V¨ªctimas
Buscar continuamente calor y consuelo se llama victimismo. Y el victimismo es una pasi¨®n triste que quita fuerzas. Lo ha dicho en Valencia Alexandra Bocchetti al clausurar el seminario sobre la violencia organizado por ese admirable grupo llamado Dones Grans (por cierto, ?c¨®mo lo har¨¢n para atraer tanto p¨²blico cuando los salones de actos suelen estar vac¨ªos?) Volvamos al meollo: la conferenciante feminista se arriesgaba, a sabiendas de lo sensibilizadas que estamos frente a la violencia de g¨¦nero, a se?alar el peligro de que acabemos sumi¨¦ndonos en "una gran ceremonia de autoconsolaci¨®n". Porque "se compadece a los d¨¦biles y excluidos, pero la compasi¨®n nunca ha abierto ninguna puerta".
Raz¨®n tiene Bocchetti al se?alar que s¨®lo las que se respetan a s¨ª mismas pueden hacerse respetar. Tambi¨¦n cuando interpreta la causa ¨²ltima de las innumerables agresiones f¨ªsicas, ps¨ªquicas o metaf¨®ricas que hemos venido sufriendo desde que la Humanidad existe: el refuerzo del sentimiento de dominio por parte de los varones. La aceptaci¨®n colectiva y sistem¨¢tica de tantas violencias demostrativas e impersonales explicar¨ªa a su vez esa atrocidad paralela que consiste en que incluso mujeres ilustradas y acaudaladas permanezcan inermes ante la humillaci¨®n personal. Para la italiana, el primer ingrediente de la "f¨®rmula m¨¢gica" para salir del agujero es querer hacerlo. Tambi¨¦n importa la educaci¨®n, pero no precisamente la que se intenta transmitir a base de asignaturas ("el respeto mutuo no se ense?a").
El gobierno paritario de Zapatero, dice, ha hecho m¨¢s contra esa violencia simb¨®lica que todas las leyes (malgr¨¦ el PP). Alexandra sabe que es una apuesta a largo plazo, la de la pol¨ªtica a favor de las mujeres, por eso explica que mientras tanto es imprescindible que las madres empujen a sus hijas al mundo d¨¢ndoles fuerza, no protecci¨®n. Y que todas dejemos de ser c¨®mplices de un orden que no reconocemos. Es decir, que si no cambiamos nosotras y nuestra muelle respuesta ante esta injusticia, aquel chiste o ese anuncio mis¨®gino, de poco valdr¨¢ mejorar las leyes, y vanos ser¨¢n los intentos de cambiar la actitud de los hombres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.