab¨ªa producido un apag¨®n.
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