De 'rey del pop' a pobre diablo
En 1991, la maquinaria promocional de Sony presion¨® a los medios para que cualquier menci¨®n de Michael Jackson estuviera acompa?ada por un t¨ªtulo exclusivo, The King of Pop. La vida de Michael Jackson ha transcurrido bajo los focos. A los seis a?os era popular en los ¨¢speros clubes de Gary (Indiana) y ciudades cercanas: los clientes aplaud¨ªan a aquel James Brown en miniatura, un hurac¨¢n que cantaba y bailaba. Nacido en Gary en 1958, Michael era la joya de la corona de los Jackson. Una familia numerosa marcada por la obsesi¨®n del padre, Joe, un m¨²sico frustrado que, obligado a ejercer de obrero metal¨²rgico, quiso triunfar a trav¨¦s de sus hijos.
Seis a?os despu¨¦s, el sue?o paterno se hab¨ªa materializado. Fichados por Motown, el m¨¢s potente sello negro del momento, los Jackson 5 arrasaban. Era el resultado de un pacto faustiano: el contrato con Motown les conced¨ªa unas regal¨ªas miserables y les quitaba hasta la propiedad del nombre, aparte de obligarles a trasladarse a California, lo que neg¨® cualquier posibilidad de que Michael tuviera siquiera atisbos de una vida normal.
Aunque el concepto "vida normal" nunca tuvo sentido para Michael. Dos eran sus objetivos: soltar el lastre de su familia y, m¨¢s importante, convertirse en la m¨¢xima estrella del planeta. Durante la mayor parte de los a?os ochenta no hubo un cantante m¨¢s reconocible, m¨¢s vendedor, m¨¢s universal...Fue el triunfo de su santa tenacidad. Ten¨ªa fabulosas dotes para el canto, el baile y la composici¨®n: suyas eran Billie Jean, Smooth criminal, Beat it, The way you make me feel, I just can't stop loving you, Bad. Lo que no le impidi¨® buscar los colaboradores m¨¢s rentables y aguantar incluso el r¨¦gimen tir¨¢nico del productor Quincy Jones. Los pocos extra?os que se acercaban a ¨¦l quedaban desarmados por su ingenuo narcisismo y sus pasmosas lagunas culturales: "No conozco a James Dean. ?Qu¨¦ pel¨ªculas ha hecho ¨²ltimamente?".
Los asociados que le miraban por encima del hombro pronto se arrepintieron. Paul McCartney se sinti¨® paternal y le habl¨® del fabuloso negocio que supon¨ªa controlar los derechos editoriales de canciones cl¨¢sicas: su consternaci¨®n fue enorme al enterarse de que Jackson hab¨ªa maniobrado secretamente hasta apoderarse del repertorio de los Beatles. Sin embargo, su instinto le empez¨® a fallar a finales de los ochenta. A pesar de los consejos de sus ilustres conocidos (Jane Fonda, Spielberg, Liza Minnelli, Liz Taylor, Katharine Hepburn), se construy¨® una imagen cada vez m¨¢s aberrante. Suyas eran las ocurrencias de difundir las fantas¨ªas de que dorm¨ªa en una c¨¢mara hiperb¨¢rica -"para llegar a vivir 150 a?os"- o de que deseaba comprar el esqueleto del "hombre elefante". Visto desde fuera, aquello hasta ten¨ªa l¨®gica: el resto de los humanos dej¨® de pensar en ¨¦l como un artista exc¨¦ntrico para encajarle en la categor¨ªa de freak, de monstruo incomprensible.
Sobre la sexualidad de un monstruo... permiso para especular. Se cuenta que, a sus 15 a?os, alguien de su familia pag¨® a dos prostitutas para que se encerraran con ¨¦l y "le hicieran un hombre". La experiencia le dej¨®, insisten, una profunda repulsi¨®n por el sexo. Michael Jackson era el hombre que nunca tuvo infancia y se empe?¨® en vivirla a trav¨¦s de sus j¨®venes amigos en un Shangri-La que era mitad zool¨®gico y mitad parque de atracciones. Distanciado de la realidad, no advirti¨® que esa fascinaci¨®n le dejaba expuesto a todo tipo de sospechas. Y de chantajes. Un dentista, Evan Chandler, le acus¨® en 1993 de haber seducido a su hijo Jordy, de 13 a?os. Al a?o siguiente, Chandler retir¨® su denuncia tras recibir una compensaci¨®n millonaria que, seg¨²n el abogado de Jackson, no supon¨ªa una admisi¨®n de culpabilidad.
Dicen los observadores que, vista la catadura moral del se?or Chandler, Jackson hubiera podido ganar. Excepto que los estadounidenses llevaban a?os obsesionados por los abusos sexuales a ni?os y de un freak se pod¨ªa creer cualquier cosa. No remedi¨® mucho la situaci¨®n el cantante al casarse con la descentrada hija de Elvis Presley: su megaloman¨ªa no le permit¨ªa menos. Su segundo matrimonio se parec¨ªa mucho a la ratificaci¨®n de un contrato con una madre de alquiler. Un hijo en 1997, una ni?a al a?o siguiente no cambiaron su imagen de anormalidad, para entonces ya sumida en una vor¨¢gine de demandas, rumores de insolvencia econ¨®mica y ventas decrecientes.
Desde hace m¨¢s de diez a?os, Michael Jackson ha sido su peor enemigo. Todos sus actos p¨²blicos, todas sus declaraciones muestran a una criatura que no entiende el fascinado horror con que el mundo le contempla. Y cada intento de enmendar esa percepci¨®n p¨²blica ha estallado en su cara.
Babelia
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