El drag¨®n y la gran muralla verde
Es asombrosa la pasi¨®n china por dominar la naturaleza. Y su devoci¨®n por los mitos y leyendas. El folclore popular del Imperio del Centro asocia los fen¨®menos meteorol¨®gicos impredecibles que cada a?o castigan el pa¨ªs en primavera -como lluvias torrenciales, inundaciones y tormentas destructivas- al movimiento de los dragones, que en esta estaci¨®n del a?o despiertan de su sue?o invernal y salen de sus palacios subterr¨¢neos o bajo el mar para volar hacia el cielo. Los dragones deciden d¨®nde ha de llover, marcan el flujo de los r¨ªos y fijan la direcci¨®n del viento. Porque, a diferencia de sus parientes de Occidente, no expelen fuego, sino densas brumas, que producen las precipitaciones. Son los due?os del tiempo, y adoran volar entre las nubes.
Estas criaturas fant¨¢sticas, s¨ªmbolo del emperador en muchas dinast¨ªas, adoptan a veces la forma de tornado o de torbellino sobre el agua, ya que el mar es su reino. Pero no s¨®lo. Cada a?o, a partir de marzo, los vientos que barren el norte de China llevan el desierto a Pek¨ªn y otras ciudades del pa¨ªs, e incluso hasta Jap¨®n y Estados Unidos. Gigantescas tormentas de arena -procedentes del desierto de Gobi (en la regi¨®n aut¨®noma de Mongolia Interior) o de Badai Jaran (provincia de Gansu)- envuelven ocasionalmente la capital dejando una fina pel¨ªcula ocre sobre edificios, ¨¢rboles y coches. Los chinos llaman a este tipo de tormenta El Drag¨®n Amarillo (Huanglong); los coreanos, La Quinta Estaci¨®n.
Cuando sopla el monstruo, el cielo se ti?e de amarillo y gris, y el Sol se convierte en un disco o desaparece totalmente. El polvo da?a m¨¢quinas, cierra aeropuertos, destruye cosechas y lleva a los hospitales a muchas personas con enfermedades respiratorias. La visibilidad se reduce en ocasiones a unas decenas de metros y los dientes rechinan a causa de las part¨ªculas que se introducen en la boca. Da igual mantener cerradas las viviendas, ya que el polvo se cuela como si fuera aire y acaba depositado sobre todo lo que est¨¦ cerca de las ventanas. En la calle, muchas mujeres se envuelven la cabeza con un fino pa?uelo para protegerse. Caminan y pedalean como si fueran fantasmas.
El fen¨®meno no es nuevo. Pero lo que s¨ª es nuevo para Pek¨ªn son los Juegos Ol¨ªmpicos que celebrar¨¢ en 2008, de los que ha dicho repetidas veces que ser¨¢n los mejores de la historia. As¨ª que no se puede dejar que las tormentas de arena los enturbien. Con objeto de detener el avance del Drag¨®n Amarillo, el Gobierno ha plantado un cintur¨®n de millones de ¨¢rboles alrededor de la capital, cuya primera fase, lanzada en 2000, ha concluido este a?o. Son en total 7.400 hect¨¢reas de bosque, situadas entre la segunda y la cuarta autopistas que circunvalan la ciudad. La segunda fase ya est¨¢ en marcha, y ocupar¨¢ 165.000 hect¨¢reas. Pero, a diferencia de la anterior, no tendr¨¢ forma de anillo, sino que consistir¨¢ en grandes ¨¢reas de ¨¢rboles repartidas por los suburbios. Es "la gran muralla verde".
China lanz¨® hace cinco a?os el programa para minimizar las tormentas de polvo, que han aumentado como consecuencia de la creciente desertificaci¨®n. Las autoridades est¨¢n actuando en 75 condados de Pek¨ªn, la vecina municipalidad de Tianjin, las provincias de Hebei y Shanxi, y Mongolia Interior. En 2010, la muralla verde se extender¨¢ desde la capital hasta el Gobi.
El problema se ha visto agravado por el cambio clim¨¢tico, las persistentes sequ¨ªas y la erosi¨®n del suelo, causada por el exceso de pastoreo y de cultivos agr¨ªcolas, la tala de ¨¢rboles y el consumo abusivo de agua. Alrededor de 3.400 kil¨®metros cuadrados de suelo se convierten cada a?o en desiertos en China. Con objeto de mitigar el efecto humano sobre la desertificaci¨®n -que afecta al 27% del pa¨ªs-, las autoridades est¨¢n obligando a cientos de miles de pastores y campesinos a abandonar sus tierras.
El plan de reforestaci¨®n forma parte de un masivo proyecto lanzado en 1978, y que se prolongar¨¢ hasta el a?o 2050. Para entonces, la superficie boscosa del norte de China habr¨¢ pasado del 5% al 15%. Pek¨ªn ha inyectado m¨¢s de 3.000 millones de d¨®lares en el programa. Pero la gran muralla verde ha tra¨ªdo emparejadas algunas dificultades, como la gesti¨®n de las plagas o los incendios, y ha sido calificada por algunos cr¨ªticos de cara e ineficaz.
Para controlar el avance del desierto, el Gobierno ha desarrollado en paralelo una red de estaciones de seguimiento, que incluye la vigilancia por radar y sat¨¦lite. Al fin y al cabo -aunque s¨ªmbolo de sabidur¨ªa, buena fortuna y generosidad-, los dragones chinos son tambi¨¦n temperamentales y peligrosamente imprevisibles.
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