Muere Giulini, ¨²ltima gran batuta de la posguerra
El director de orquesta, que falleci¨® ayer a los 91 a?os, fue uno de los referentes italianos del siglo XX
Hicieron a la m¨²sica renacer de las cenizas de la guerra y la sinraz¨®n con un nuevo aire. Tras Carlo Maria Giulini, que muri¨® ayer en una cl¨ªnica de Brescia a los 91 a?os, desaparece la ¨²ltima gran batuta de la generaci¨®n de la posguerra europea, ¨¦sa entre la que tambi¨¦n se contaban Herbert von Karajan, Sergiu Celibidache, Georg Solti, Rafael Kubelik... Nombres que dieron al arte sentido en medio de las ruinas y consiguieron como int¨¦rpretes dirigir de nuevo el camino de la gran m¨²sica occidental. Giulini, que llevaba retirado desde 1999, se dedic¨® en los ¨²ltimos a?os a la ense?anza en la escuela de Fiesole y en la Academia Chigiana de Siena, donde transmit¨ªa su experiencia como una de las grandes figuras musicales del siglo XX.
La vida de estos artistas de la generaci¨®n de posguerra est¨¢ marcada por las desgracias. La mayor¨ªa naci¨® en los alrededores de la I Guerra Mundial y comenzaron sus primeros pasos al terminar la II Guerra Mundial. El caso de Giulini no escapa a ese perfil. Naci¨® en Barletta en 1914 y su carrera como director comenz¨® realmente en 1946, en la Orquesta de Radio de Roma, ya que antes, en 1938, hab¨ªa sido nombrado titular de la Orquesta Augusto, un puesto que dej¨® semanas despu¨¦s de ser elegido para romper con las autoridades fascistas, lo que le oblig¨® a pasar a la clandestinidad.
Con esos gestos de inequ¨ªvoca toma de posici¨®n comprometida ha pasado a ser un referente del humanismo en la m¨²sica, algo que siempre ha acompa?ado a su talla art¨ªstica, que comenz¨® a despuntar internacionalmente tras su debut l¨ªrico como director de La traviata, de Verdi -un compositor al que nunca abandonar¨ªa-, en un montaje dirigido por Luchino Visconti en escena y con Maria Callas como protagonista. Fue testigo de primera fila de esa eterna rivalidad entre las dos grandes divas de la segunda mitad del XX, Callas y Tebaldi, que caldeaban por todo el mundo y con base en la Scala de Mil¨¢n, cuya orquesta titular tambi¨¦n dirigi¨® Giulini, su competencia en los escenarios con aut¨¦nticos seguidores fan¨¢ticos.
Pero adem¨¢s de la ¨®pera, Giulini ha sido uno de los grandes directores sinf¨®nicos de la historia. Su vocaci¨®n est¨¢ directamente ligada a un viol¨ªn: "Una vez, paseando con mi madre por la calle vi un se?or que mov¨ªa los brazos con un palo sobre una caja de madera", contaba a EL PA?S el m¨²sico la ¨²ltima vez que visit¨® Espa?a para recoger el Premio Yehudi Menuhin, en 2001. "Pregunt¨¦ a mi madre qu¨¦ era y me dijo: 'Un viol¨ªn'. Ese mismo a?o ped¨ª uno por Navidad".
El regal¨® cuaj¨® y a los 16 a?os se matricul¨® en la Academia Santa Cecilia, de Roma, para estudiar viola y composici¨®n. Dos a?os despu¨¦s estaba en la orquesta de la instituci¨®n romana y all¨ª toc¨® a las ¨®rdenes de Walter, Klemperer, Furtw?ngler, Richard Strauss o Stravinski, la generaci¨®n a la que estaba llamado a suceder. No todos le agradaron, como recordaba a?os despu¨¦s en Madrid. Por ejemplo, Stravinski: "Dirigiendo era un burro", aseguraba. ?Y componiendo? Tampoco le convenc¨ªa: "Todas las mezclas posibles en la m¨²sica se han hecho entre Monteverdi y Sch?nberg. ?Conocen alg¨²n gran nombre que se haya dado despu¨¦s?", preguntaba Giulini.
Grandes orquestas
Esa afirmaci¨®n le delataba y le defin¨ªa como uno de los principales referentes europeos en la gran corriente, que une a Bach con la Escuela de Viena, con Haydn, Mozart, Beethoven, Brahms, Bruckner y Mahler como troncos principales de la m¨²sica sinf¨®nica, m¨²sicos que ¨¦l cultiv¨® a conciencia en su paso por las orquestas que form¨® y dirigi¨®, como la de la Radio de Mil¨¢n, la de la Scala, la Sinf¨®nica de Viena o la Filarm¨®nica de Los ?ngeles. Fueron etapas que llen¨® desde sus comienzos hasta 1984, cuando decidi¨® dedicarse por libre a su profesi¨®n, sin cargas titulares.
A partir de entonces se dedic¨® tambi¨¦n a la ense?anza. La escuela de Fiesole y la Academia Chigiana de Siena fueron sus centros docentes principales, pero tambi¨¦n dio clases magistrales en otros pa¨ªses. En Espa?a visit¨® la Escuela Reina Sof¨ªa, que en 2001 le otorg¨® el Premio Yehudi Menuhin, un galard¨®n que pas¨® a la larga lista de reconocimientos del m¨²sico, que iban desde grammies y todo tipo de distinciones discogr¨¢ficas a otros tambi¨¦n importantes como el Una Vida en la M¨²sica.
Los ¨²ltimos tiempos los ha pasado en estado grave, ingresado en la cl¨ªnica de Brescia donde ha muerto. Ayer qued¨® instalada la capilla ardiente en la ciudad antes del entierro, que tendr¨¢ lugar en Bolzano, en el noreste de Italia, donde resid¨ªa Giulini y donde seguramente revivi¨® hasta el final los grandes sonidos que ya repasaba ¨ªntimamente: "No escucho discos", dec¨ªa en su ¨²ltima visita a Espa?a, "leo las partituras y me dejo llevar por la fantas¨ªa".
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